—Describe a Erin— me miró divertido.
—Erin— reí —Ella es divertida, graciosa, amigable, tonta en un buen sentido, esta demente, altruista, linda, enojona muchas veces, dice muchas groserías pero no la hacen ver mal— me interrumpió.
—Es de esas chicas a las que les da “personalidad” por así decirlo, que dan risa y no molesta.
—Sí, eso mismo.
—La imagino muy parecida ti.
—Supongo que si tenemos más o menos los mismos rasgos en personalidad.
Seguimos caminando.
—¿Tú tienes un mejor amigo o mejor amiga?
—Sí, lo tengo.
—¿Cómo se llama?
—Matthew.
—Me gusta ese nombre.
—Es lindo— reí y él me empujo levemente —el nombre.
—Eso creí— ambos seguimos riendo —descríbelo.
—Él es divertido, gracioso, muchas veces egoísta, grosero, patán— rió —puede ser un maldito pero si eres cercano a él como yo es realmente un gran amigo, siempre está ahí para ti y te ayuda con todo. Aunque también es muy vanidoso.
—Entonces si debe ser lindo— reí.
—Yo hablaba del nombre.
—Claro— reí.
—Tal vez lo conozcas pronto.
—Y tú a Erin.
Asintió y luego de unos minutos llegamos hasta donde habíamos dejado el auto.
Subimos, eran las 12pm.
—La hora está bien— señalé la hora que marcaba el estéreo y el asintió.
—Sí.
—Somos tan trabajadores— reí.
—Por supuesto— rió también y encendió el auto.
—Me queda 1 hora y 20 minutos de trabajo.
—¿Qué debes hacer?
—Creo que iba a revisar las invitaciones para la gala del sábado.
—Cierto— asintió —¿Por qué no las mandó a tu correo y lo haces desde tu casa?
—¿En serio?
—Sí, no tiene caso que estés en la oficina solo por eso… al menos que quieras hacerme compañía.
—¿Aún no te aburres de mí?
—No, en lo absoluto— me miró —Ya te dije que me pareces muy interesante.
—Creo que puedo hacerte compañía.
—¡Excelente!
Condujo hasta la oficina y llegamos luego de unos minutos. Subimos hasta nuestro piso y entramos hasta su oficina.
—Me encanta tu oficina.
—Meredith la diseñó y decoró para mí, eso es lo que hace ella.
—¿Diseñadora de interiores?
—Sí y lo hace bien porque ama comprar— rió.
—Es muy linda— me senté en una de las sillas de la mesa de juntas y él se sentó en la silla de su escritorio.
—¿Te doy miedo?
—No— reí —¿Por qué la pregunta?
—Porque estas muy lejos.
Tomé una de las sillas y la puse a su lado para luego tomar asiento. El abrió las invitaciones.
—¿Esas son?
—Sí.
—¿Quién las diseño?
—La señorita Reynolds.
—Son aburridas— el rió.
—Opino lo mismo.
—Aún hay tiempo para re diseñarlas, después de todo solo nosotros dos y Tiffany las han visto.
—Hagámoslo.
Por más que me dije a mi misma “No te rías” fue imposible, lo miré y comencé a reír.
—Tamara— rió.
—Lo siento.
—Eres una sucia.
—No, no lo soy.
—Lo eres— comenzó a modificar la letra.
—Eso se vería bien en color plomo— señalé —Podemos imprimirlo en una simple hoja color crema, el sobre que sea blanco con encaje y tal vez un listón dorado.
—¿No se verá muy femenino?
—No lo creo.
—Me gusta tu idea.
Trabajamos en las invitaciones, mandamos a Roxanne quién era ahora mi asistente a que trajera todo lo que necesitamos entonces así terminamos las invitaciones.
—Están listas— sonreí.
—Se ven muy bien.
—Sí. Elegantes pero no aburridas.
—Creo que a Tiffany no le alegrara esto.
—No creo que se entere— reí.
—Somos malos.
—No lo creo— reí y entonces Meredith entró.
