30.

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Santiago.

Todo en mí era una encrucijada de sensaciones y sentimientos, dudas y cuestiones que sobrepasaban mi cordura, escapaban de lo que yo podía controlar y por eso me puse firme en intentar buscar la paz, no era fácil y posiblemente era peor lo que tenía en mente como primera instancia de resolución, pero podía dejarla al menos por una noche para dedicarme exclusivamente a lo único que me importaba y necesitaba, mi hija. Aitana era por demasía mi debilidad, se había vuelto tan fundamental en mi vida que no lograba controlar lo mucho que me afectaba cualquier cosa que pasara, la amaba y ese amor me volvía un poco estúpido, por lo que quise que habláramos y pusiéramos las cartas sobre la mesa, así que le pedí ir a su casa y en el camino fui analizando en silencio, todo lo que necesitaba decir y entender.

—San ¿qué pasa? Me estás asustando amor.

—Estoy bien, en serio estoy bien. —le dije cuando llegamos a su departamento y ella se sentó a mi lado en el sillón después de dejar sus cosas, puso su mano en mi brazo y yo llegué a tocarla para agarrarla con la mía. —tengo que poner todo lo que más pueda de mí en esto que pasó hoy, y por eso quiero que hablemos de otra cosa porque no puedo seguir dejando que me coma el cerebro al lado de la importancia que tiene el otro tema.

—No entiendo, ¿qué es la otra cosa? Obviamente que lo principal es cuidarse de lo que pasó hoy, no sé a qué te referís.

—Hoy tuve la reunión en el jardín, y me dijeron algo que me impactó mucho... yo no sé cómo vos te lo vas a tomar, pero para mí es importante que no afecte más a Lupe. —le dije y ella me miró aún más confundida, por lo que proseguí a explicarle. —Están trabajando en sorpresas para el día de la madre, y a Lupe como a muchos otros nenes que también tienen familias ensambladas, le sugirieron hacer este regalo para mi mamá, su abuela... pero ella te dibujó a vos, y asume que sos como un empiece de mamá.

— ¿Qué, en serio? Ay mi vida...

—Sí, y en realidad me preocupa.

— ¿Por qué? —cuestionó y la emoción en su mirada me hizo dudar de mi razón, pero me mantuve firme incluso cuando soltó mi mano. —San es algo que ella está decidiendo sola, siempre hablamos de lo importante que es naturalizar lo más posible todo lo que Lupe pueda, y esto... es hermoso, está saliendo de ella y a mí me...

—Pero vos no sos la mamá. —le dije y noté lo duro que fui al verla retractarse, por lo que yo tuve que hacerlo también, suspiré cerrando los ojos un momento y negando arrepentido de ser tan directo. —Perdón, no quiero sacarte méritos porque haces muchísimo por mi hija y sé que es genuino, de verdad yo estoy muy agradecido por haberte encontrado, porque nunca busqué una mamá para Lupe, ese no era mi propósito... sin embargo sí siento que podés ocupar ese lugar, esa imagen que ella ve en vos sin presión y naturalizado como siempre quise...

— ¿Y entonces cuál es el problema? Sé perfectamente que no soy la mamá, ojalá, nada me hubiese gustado más que habernos encontrado antes y que esto nos pasara juntos, pero no fue así y tengo claro que no soy la mamá, nunca pasé por encima tu postura Santiago...

—Yo no dije que fuera así.

—Pero lo estás intentando poner así, estás creando un conflicto donde no lo hay, si yo lo acepto, si Lupe me acepta ¿qué más querés? —preguntó cambiando su postura con un poco de enojo, elevando la voz producto de la misma tensión. —Vos decís que querés hacer las cosas lo mejor posible para ella, bueno y están saliendo así ¿cuál es tu problema?

—Mi problema es que yo no puedo adjudicarte a vos esa responsabilidad ni tampoco puedo pretender que mi hija lo vea como algo normal...

— ¡Es normal Santiago, la nena está asumiendo algo que no tiene problemas para hacer, yo no voy trabar el camino a que crea lo que quiera, porque desde el primer momento que estuvimos juntos sabíamos que si queríamos formalizar lo nuestro esto iba a pasar!

Más de Dos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora