Capítulo 14

17.1K 916 79
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


Los minutos habían pasado volando, viendo el tiempo pasar en una señal de la maravilla que se vivía mientras el chico de ojos pardos me miraba, conversaba conmigo y me hacía reír. Soy incapaz de recordar el minuto exacto en el que había anochecido, el sol se había escapado para descansar y la luna recién comenzaba a despertarse.

Tampoco consigo identificar el instante en el que mis ojos se cansaron tanto como para cerrarlos durante unos segundos y pasar de esa partícula mínima de tiempo a dormir profundamente. Chad estaba a mi lado, le recuerdo sonriendo y diciéndome que me dormiría pronto si seguía así, con su nuca apoyada en el respaldo del sofá mientras fingía que él estaba tan despierto y radiante como si fueran las diez de la mañana.

Solo distingo lo bien que sus brazos se sentían cuando puso una manta sobre mi cuerpo a pesar de estar en pleno septiembre y sentir el calor calándose por todas las partes de mi cuerpo. Nunca he conseguido dormir sin tener algo que me tapara, hiciera el calor que hiciese. Pareció comprenderlo a la perfección.

Jamás me olvidaré de lo nerviosa que me hizo ponerme al momento en el que su cuerpo se inclinó sobre el mío, creyendo que estaba dormida, y sus labios se encontraron con mi frente en el beso más tierno que he sentido nunca. No lo olvidaré, y no sé si eso es lo mejor del universo o el peor milagro que me han concedido en mucho tiempo.

El recuerdo se desvanece totalmente ante la sensación de movimiento. Intento que no se disipe, que siga disponible para poder disfrutar de la vorágine de emociones un minuto más, o una hora más. Los ojos se me cierran con fuerza por el mismo deseo pero, cuando el ligero olor a alcohol se filtra por mis fosas nasales y el sonido de una voz dulce se sumerge en mis oídos como las olas del mar, decido volver al mundo de los vivos.

— Nora — susurra, levanto los brazos llevándomelos a los ojos. Paso las palmas de mis manos sobre mis párpados, restregándolas, tratando de retirar el velo gris que se presenta delante de mí como el telón de una obra de teatro en una televisión en blanco y negro.

Su sonrisa es lo primero que se ve en la habitación, esa sonrisa que esconde tantas cosas de las que me asusto. Frunzo el ceño sin saber de qué se trata tanta diversión. Muevo una de mis manos a mi cabeza pasándomela por el rostro e incorporándome muerta de sueño.

— ¿Qué hora es? — mascullo. Con la oscuridad que hay en la habitación, a pesar de que la luz de la lámpara alumbra todo bastante bien todo a nuestro alrededor, no creo que sean las dos de la mañana ni nada por el estilo.

— Las cinco de la mañana — me avisa aguantando una risotada que quiere escapar de sus labios. Bufo molesta, ya podría haberme dejado dormir en lugar de despertarme a dos horas de tener que levantarme para ir a la cafetería.

— ¿Por qué cojines me despiertas? Tengo que despertarme a las siete — espeto. Si algo no soporto de todo esto es despertarme antes de lo que tengo acordado. Ahora comenzaré a imaginarme que no me suena el despertador, que me quedaré dormida y no me volveré a dormir.

¡No me beses! (U.D.S.#4)Where stories live. Discover now