Capítulo Cuarenta y Seis

26.5K 2.8K 548
                                    

Sí pienso en ti, Sebastian

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.







Sí pienso en ti, Sebastian.
Cada día.

Lena había dado el paso que quería que diese, había hecho su movimiento. Era lo que estaba esperando, lo que deseaba, pero no creía que sería tan pronto. No ha tardado ni un día.

No sé cómo sentirme, estoy nervioso e incluso me empiezan a sudar un poco las manos.

Me había convencido a mí mismo de que no lo haría, que me dejaría las cosas claras pasado un tiempo y que nunca volveríamos a tener esa amistad tan bonita.

No obstante, no es así. Ha reconocido que piensa en mí cada día y yo... yo... no sé cómo actuar.

Leo varias veces lo que ha dicho, quizá para asegurarme de que es real y que no ha sido una mala jugada de mi mente. Hasta que la llamo para escuchar su voz y que me lo diga de nuevo.

No tengo ni ganas de bromear, necesito saber la verdad, su verdad. Y cuando escucho que no miente, que no tiene motivos para hacerlo me relajo un poco, por lo que le admito que no esperaba que la escuchase tan rápido.

Ahí es cuando dice que ha sido su hermana la que se lo ha dicho y habla de las teorías que hay en la red acerca de la canción. No hace falta que me las explique porque yo mismo empecé a leerlas ayer noche porque me aburría. Es sorprendente lo que las fans, porque en su gran parte las que hacían estas teorías son ellas, llegan a acertar sin conocer los aspectos de mi vida que me habían influenciado para componer la canción.

Hablaban de que parecía que la cantaba con mucho sentimiento y que por ello era dedicada a la princesa, porque desde que la había conocido se me veía mucho más relajado y feliz.

No me disculpo por haber compuesto una canción para ella, porque me ha hecho entender mejor lo que sentía e intentaba ocultar, me reafirmo en ello. Lena en lugar de reprochármelo, me acusa de haberla ignorado en lo que creo que es un impulso.

Sí, lo había hecho, necesitaba aclarar mis ideas.

—No quiero tener esta conversación contigo por teléfono, Lena —murmuro—. Tampoco por videollamada. Quiero verte. Necesito verte.

Necesito decirle a la cara lo que siento y que su rechazo sea del mismo modo, porque así podré seguir adelante como si nada. Ahora es como si estuviera en un punto muerto del que no sé cómo salir sin perjudicarme. Había caído en él por mí mismo, porque había dejado que Lena empezase a importarme más que una simple amiga.

Aunque si la veo solo querré acortar la distancia entre nosotros y volver a saborear su boca, porque no había podido olvidar el beso que habíamos compartido y el pequeño caos que había generado después de él. Además, si volvía a besarla sería porque vería que ella también lo querría, no me arriesgaría de nuevo.

—A mí también me apetece verte y que podamos hablar tranquilos.

En sus palabras hay más de lo que cree, porque sé que hay un pero, siempre lo hay, va a poner alguna excusa absurda para que no nos veamos, al igual que he hecho yo durante estos meses, en eso nos parecemos bastante. Menciona lo apretada que es su agenda, llena de actos oficiales y asuntos de princesa que no acabo de entender.

La soledad de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora