32.

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Santiago.

Estaba claro que a nuestra pareja no le sirvió para nada el tiempo, lo supe desde el primer momento que se lo dije y me arrepentí de haberlo hecho, pero fue tarde cuando quise recomponerlo y al pasar de los días, a pesar de estar hecho mierda y sufrir como un condenado por tener al amor de mi vida con esa horrible distancia, noté lo bien que le hizo a Lupe afianzarse con Aitana. Mi hija, como siempre iba un paso más adelante y me demostraba que por más intentos de protegerla, ella terminaba protegiéndome a mí, seguía sin contarme lo que estaban planeando por el día de la madre y no me quería decir mucho de lo que hacía con Aitu cuando se la llevaba por las tardes, la única forma de saber lo bien que se iba era por mi mamá que aseguraba lo feliz y exaltada que la esperaba, y yo lo podía ver hasta en la actitud.

El martes llegó al fin después de tenerme con los nervios alterados y la angustia propagada por todo el cuerpo, era el día que Evelyn se pudo hacer un tiempo para mí y aún no había llegado la carta de documento, por lo que era bueno para poder hablar con la tranquilidad que ameritaba de mi parte y ponernos de acuerdo que volviera a entender por qué no se podía acercar a mi hija, así que la cité en un café y llegué primero después del trabajo para relajarme y ser quien esperara en caso que decidiera no asistir, sin embargo después de media hora, llegó y con una expresión cautelosa se acercó a la mesa donde estaba yo tomando algo.

—Hola.

—Hola, sentate. —le dije y vi de cerca después de mucho tiempo a la chica con la que había creado a mi hija, quien tenía un poco de ella pero me costaba encontrar con exactitud lo que Lupe podía tener parecido, el color de pelo y la forma probablemente era lo único notable ya que ambas compartían el marrón claro y la escases de él, el formato de los ojos, la nariz y la boca eran mías y creí que todo podía estar en la forma de ser, pero a los diecisiete años había pocas diferencias con el resto por lo que no podía recordar nada particular. —No quiero que discutamos ni lleguemos a tener bronca, solamente quiero que hablemos en paz... y nos podamos ir sin pensar que puede volver a repetirse.

—Está bien yo... acepto lo que quieras.

—No es solamente cuestión que lo aceptes Evelyn, yo pensé que lo habíamos dejado claro desde el principio, firmamos papeles que te sacaban cualquier autoridad que pudieses reclamar, estuviste de acuerdo.

—Sí pero... Santiago era muy chica, no sabía lo que hacía, me duele pensar que no me arrepiento pero no lo hago.

— ¿Y entonces? —pregunté incrédulo, no veía coherencia en lo que decía y me dolía un poco que a pesar de todo, no tuviera mínima importancia. — ¿Por qué Carolina te pasaba fotos, te contaba cosas de la nena, de mi vida... fue influencia de ella?

—En realidad yo la encontré en instagram, hace como un año...y vi fotos de la nena, al principio no me imaginaba que era ella, pero la empecé a seguir y ponía fotos y decía que era Lupe, me acordé que vos lo viste en la librería de camino a la clínica y querías ponerle así... —me dijo y tragué recordando ese momento, tenía tanto miedo y estaba tan confundido que me costaba cree que mi bebé iba a nacer. —empezamos a hablar de nosotras, desde que la nena nació todos se alejaron de mí y lo entendí porque eran más amigos tuyos que míos, pero yo me llevaba muy bien con Caro.

— ¿Y qué, de repente te volviste a interesar por ella?

—Es que no sé, me pasó algo raro al verla, está tan linda y tan grande... me emocioné y hablándolo con Caro ella me empezó a contar que había empezado el jardín, que le estaba yendo bien, después me contó que vos te pusiste de novio y que a ella le parecía que no estaba bueno que Lupe la conociera tan pronto y cosas así, hablamos, me mostraba cómo estaba y yo no lo creí tan malo...

Más de Dos.Where stories live. Discover now