Capítulo 6.

17.4K 790 23
                                    

NARRANDO DANIEL.

Ella baja las manos hasta mi pantalón, lo quita con rapidez, sigo besándola, termino quitándole el pantalón y bajando su ropa interior, agarro su mano colocándola en la cama y la miro riendo.

— Me encantas. —Jadea de nuevo.

Me pongo el preservativo, seguidamente entro en ella con rapidez, inclina la cabeza hacía arriba soltando un intenso gemido, clava las uñas en mi espalda haciéndome cerrar los ojos. Aumentó la velocidad de mis embestidas, su hermano no nos escuchará debido a la música y ella se aprovecha para gritar bastante alto, rodea mi cintura con sus piernas para hacerlo cada vez más rápido. Beso su cuerpo, ella cierra los ojos dejándose llevar, bajo hasta su intimidad y la beso, ella gime para seguidamente reír.

— Calladita. —Me rio.

Ambos terminamos en un orgasmo mutuo que nos empuja al clímax, me subo los pantalones, voy hacía en espejo y miro mi cuello.

— ¿Qué dije de los chupetones? —Pregunto molesto.

—  No te enfades —Ríe.

— Te lo dejaré pasar —La señalo.

—  Quédate. —Muerde su labio.

— Yo no duermo con nadie, lo sabes de sobra.

NARRANDO LEDRA.

Tras darme una ducha me siento en la cama para revisar los mensajes de mi móvil, mi padre llama a la puerta y se sienta a mi lado.

— ¿Pasa algo papá? —Pregunto.

— He oído que ha habido un tiroteo, quería saber si tú has visto algo.

— ¿Yo? No, yo no me meto en barrios así, ya lo sabes. —Sonrío.

— Lo sé —Me acaricia.

— No te preocupes —Sonrío.

Besa mi frente, seguidamente se marcha, me tumbo en la cama y suspiro, poco después de quedo dormida hasta la mañana siguiente.

— !Despierta bruja!  —Grita Lorenzo.

— Sal de mi habitación o mueres. —Advierto.

— ¿La niña sigue dormidita? ¡Eso le pasa por llegar tarde!  —Ríe.

— Cállate.

Me levanto, los empujo hasta echarlos de la habitación, recojo mi pelo y busco el uniforme.

— Hija llegamos tarde. —dice mi padre.

— Ahora tú tienes la culpa. —Se burla Lorenzo haciéndome reír.

Lo empujo riendo, cogemos nuestras mochilas y subimos al coche, cuando llegamos los dos salen disparados, yo me despido de mi padre y me acerco a Alícia.

— Buenos días —Dice ella.

— Borracha. —Digo riendo.

— No estaba tan borracha Lucía si. —Se defiende.

— Las dos un poco. —Me burlo.

— Idiota, no es nuestra culpa que no quieras beber demasiado.

— ¿Para volverme una loca a la qué casi atropellan? —Pregunto.

— El buenorro de la moto. —Suspira.

— Tampoco era para tanto.

— No, digo que está ahí y al parecer no solamente es un buenorro, si no dos y gemelos.

Me giro, efectivamente ahí está, sin casco y con las mismas gafas de sol con las que lo conocí.

— Parece que ya sabemos quién mete la droga en nuestro instituto. —Añade Alicia.

Me pongo realmente furiosa, no hace mucho que encontré a Matías apunto de meterse esa mierda. Me acerco a él y toco su hombro molesta, él gira la cabeza, empieza a reír y alza la ceja.

—  La mandona.

— ?Tú eres quién está metiendo droga? —Pregunto enfadada.

— Yo la vendo, pero ellos la meten en tu instituto, no es mi culpa. —Dice haciéndose el inocente.

— Eres un inconsciente ¡Son solamente críos! —Ataco.

—  ¿Has venido solamente para echarme una charla? Vaya, mandona y gruñona, lo tienes todo. —Se ríe.

— Eres un estúpido.

Me giro para irme pero me agarra la muñeca obligándome a detenerme y mirarle.

— Te voy a tener que lavar la boca con jabón, ayer me insultabas y hoy también ¿Qué te he hecho? —Pregunta riendo.

— Me dan repugnancia las personas como tú.

— ?A si? —Sigue riéndose— ¿Crees qué me importa? No preciosa.

— No quiero tus piropos.

—  Te los doy igual. —Vuelve a reírse.

— ¡Suéltame! —Exclamo.

—  ¿Y si no quiero qué? —Pregunta.

Le doy una fuerte bofetada con la mano que tengo libre, él se sorprende y baja de su moto.

— Y tenías cara de buena. —Frunce el ceño.

— Con personas como tú no soy buena.

—  ¿A no? ¿Eres mala? —Pregunta con voz ronca.

— Deja de burlarte, estúpido.

— Me estoy cansado de tus insultos. —Advierte.

— ¿Y qué piensas hacer? —Pregunto

— Pues mira.

Saca cinta adhesiva, corta un pedazo y me lo pone en la boca, eso desata mucho más mi enfado, me lo quito rápidamente.

— Así te ves mucho más guapa.

Levanto la mano para golpearlo pero me vuelve a agarrar la muñeca, pone su cara a centímetros de la mía sin dejar de lucir su irritante sonrisa.

— Sh, muy mal niña buena, debería atarte esas hermosas y suaves manos. —Dice con una voz ronca y excesivamente sexy.

Nuestro amor es animal. Where stories live. Discover now