Capítulo XXXI.

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   Pasé mis dedos por debajo de los lentes y logré estrujar mis ojos. El estar tanto tiempo frente al ordenador solía cansarme lo suficiente como para querer largarme una vez el reloj marcara las once.

   Tenía una camisa de vestir rojo carmesí, cuyas mangas enrollé hasta los codos; pantalón negro bien planchado y zapatos muy brillantes. Para ser lunes, mi ánimo estaba bastante elevado: siempre empezaba ese día con una flojera enorme.

   El toque de la puerta, seguido de un "¿Puedo?" me interrumpió.

   —Sí, Denny.

   El mencionado abrió la puerta y se adentró. Aquella acción hizo que alzara mi rostro para poder verlo. Llevaba puesta un delgado suéter de un color lila, pantalón de mezclilla y un par de zapatillas blancas. Su rostro estaba ligeramente bronceado y tenía una sonrisa de oreja a oreja.

   —Ay, no...

   —¡Sí, John, sí! —espetó, tomando asiento frente a mi escritorio—. ¡Fue lo mejor, en serio! Linda es una mujer tan... agh, John. Es perfecta, lo juro. Siento como que si estuviera enamorándome otra vez de la niña de catorce años. Es... es divertida, tiene buen sentido del humor y... no, John, las palabras no son suficiente.

   —Paul estuvo en mi casa el fin de semana, bueno... no todo porque el domingo en la mañana se fue porque tenía que arreglar algunas cosas —dije.

   —No me hables de ese idiota.

   —El idiota eres tú —repliqué. Me molestó que tildara a Paul de esa forma—. Linda está casada con él y...

   —Se van a divorciar —me interrumpió—. Linda me contó el sábado que iba a comenzar con el proceso de divorcio el lunes.

   —Okey, como sea... pero entiende que Paul la...

   —¡No me importa si él la ama o no! Linda no lo hace y eso es lo que verdaderamente importa. Ha sido lo suficientemente infeliz en tener que casarse con un tipo que no ama, y ya es hora que sea feliz.

   —¿Por qué ella dice eso?

   —Se casó porque Paul estaba de fastidioso —contestó—, y porque en ese momento no encontraba a alguien que tuviera la madurez para asumir una relación seria. Él era el único idiota.

   —Agradecería que le dejaras de decir así.

   —¡John, por amor al cielo! ¡Yo sé eres ciego, pero no tanto! Paul no te ama, no te quiere, nada más te usó. Ya deja de preocuparte por él, deja de darle importancia porque él no te la dio a ti.

   —Bueno, pero si me usó es problema mío. Yo veré qué hago con mi vida.

   —Si tuvieras una pizca de dignidad, no estarías pasando por esto.

   —Ay, ya. Supera el tema. Yo ya no quiero a Paul de la misma forma en que lo hacía antes... o al menos eso estoy intentando.

   —Eso suena a que todavía lo sigues queriendo.

   —Un poco... —suspiré—. Cada vez que recuerdo las cosas que hizo o que me dijo, siento las ganas de alejarme mucho... pero al mismo tiempo lo veo ahí... tan frágil, que me dan ganas de volverlo a intentar. Tengo miedo de que vuelva a herirme. Estoy confundido; él me confunde mucho.

   —Mantenlo alejado de Linda.

   —No, Denny —sacudí mi cabeza en negación—. Linda lo hace feliz y yo quiero que él sea feliz.

   —¡Pero..., agh, John! ¡No soporto lo estúpido que eres ahora!

***

Your Heart is all I have ➳ McLennonWhere stories live. Discover now