15.

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Aitana.

Mi mente y espíritu estaban tan equilibrados después de mucho tiempo con respecto a mi antigua pareja que me sentía totalmente preparada para dar el siguiente paso con Santiago, no creí que iba a pasarme tan pronto más allá del comienzo de la relación que manteníamos, pero era tan simple la solución a nuestras ganas de avanzar que ni siquiera lo analicé con contradicciones, fue algo que quise y le di rienda suelta a dejar que pasara cuando debía hacerlo, y ese momento se iba a dar en cuanto abriera la puerta de mi nuevo departamento. Él entró tranquilamente, como siempre me hacía sentir y me trasmitía a pesar que no dudaba que internamente los dos estábamos con sensaciones con nombres. Se puso a mirar el piso como si no lo conociera, fue hasta el baño, en la parte de la cocina hasta relató cómo se imaginaba el lugar, saludó a Cristóbal en el suelo y volvió a repetir de lo luminoso que era. Yo simplemente lo dejé y traté de no dar indicios de mi realidad interna, estuve de acuerdo a seguir la conversación aunque no fuera de mi real interés.

—Lo bueno es que es amplio, hay que acomodar nada más pero esto parece nada para todo lo que tenés que traer para equiparlo. —dijo haciendo mención a la cama y el colchón parado en la pared apoyados, en lo que sería la sala y parte del comedor, lo único que tenía junto a una mesita de luz para llevar al cuarto junto a mi ropa en los bolsos. — ¿Ya pudiste saber algo del día que vas a traer lo demás?

—Nop, pero ahora ni me importa. —le dije pasando mis manos por su espalda para llegar a su estomago y entrelazarlas, así apoyar mi mentón en su hombro y abrazarlo por detrás aunque fuera un poco más alto que yo. —Si te soy sincera lo único que me interesa lo tengo.

—Y claramente soy yo.

—Vos, en la cama.

— ¿En la cama? —preguntó fingiendo duda mientras se daba vuelta entre mis brazos. — ¿O por encima del colchón?

—De las dos formas. —susurré cerca de sus labios cuando los aproximó a los míos y su sonrisa me hizo sellar lo poco que nos quedaba de espacio, para comenzar con un beso lento pero recargado de toda la intensidad que ameritaba el no habernos visto por varios días. Sus manos estaban acunando mi cara y pronto las bajo por mis brazos hacia mi cintura, acariciándome por encima de la ropa a su paso hasta que llegó al borde de mi pantalón y pasando los dedos por las presillas, me acercó más a él y remarqué esa energía que me trasmitió profundizando el beso.

Mi mente estaba en blanco para cualquier cosa que no fuera él, mis ganas se estaban volviendo tan resonantes para mi vientre que comenzaba a dejar actuar mis manos y lo primero que hice fue llevarlas a arrastrar su campera, se la saqué con su ayuda dejándola caer en el suelo y toqué sus brazos que me sostenían con fuerza, haciendo el mismo camino para sacármela a mí. Avanzamos los dos sin dejar de besarnos hacia el colchón apoyado en la pared y contrario a preparar la cama, me presionó contra el colchón y nuestro beso siguió intensificándose, con el camino de sus manos hacia el final de mi remera para levantarla y en su paso con sus dedos acariciar mi piel. Nos alejamos sólo un poco para sacármela y volvimos a besarnos, hasta que yo hice lo mismo y fue el momento de sacar la suya por encima de su cabeza, aprovechando respirar y mirarnos, además de recordar el mundo real y que hacía un poco de frío en mi departamento tan desolado.

— ¿Estás segura que querés? —me preguntó y yo asentí antes de poder abrir la boca para responder, lo que hizo que su sonrisa me hiciera acercar a la suya.

—Mucho ¿vos?

—Mucho. —dijo y nuestras bocas volvieron a unirse. Pude recuperar un poco mi aliento cuando sus besos bajaron por mi cuello, cerré los ojos sintiendo la suavidad de sus roces húmedos y eso acreció mi excitación, por lo que me desesperé un poco para llevar mis manos a su pantalón y desabrocharlo. Rozarlo fue el comienzo de un viaje de ida para mí y aunque supe que para él también, me priorizó y fue más hábil al desabrochar mi corpiño a medida que sus besos descendían.

Más de Dos.Where stories live. Discover now