Capítulo VII

1.5K 76 0
                                    

POV AMAIA

Mis ojos se empezaron a abrir, la luz entraba por la ventana del camarote, entonces poco a poco me fui levantando para no levantar a los chicos. Una vez en el pasillo cerré la puerta para que el ruido no entrará y pudieran descansar bien. Subí las pequeñas escaleras para subir arriba la parte externa del barco, entonces vi a una personas que en 2 semanas ha conseguido que sienta como si fuera alguien que conociera de toda a vida. Estaba preparando el desayuno y yo sin querer hice un poco de ruido lo que provocó que se girará un poco asustado.

- Buenos días -dije acercándome a él

- Buenos días -me dio un beso en la mejilla- ¿Cuánto tiempo hace que estás despierta?

- No mucho, me he despertado y he subido enseguida -dije poniéndome delante suyo para cogerle la rebanada de pan con aceite que se estaba preparado 

- Eh, eso es mío -dije empezando el típico pique que teníamos cada día

- Ahora no -acto seguido le pegué un mordisco- delante suyo lo saboreé como si estuviera en un anunció de comida

- Alguna vez te han dicho que eres una pésima modelo -dijo riéndose, pero nuestro cuerpos seguían juntos provocando que nuestros pechos chocaran, ya que las manos de Alfred se encontraban en mi cintura

- ¿Ah si, entonces como se hace? -dije dándole otro mordisco 

- Así -acercó su boca al trozo de pan y le pegó un mordisco, imitó perfectamente un anunció de comida, haciendo que solo me pudiera fijar en sus labios y lo bien que se veían

Nos quedamos en silencio los dos, con las respiraciones juntas y con una tensión que ninguno quería cortar. Pero entonces el destino lo quiso así, y oímos ruidos de que los chicos ya venían. Nos separamos rápidamente y por la puerta aparecieron Roi y Miriam charlando un poco pero con cara de dormidos. Mis mejillas se tiñeron de rojo y él volvió a preparar su desayuno ya que yo me lo había comido.

La mañana pasó tranquila, estuvimos nadando, y saltando desde el barco, el agua estaba preciosa, era transparente. Pero todo lo bueno siempre se termina y tuvimos que volver a casa. Cuando estábamos andando por un descampado para volver al coche me puse al lado de Luis Cepeda.

- ¿Luis, cómo lo hacéis para seguir estando todos juntos? -le pregunté mirando como nosotros íbamos detrás del todo

- No lo se, supongo que es porque nosotros somos una familia, y la familia por mucho que se pelee siempre vuelve a estar junta -dijo mirando a los chicos

- Pero, vuestra amistad es pura. Sabes, me dais envidia, yo nunca he conseguido tener una amistad tan bonita con nadie, no tienes ni idea de lo afortunados que sois. Ojalá algún día tener a unos amigos los cuales les pueda llamar familia -mire con cierta envidia, pero de la buena

- Amaia, tu ya eres parte de esta familia, siempre lo has sido, solo que has vuelto tarde -dijo con una media sonrisa

- ¿Cómo que siempre lo he sido? -hice una pausa- ¿A qué te refieres con lo de "que he vuelto"?

- Ay Amaia, hay muchas cosas que no sabes, pero te juro que algún día lo entenderás -entonces empezó a andar más rápido haciendo que yo me quedara atrás.

Luís me dejó durante todo el camino a casa pensando en lo que me había dicho. No me podía concentrar en otra cosa, era como si me hubiera dado una pista pero había cosas que no me encajaban. En el coche todos iban detrás menos Alfred que conducía y yo que iba de copiloto. Le miré ese perfil tan bonito que tenia, las pocas pecas que tenía en la cara y como estaba concentrado en la carretera. 

- Dime -dijo sacándome de mis pensamientos

- Nada -dije haciendo la loca

- Entonces porque me estabas mirando como si en tu cabeza pasara miles de planes para matarme -dijo mirándome un segundo curioso

- Solamente estaba mirando lo feo que eres -dije picándole

- Ya te gustaría pensar eso, soy todo un rompecorazones -sonrío de medio lado haciendo que miles de sentimientos pasaran por mi mente

- Ya te gustaría -me encanta ese eterno juego que solo entendimos nosotros dos

- Pregúntale a cualquier chica de por aquí y sabrá perfectamente quien soy -entonces me cogió la mano que reposaba en mi muslo- Amaia eres una de las chicas más afortunadas de este pueblo, hablas con Alfred García cada día en persona y por mensajes -hizo una pausa, me miró y se empezó a reír 

Consiguió dejarme en un trance muy complicado de salir, este chico tenía un gran don para las chicas y él estaba siendo su perdición. No se lo podía permitir ella había venido a estar con su familia no a liarse con un tío al cual no volvería a ver. 

El verano de nuestras vidas -ALMAIATempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang