Capítulo Setenta y Siete

22.6K 2.2K 337
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.




Si intento pensarlo de forma fría, lo mejor hubiera sido no aceptar su mano para bailar e irme con una bonita sonrisa, despidiéndome de él de forma educada. No he podido hacerlo, al contrario, le contesto sin inmutarme a lo que me dice, como si no me afectase su presencia.

¿Me echa de menos?

No es el único al que le ocurre, yo también lo echo de menos a él, aunque no sé por qué me lo está diciendo. ¿Qué está haciendo? No lo entiendo, estoy intentando hacerlo y no lo consigo. ¿Por qué ahora?

Sus disculpas llegan tarde y de una forma que no me gusta, siento que está forzando la situación, que está aprovechando que no voy a ser maleducada con él al estar en un lugar con tanta gente. Había muchos sitios en los que lo podría haber hecho, podría haber venido a Suecia, sorprendiéndome, enviándome un mensaje siendo sincero, había tantas posibilidades... Y ha decidido hacerlo así.

No quiero dejarme llevar, algo que con él me cuesta. Es de las personas que mejor me conocen, con una de las que me siento más cómoda, después de todo lo que hemos vivido me es difícil actuar como siempre, y sobre todo sintiéndome del mismo modo a su lado.

Mientras lo escucho y bailamos, mis ojos vagan por la sala. Como me supongo, muchas personas están atentas a lo que hacemos, pendientes de nuestras acciones, analizando lo que podemos estar hablando o si tenemos gestos cariñosos, entre ellas los miembros de la familia real británica. No quiero ser descortés con ellos o saltarme el protocolo, pero cuando veo la sonrisa de varias de ellas, sé que no les importa o eso es lo que parece.

La voz de Sebastian hace que vuelva a mirarlo y me pierda en cierta forma. Él es de las pocas personas que consiguen transmitirme lo que sienten a través de sus ojos de forma clara y transparente. Esta vez no es distinto, me está mirando con tanta intensidad que sé que no miente, que todo lo que está diciendo es lo que piensa y siente. En sus ojos azul zafiro veo tan claro que me quiere y que está enamorado de mí... Al igual que yo.

No obstante, no me sirve. No puede hacerlo. Una disculpa no arregla nada, lo nuestro sigue igual de roto que antes de que empezáramos a bailar.

—Me equivoqué —repite y su voz no tiembla, es firme—. Lena, te echo muchísimo de menos.

—¿Me echas de menos a mí o echas de menos la forma en la que te sentías a mi lado?

Se queda callado pensando lo que decir y sé que he dado en el clavo. Lo conozco casi a la perfección, sé que una de las cosas que más echa de menos es lo fácil que parecía todo conmigo y lo feliz que era.

Sebastian cambia de tema y aprovecha que la música se vuelve un poco más lenta para acercarme más a él. Estamos a escasos centímetros de distancia y sé que si él quisiera besarme, podría hacerlo sin que me diese tiempo de apartarme.

La soledad de la coronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora