Capítulo 8

18.4K 943 141
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


La mayoría de las clases que había presenciado hasta ahora eran cada vez más interesantes conforme pasaban las horas. Un repertorio de canciones unidas en una misma melodía, afinar para lograr cantar a la perfección, mejorar la manera en la que componer.

Con una única excepción; Chad Clayton. El chico que asiste a todas y cada una de mis clases. Quizás por que tiene la misma carrera que yo. Aunque, por más que no quiera admitirlo en alto, tiene una voz increíble si te paras a pensarlo. No solo por que conseguía cantar delante de toda la clase sin un ápice de vergüenza, sino por que sabía controlar las notas y envolverlas en su canción.

Ahora sí parecía un adonis, un cupido, un ángel caído del cielo con las luces celestiales a su alrededor.

Pero no iba a decir eso ni de coña en voz alta.

Hoy, tras haber pasado durante todo el día anterior con una vergüenza con la que creía morir, las agua parece que se han calmado. Aunque sea un poco. Sigo sintiendo esa mirada en mi rostro cuando estoy en el aula y algunas personas cogen sitio a mi alrededor. No me atrevo a mirar abajo sabiendo que me encontraré con esos ojos pardos clavados en mí.

Los colores se me suben a los mofletes siempre que le noto. Es la sensación de que, a pesar de que no quiero tener que ver nada con él, el mundo quiere que me fije. O a lo mejor yo estoy dramatizando demasiado.

Me levanto de mi asiento cuando la profesora de canto da por terminada la clase. Una mera presentación de ella y de sus alumnos y una iniciación a su clase es lo único que hemos hecho pero aún así me sobra para emocionarme. Ella es interesante y su forma de dar la clase logra atraparme hasta las trancas, muero por venir mañana.

Los pies no se me quedan trabados mientras bajo las escaleras del aula para llegar a la salida. Varios alumnos despiden a la profesora como si la conocieran de toda la vida. No me siento con la suficiente confianza como para hacerlo y en su lugar, simplemente le sonrío recibiendo lo mismo de su parte.

«Es todo un avance», pienso.

— ¡Ey! — llama una voz grave detrás de mí. Sigo caminando, seguro que no es a mí. No es a mí, me repito. Sé de quien es esa voz y no habla para mí —. ¡Nora!

Menudos cojines tiene el gilipollas.

No detengo mi caminar, me niego a hacerlo. En su lugar, sacudo la cabeza y pongo mis pies uno delante del otro tratando de no tropezarme a causa del nerviosismo que estoy aprendiendo a controlar. Un brazo impide que siga.

— ¿No me has escuchado? — pregunta cuando estoy enfrente de él.

— Lo siento, estaba escuchando música — respondo levantando el móvil.

Enarca una ceja —. ¿Con qué auriculares? — interroga.

Un rastro de una sonrisa se muestra en su rostro sucumbiendo a que las arrugas aparezcan a cada lado de las comisuras de su boca. Estoy a punto de soltar un gruñido cuando me retengo de hacerlo. No va a conseguir ponerme nerviosa. No me voy a poner nerviosa.

¡No me beses! (U.D.S.#4)Where stories live. Discover now