SEIS

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Un par de días pasaron, el hermoso bonsái de gardenias que Haruka le había obsequiado a Serena en verdad alegraba sus días

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Un par de días pasaron, el hermoso bonsái de gardenias que Haruka le había obsequiado a Serena en verdad alegraba sus días. Siempre que observaba la planta, sonreía inconsciente.

La regó un poquito, tomó su bolso y sus llaves, se puso sus zapatos y salió del departamento. Sus náuseas y dolores de cabeza no eran muy fuertes como antes, pero la acidez de su estómago y el malestar al oler cualquier alimento aún no la dejaban.

Estaba preocupada, no se recuperaba de esos malestares y comía poco, temía estar perdiendo peso y verse muy enferma. No quería seguir preocupando a sus amigas.

«Debería ir a consultar de nuevo» sopesó inquieta sumida en sus pensamientos.

Y como una ráfaga en verano, la imagen de los resultados de sus análisis se apoderaron de su mente. En medio de su tortuosa desdicha lo había olvidado por completo, aquel sobre yacía arrugado en el cajón de su mesita de noche.

«¿Ahora cómo hago, si ya no estoy con Darien?» reflexionó «Lo mejor sería volver a consultar, para que el doctor me lea los análisis, pero no quiero volver a ese apestoso lugar» deliberó.

Solo de pensar en la clínica y recordar su olor, el estómago se le revolvió.

—¡¿Qué voy a hacer?! —se lamentó.

Un suspiro pesado y una sacudida bastaron para componerla, siguió su camino para tomar el tren y llegar pronto junto a Lita. Hoy sería su primer día de trabajo.

 Hoy sería su primer día de trabajo

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—¡Serena! —la saludó animada Lita.

A pesar de todas la metidas de pata de su amiga, ella estaba muy contenta de verla fuera de la cama y sin lágrimas en su rostro.

Serena se encontraba poniendo benditas en sus dedos, era la cuarta vez que se quemaba sirviendo café.

Tenía polvo marrón en su rostro y azúcar impalpable en sus manos. Su delantal amarillo estaba con manchas marrones, de todas las veces que limpió el café derramado.

La cafetera la odia, o eso era lo que ella decía cada vez que no era capaz de colocar el filtro en su lugar, para preparar el café.

—Tú estás tan entusiasmada y yo sólo he ocasionado desastres —suspiró indignada Serena— lamento no ser de mucha ayuda.

Mi chica predilecta ©Where stories live. Discover now