Capítulo 23

13.7K 784 141
                                    

Hay cosas que aprender y hay cosas que reprogramar. Hay cosas que soy y no quiero ser. Hay cosas que aún no soy y quiero serlo. Hay cosas que aún no sé, pero estoy buscando saber. Estoy en construcción, pero he estado en demolición.

— Ron Israel.

— Ron Israel

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Me costó diez enormes y largos minutos meter la llave en la cerradura y abrir la puerta. El interior olía a él, al coco que se impregna en su piel y que inspiro como una loca psicópata cada vez que estoy cerca de él. Las paredes no se encontraban cubiertas de ningún cartel, ninguna foto o algo con lo que distinguiera sobre ellos.

El salón era completamente blanco, casi de un tono insano como en un hospital, con la misma distribución que había en nuestro apartamento. Deseé durante un segundo estar en mi habitación, no pensar en el hecho de que había venido a este apartamento por que me preocupaba por él más de lo que una amiga haría.

No tenía ganas de seguir pensando en ello, de estar con mi cabeza únicamente enfocada en ese factor por que ese dato tenía el poder de poner mi mundo patas arriba sin siquiera quererlo. Chad ponía mi mundo del revés con su simple presencia, aunque no me viera, no me hablara o no me sintiera, su poder era escalofriante incluso para mí.

Habría sido increíble ser capaz de girarme, de resetear mi cabeza y no volver jamás. De no recordarle, de no acordarme de nuestras largas charlas por la noche o de nuestras quedadas hasta altas horas de la madrugada. De su sonrisa mientras me trae la cena, de sus guiños al tratar de coquetear conmigo, de sus ojos achicándose, emocionados, cuando se me ocurre decir algo que me sale del interior y que le da esperanzas.

Pero, entonces, le veo y todo en lo que deseo se va a una caja fuerte, se cierra y es enviada a un lugar que desconozco. Observo su cuerpo sobre el sofá que Jayden se ha encargado de abrir para formar una cama estrecha.

Solo lleva unos bóxers cubriéndole, con su torso desnudo, se me hace imposible no desplazar la mirada, observarle y distinguir cada parte de su cuerpo. Su pecho, la V de sus caderas y sus abdominales esculpidas como si el mismísimo Leonardo da Vinci hubiera querido representarlo en su obra.

Se encuentra boca arriba con sus labios totalmente pálidos, los ojos cerrados y completamente quieto. Esa es mi señal para dejar de admirarle y ponerme manos a la obra. Dejo el bolso tirado en el suelo importándome bien poco todo. Camino rápida hasta su lugar y me arrodillo hasta estar a su altura.

En ningún momento se ha percatado de que yo me encontraba ahí. No ha habido ni una sola señal de que supiera de mi existencia. Por más que no quiera admitirlo, agradezco que no lo haga. Me brinda la valentía suficiente como para quedarme aquí.

Es mucho mejor cuando no hay preguntas que me imposibiliten el habla. O miradas que me corten la respiración.

Pongo una mano sobre su frente atormentándome de que la fiebre no le baje y de que le note caliente como el infierno. El miedo se apodera de mi cuerpo al ver demasiada temperatura en su cuerpo y con la mayor velocidad a la que mi cuerpo se ha movido nunca, me acerco a la cocina.

¡No me beses! (U.D.S.#4)Where stories live. Discover now