26.

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Santiago.

Papi, quero con Atu. —volvió a repetirme Lupe por tercera vez en menos de una hora, se lo había contestado con contundencia cuando se despertó y tuvo su escena de llanto porque le dije que no podíamos verla, sin embargo seguía insistiendo y para no salir de mi eje y explotar, me limité a ignorarla. —Papi...

—Basta Lupe, comé tus fideos por favor.

¡Quero con Atu!

— ¡Te dije que comieras, basta! —elevé la voz acercándole el plato que me alejó, rompió en llanto y quise hacerlo también pero me ganaba la bronca. — ¡No empieces a llorar como si te estuviese haciendo algo Lupe, comé sin tanto teatro!

¡Yo quero Atu!

— ¡Basta, terminá tu comida!

—San...no la hagas llorar.

—No te metas por favor Carolina, está llorando por caprichosa no se está muriendo. —la corté antes que intentara darme un sermón de cómo criar a mi hija, de los que ya estaba cansado de su parte y empezaban a molestarme porque no tenía ni idea de lo que era criar un hijo, no tenía los propios y si así los tuviera, cada uno hacía con sus hijos lo que le salía, a mí me estaba saliendo todo de mal en peor pero no dejaba de ser un capricho lo que Lupe hacía. —Te vas a la pieza si no querés comer.

Ella se bajó de la silla y corrió llorando hasta nuestra pieza, bufé alejando mi plato también y me llevé las manos a la cara, el llanto de Lupe me aturdía incluso estando lejos y me quería contagiar, no me faltaba mucho para que el nudo que tenía en la garganta se disolviera pero fui interrumpido por la voz de Carolina.

— ¿La puedo ir a buscar? —preguntó pero yo negué levantándome de la mesa, caminé hasta la pieza y cerré la puerta para que todo quedara adentro de nuestra intimidad. Ella lloraba parada al lado de la cama, al verme obviamente exageró pero las lágrimas le caían como si de verdad le hubiesen hecho algo, era la peor imagen que podía ver de mi hija y me senté en la cama para levantarla y que pudiera esconderse en mi pecho, la abracé con fuerza y cerré los ojos para tratar de calmarme también.

Papi... quero... con Atu. —me pidió en llanto y se alejó para mirarme, los dos dejábamos teníamos lágrimas en los ojos pero ella era quien las dejaba caer, así que se las sequé para distender las mías. —quero con Atu.

—Hija ya te dije que no podemos ver a Aitu ahora, tenemos que quedarnos en casa... veamos una peli y comemos cosas ricas los dos acostaditos acá ¿no querés?

No yo quero Atu, papi quero con Atu.

—Lu...

Quero Atu. —volvió a pedirme y me quise morir, era lo que nunca debí permitir que pasara, que mi hija saliera afectada y reclamara verla como si fuese su salvación, estaba metida entre nosotros y no tenía vuelta atrás, fue mi culpa por haberla acostumbrado a tanto estar con ella, mis opciones eran escasas así que agarré el celular y busqué su número, era el primero de los más recientes y llamé secándole las lágrimas y nariz a Lupe.

—Hola.

—Hola Lupe quiere hablarte. —le dije y le pasé el teléfono, como por arte de magia dejó de producir lágrimas y se aclaró agarrando el aparato con las dos manos, contenta de ponerlo en su oído.

¡Atu quero con vos!... ti te extaño... yo tamben... ti Atu quero a tu casa... ¿con papi?... ti papi toma. —me pasó rápido el teléfono y mi corazón se aceleró mucho más de lo que ya estaba, la sangre me corría con adrenalina pura y me tuve que poner el teléfono en el oído para escuchar sin poder dejar de ver a mi hija desafectada, como si nada le hubiese pasado.

Más de Dos.Where stories live. Discover now