𝑴𝒊 𝑹𝒆𝒈𝒓𝒆𝒔𝒐 𝒂 𝑷𝒂𝒓𝒊́𝒔 [ Adrien/Chat Noir ]

《𝓓𝓮𝓼𝓯𝓲𝓵𝓮 𝓭𝓮 𝓜𝓸𝓭𝓪》

[ Agosto 1 ]

Eran las 7 de la tarde, estaba en casa de Alya, terminando de arreglarme para lo que sería el desfile de modas más esperado de todos los años, donde Adrien pasaría de ser a solamente un modelo, al dueño de la empresa Gabriel, y Chloe la alcaldesa de la ciudad, debido a que su padre se encontraba en malos estados y dudaba en seguir con su deber; además de que ya era muy viejo y su madre no se encontraba en la ciudad por sus trabajos.

Alya ayudó a peinarme y maquillarme, pues aún no tengo esa "magnífica" habilidad. El vestido que estaba usando lo había comprado especialmente para la ocasión, aunque el precio hizo que se me esfumara el alma, Alya insistió en cómpralo.

—Adrien va a matarme por esto. —Miré mi reflejo en el espejo tamaño grande en la habitación de la pareja, mirándome de frente, de perfil y de espaldas, sintiendo el frío del aire acondicionado en mi pierna expuesta, quería algo en la parte de mis hombros y pecho, estaba algo... sexy. Hacía siglos que no usaba tacones, la primera vez, de niña, la segunda en un evento de noveno grado que consistía en ir de gala, el tercero fue en una boda cuando regresé con mis padres, y aun así no logro controlar mi equilibrio con los zapatos puestos. Igual no soy muy fanática de ellos.

—¿Y qué? No debería de importarte lo que los demás te digan. Además, ¿quién es él para decirte cómo vestirte?

—Tú elegiste el vestido, no yo. Y yo lo pagué.

—Yo di la idea, tú decidiste comprarlo. —Rodé los ojos, dándome la vuelta para verla de frente y no por el espejo. —Te ves hermosa, no te preocupes.

—Ese no es el problema. —Suspiré.

—Bueno. Andando. —Tomó su bolso de mano y después me dio la vuelta en dirección a la salida para tomar su auto.

En el camino, escuchábamos la radio cuando una noticia se escuchó. Hablaba sobre lo emocionados que estaban todos los fotógrafos y reporteros por el inicio del desfile.

Cuando llegamos al lugar, unos hombres de traje abrieron nuestras puertas para ayudarnos a salir. Alya le dio las llaves del auto a uno de ellos y éste fue a estacionarlo a quién sabe dónde. Alya tuvo que ayudarme, sosteniendo mi brazo, para que no cayera en el intento al subir las escaleras debido a los zapatos. Ya que nos encontrábamos dentro y uno de los guardias pidió nuestro nombre e invitación, observamos todo nuestro alrededor, era realmente enorme. Sentí que Alya tiró de mi brazo, llevándonos a una de las mesas cerca de la explanada por donde pasarían los modelos, pues Nino y Nathaniel ya se encontraban ahí.

—Te ves preciosa. —Nino se puso de pie al instante cundo Alya me soltó y plantó un beso en los labios del otro, para jalar su silla y que ella tomara asiento. Yo me senté por mi propia cuenta. —Igual tú, ______. No creas que no lo noté. —Me guiñó un ojo, causando que soltar una risita.