Capítulo 25

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Estoy mareándome, el suelo no es suelo, se ha convertido en arenas movedizas desde hacía ya unas horas. El enorme vaso de cristal lleno de una bebida que no tengo ni idea de cuál es en mi mano se derrama por todo mi brazo a causa de los codazos que la gente a mi alrededor. La cual no se percata de que me están dejando muerta.

La sonrisa en mi rostro es imborrable. Las personas a mi alrededor son demasiado borrosas y no consigo distinguir los rostros que poseen. ¿Por qué siquiera parecían sombras? Trataba de buscar a Lynn y a Amber que en algún momento de la noche se habían perdido. ¿Alguien, de todas esas extrañas y asquerosas figuras borrosas, serían ellas?

Aunque todo aquello me habría parecido importante de no ser por que estaba pasándome de copas, lo único que conseguía hacerme reír como una maníaca es que me tiraran la bebida sobre mí. Mi ropa está empapada de un repugnante olor a alcohol.

Miro a cada lado tratando de encontrarlas. El lugar está tan sumido en la música que solo pasa por mi cabeza unirme a uno de esos grupo y ponerme a bailar como si estuviera en una escuela de danza. Sacudo la cabeza encontrándome cada vez con menos alcohol en el organismo y centrándome en lo que verdaderamente importa. No debe ser demasiado difícil una melena pelirroja y un cuerpo de infarto de cabello negro. ¿O era castaño? A la luz del sol se ve más claro.

¿Dónde demonios se habían ido?

La diversión cambia de un momento a otro, sin siquiera esperarlo, a un pánico absoluto. No sé nada de ellas desde lo que a mí me parecen horas y bailar con algún chico ya no parece nada apetecible. El recuerdo de Chad invade mi mente y el corazón se me va a los pies. Me hace recobrar un poco la compostura que había perdido.

Al menos ahora tengo la certeza de que ningún cuerpo se parece al de Chad, ningunos brazos me abrazan como Chad y ninguna voz se parece a la de Chad. Su corazón ni siquiera bombea como el de él ni me transmiten los mismos sentimientos de euforia y tranquilidad al mismo tiempo.

Amber, de un momento a otro, aparece y su rostro se convierte en una mueca de preocupación. Ya ni tan solo escucho la música que se reproduce a toda leche por los altavoces y que me rompe los tímpanos —. ¿Por qué lloras? — interroga.

Es la que mejor se encuentra de todas las que estamos aquí pero eso no evita que la risa tonta le salga de vez en cuando. Ha bebido lo suficiente como para estar bien y no pasarse de la ralla. No está colocada pero tampoco se encuentra correcta para agarrar el coche y llevarnos hasta la residencia.

Niego con la cabeza, no tengo ni idea de por qué lloro. Quizás es por el hecho de que estoy bailando con otros chicos y me imagino que todos ellos son Chad o por que sé perfectamente que nunca llegaré a tener algo así con él. Jamás saldré de fiesta y lo tendré conmigo, bailando y divirtiéndonos. Besándome y diciéndome que se siente de la misma manera en la que yo me siento por él. Volviendo a casa por que no soportamos más calor.

¡No me beses! (U.D.S.#4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora