Capítulo Diecisiete

33.8K 3.3K 791
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Lo doy todo con la canción. Creo que es la vez en la que más me he esforzado en hacer que salga perfecta. Incluso no me equivoco en los momentos que tengo que tocar la guitarra, que eso es raro en mí, muchas veces solo improviso, toco lo que me sale de dentro siempre respetando la melodía, no soy tan inconsciente de dejarme a mí mismo mal. Pero esta vez cumplo todo porque es un regalo y tengo que demostrarle a Lena que mis obsequios son algo a tener muy en cuenta.

Al acabar la canción la ovación es tan estridente que no puedo evitar sonreír. Qué bien lo he hecho y qué grande soy. Ya no hago ningún otro tipo de comentario, solo presento las canciones si considero que es necesario y lo hago como sé, genial. Guiño cuando creo que alguien me está haciendo una foto, lanzo besos a la nada, aunque sé que cada persona que lo vea se creerá que es para ella, y me lo paso bien.

Maldición, estaría haciendo esto toda mi vida si pudiera.

Al acabar, y después de hacer dos canciones extras, salgo del escenario. Me extraña no ver a James a mi lado, siempre suele estar. Es como una tradición, él me acerca la primera toalla y agua, que es justo lo que necesito ahora, hidratarme, tengo la boca seca.

—Oye, ¿y James? —pregunto a un guardaespaldas—. ¿Dónde se ha metido el peor agente del mundo?

—No ha venido.

Ruedo los ojos, ya sé que no está aquí, no lo veo. Es extraño que no me esté diciendo en qué he fallado o cómo mejorar para el próximo, es lo que hace, o mejor dicho, lo que yo le pedí que hiciera. Él suele ver el concierto en mi camerino y ve todas las imágenes que se graban, lo controla desde la sombra. Muy él.

Si no está, es que ha ocurrido algo. Solo me falta saber qué.

No me preocupo, seguro que lo haré cuando lo vea, me limito a sonreír, a hacerme fotos con aquellos fans que pagaron más para poder verme en un sitio mejor, el backstage. En principio estas cosas las hacía después de asearme, porque ahora mismo lo único que me apetece es darme una buena ducha, pero la gente se cansaba de esperar y se quejaban de que tardaba mucho.

¿Cómo no voy a tardar? Me gusta darme duchas largas, asearme bien, cantar, porque sí, canto bajo el chorro de agua es donde hay mejor acústica, mejor incluso que en mis conciertos, medito y a veces me da por bailar. No puedo evitarlo, así se hacen más entretenidas.

No obstante, tengo que posponer ese momento porque ahora toca atender a mis fans. Salgo agotado y sudoroso en todas las fotografías, pero no me importa, ver su felicidad es gratificante.

Al acabar junto a algunos miembros de la banda que me han esperado volvemos a los camerinos, ellos los comparten, uno cada dos, y para mí solo, como debe ser. Lo que no me espero es que cuando abro la puerta del mío, encontrarme a Lena.

Está seria, tanto o más que en nuestro primer encuentro cuando estaba molesta por lo de la fotografía. No sé qué ocurre, pero sonrío, me gusta que esté aquí, lo hace todo más fácil.

La soledad de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora