《𝓝𝓲𝓷̃𝓮𝓻𝓸𝓼》

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[ Marzo 31 ]

Pasaron algunos días desde que regresé. Estuve un poco más tranquila de lo que esperaba. La muerte de mi padre, definitivamente no era una linda noticia.

Una de las cosas que adoro en el mundo, son los bebés, los niños pequeños. Son tan lindos y apapachables, adorables, comelones, dormilones y divertimos por sus acciones e inocencia. Pero hay un niño en especial, que me tiene harta y me dan unos grandes deseos de odiar a todos los niños del mundo.

Dylan Bruel.

Unos días atrás, Mylene y las demás, pasamos unas horas juntas después de que todas terminamos nuestro trabajo del día. En ese momento, Mylene se sintió algo desanimada después de una llamada con la niñera que cuidaba de su hijo, pues había renunciado una más. Nos preguntó a cada una quién podía cuidarle, dejandome a mí al último, pues ellas respondieron con un "No, estaré ocupada. Lo lamento" o "Tengo una buena excusa, pero no podré". Reconocía ese comportamiento de cada una: Obviamente, no querían cuidar de él. Mylene, sin escuchar mi respuesta, agradeció muy contenta el haber "aceptado" cuidar al niño por unos días mientras encontraba a otra niñera para que yo trabajara tranquila a lo que me dedicaba. No tuve otra opción mas que aceptar. Así que ahí estaba yo, tratando de alimentar al niño sin dejar que se bajara del asiento y corriera para que lo persiguiera.

<<Flash Back>>

-¡Hola!

-Buenos días, Mylene. -Me encontraba aún en la puerta principal de la casa de los Bruel por la mañana.

-Ya verás que Dylan será fácil de cuidar. -Y finalemtene pasé, recibiendo después indicaciones y consejos para su cuidado. -Alguien más vendrá para ayudarte y así no tendrás mucho problema. Nos avisas cuando llegue.

<<Fin del Flash Back>>

Claro. Esa persona no ha llegado, y llevo cuatro horas intentando que desayune sus huevos revueltos con tocino y su jugo de uva de cajita. Se subía quién sabe cómo al mueble de la televios, brincando al sofá que se encontraba a un lado. Lo que me asustaba, era que no lograra llegar o el mueble cayera por el impulso cuando salta. Corría por toda la casa, haciendo que su capa, que era una manta roja, se elevara y alborotada. Me lanzaba sus peluches para que evitara cargarlo y regresarlo a su silla especial. No podía ni siquiera amarrarlo a la fuerza por no querer lastimar su panzita. Volvió a brincar desde la sima del mueble, pero esta vez lanzándose a mí para que lo atrapara, ocasionando que cayera sentada, abrazándolo con fuerza para que no se lastimara, y que mi aire se fuera del impacto.

Amé el sonido del timbre al ser presionado.

-Por fin, maldita sea. -Me acerqué a la puerta. -Dylan, maldición. ¡No brinques al- -Y se tiró al sofá desde el mueble, de nuevo, después de mirarme con maldad. -¡Ahg! ¡No Dylan, bajate de ahí! -El mueble tambaleó cuando volvió a brincar. -¿Se puede saber por qué llegas tan tar- -Abrí la puerta, dándome cuenta de quién se trataba. -Adrien...

-Que alegría te da verme. -Dijo con una sonrisa. -Ah... -Apuntó a mis espaldas. Dylan estaba sobre otro mueble, con la intención de caer en una mesita en medio de la sala de estar.

-¡Dylan, baja ahora mismo con cuidado!

-¡No eres mi mamá para decirme qué hacer! -Y me enseñó su pequeña lengua húmeda.

-Tu madre me pidió que te cuidara, es mi obligación mantenerte intacto hasta que lleguen tus padres. Ahora, baja en este instante. -Se cruzó de brazos, cerrando su ojos y volteando su rostro. -Dylan, no me hagas bajarte a la fuerza.

𝑴𝒊 𝑹𝒆𝒈𝒓𝒆𝒔𝒐 𝒂 𝑷𝒂𝒓𝒊́𝒔 [ Adrien/Chat Noir ]Where stories live. Discover now