Capítulo 30

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Llego a paso ligero a la puerta que comparten Chad y Jay. Según lo que acordamos ayer, la canción terminaría de editarse justo hoy, en esta tarde. Ya teníamos la melodía perfecta, la letra que encaba como anillo al dedo y el sonido de la guitarra para darle el toque necesario.

Era simplemente hermosa y englobaba todo en lo que alguna vez había creído.

Alzo la mano con la intención de llamar para que me abran. Sin embargo, las pisadas llegan hasta el descansillo del apartamento desde dentro y una figura aparece abriendo la puerta. Su cuerpo se detiene enfrente de mí tomándose unos segundos para identificarme.

Sonrío.

— ¿Adónde vas con tanta prisa? — interrogo cuando la sonrisa de Jay flaquea y trata de esquivarme.

— Tengo unos asuntos pendientes — menciona antes de voltearse y desaparecer por el pasillo. Niego con la cabeza, la diversión se cala por mi sistema. Ese chico tardará la vida en ser alguien que no vaya corriendo a cada lado.

Regreso la vista al interior del apartamento caminando y cerrando la puerta detrás de mí. Distingo la silueta de Chad yendo de un lugar a otro mientras mantiene el teléfono pegado a su oreja. Me quedo parada ahí en medio esperando que no se fije en mí y siga viendo esa hermosa y pequeña sonrisa que se forma en sus labios.

— Sí, mamá, no me he olvidado — habla hacia la persona al otro lado.

Para mi mala suerte, se voltea y su vista recae sobre mí. Hace un movimiento de cabeza con la intención de saludarme y su sonrisa se agranda. Camino hacia él y me elevo sobre mis puntillas dejando un beso casto en su boca.

Me vuelvo sobre mis talones, trazando el camino hasta el sofá y sentándome de pleno sobre él. La guitarra está de pie, a mi lado. No tardo nada en agarrarla y poner el afinador para prepararla. Si vamos a hacer esto, lo mejor es hacerlo bien.

— Era Nora, hemos quedado para terminar la canción — habla de nuevo.

Alzo la mirada, nerviosa, ante la simple mención de mi nombre en sus labios para explicarle a su madre. Tenía consciencia de que sabían de mí como la chica que lo había rechazado pero no tenía ni la más remota idea de que tenían información sobre mí a nivel personal.

— No sé si va a querer, estamos demasiado ocupados con trabajos y no quiero estresarla — responde, no me mira en ningún momento y siento alivio pues así, por lo menos, no verá mi cara de perro degollado —. Tranquila, yo se lo digo.

Permanezco ahí, simplemente muevo un poco la cabeza posicionando mi vista en el suelo. No estoy segura de si prefiero que deje de hablar y me explique lo que están diciendo (en lo cual estoy involucrada) o si tengo una leve inclinación a irme por patas y no volver hasta relajarme.

Que sepan de mí es una cosa pero que le hayan comunicado a Chad algo para que me digan a mí es razón de más para asustarse. Además de que yo suelo asustarme rápidamente, cosa que odio pero que no consigo evitar.

¡No me beses! (U.D.S.#4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora