Capítulo 56.

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NARRANDO LEDRA.

Él no se inmuta, mantiene la mirada Ida, mi padre me observa y niego con la cabeza.

— No puedes hacerme esto Dani.

— Lo que no puedo hacerte es meterte en esta vida de mierda Ledra.

— ¡Sal de ella de una puta vez! —Exclamo.

— Lo intento pero si no es una cosa es otra, hoy es esto, mañana puede que no consigamos contarlo Ledra.

— ¿Entonces se acabó?

— Se acabó.

Asiento con la cabeza, agarro mi mochila y paso por su lado, mi padre camina detrás de mi, llegamos a su coche, Daniel no baja, no tiene intenciones de detenerme, miro por última vez y me subo en el coche.

— Hija. —Murmura mi padre.

— Ahora no. —Digo sin mirarle.

NARRANDO DANIEL.

Me asomo por la ventana, veo como se marcha, golpeo la pared y grito, Jesús se levanta cojeando.

— No digas nada.

— Te estás causando sufrimiento y la estás destrozando a ella.

— Prefiero hacerlo —Le miro— que se aleje, que me odie, no puedo asegurarle que podré salir de esto, no puedo asegurarle que tendrá una vida fuera de las drogas.

— Te entiendo hermano.

— Hoy nos han disparado, poco después de lo que nos ha pasado, pero mañana pueden matarme hermano y no quiero ese sufrimiento para ella.

Me siento en la cama, Jesús también se sienta, ambos estamos completamente jodidos, decido pedir una botella al servicio de habitaciones, ahogando las penas no solucionaré nada, lo sé, pero por un rato olvidaré todo.

Los dos bebemos, acabamos completamente borrachos, todo nos da vueltas y aparece la melancolía.

— ¿Recuerdas las palizas? —Pregunta.

— Nunca podré olvidarlas. —Respondo serio.

— Decían que éramos rebeldes pero sólo éramos niños que querían volver con sus padres —Miro al techo.

— Lo que más recuerdo es cuando nos encerraban en aquella habitación oscura, decían que ahí encerraban a todos los niños rebeldes y desobedientes, llorábamos por miedo.

— También recuerdo que a los nueve años ese sitio ya no nos asustaba.

— Ningún castigo lo hacía. —Ambos reímos irónicamente.

— Los robos a media noche.

— Las peleas en las que solo podía quedar uno.

— Muchos nos juzgan pero pocos conocen nuestra horrible historia.

Cierro los ojos, siento un dolor inmenso en el pecho, después de beber, reír, llega la melancolía, el vacío por dejar ir a la única chica que he querido en toda mi vida.

NARRANDO LEDRA.

Llego a mi casa, mi madre me mira, subo directamente a mi habitación sin esperar un te lo dije que no quiero escuchar. Cierro con el pestillo, me tumbo en la cama, rompo en llanto con la almohada en mi rostro, no soporto este intenso dolor que me destroza, nunca lo había sentido y ya entiendo, este es el vacío del que muchas personas hablan.

— Bruja, abre la puerta. —Insiste Lorenzo.

— Nosotros no vamos a juzgarte. —Asegura Matías.

Me levanto, abro la puerta, ambos me abrazan, serán muy idiotas pero son los hermanos más maravillosos del mundo y me hacen sentir menos sola.

— No vamos a preguntarte nada —Les miro— Solo vamos a estar contigo.

— Le has plantado cara a mamá y debes sentirte orgullosa de haberlo hecho —Agarra mi mano— nada más.

Vuelven a abrazarme, rompo en llanto mientras lo hacen, ambos acarician mi cabeza intentando consolarme.

— Os quiero, muchísimo.

— Matías trae helado de chocolate y varias películas —Me rio— de terror.

— ¿Terror? Lo odiáis. —Sonríen.

— Pero tú te ríes de nosotros —Me rio.

— Encima helado.

— Es lo mejor para las tristezas.

Le miro con dulzura, Matías trae las películas y el chocolate, nos sentamos en la cama y vemos la película mientras me río de las caras de terror que ponen.

Me hacen olvidar un poco todo lo que me pasa, pero el dolor sigue estando ahí, dentro de mi haciéndome mierda por dentro.

NARRANDO DANIEL.

Despierto por la tarde, Jesús despierta poco después que yo, tenemos varias llamadas de nuestros padres adoptivos pero yo no hablo con ellos desde que pasó aquello, Jesús cojea hasta llegar al teléfono y pedir que nos traigan algo de comer.
Comemos, de repente suena mi móvil, es Ezequiel, miro a Jesús y lo cojo dispuesto a rechazar la propuesta.

LLAMADA TELEFÓNICA

— Como no te pasas por aquí quiero que me des la respuesta y dejes de hacerte de rogar. —Dice y al parecer bastante furioso.

— Me hago de rogar todo lo que me apetezca ¿Entiendes?

— No tienes mucho que pensar, pasarías la mercancía e incluso ganarías muchísimo dinero vendiendo la tuya.

— Lo sé, eso me quedó claro.

— Aceptarás.

— ¿Cómo estás tan seguro? —Pregunto.

— Eres un ambicioso —Ríe.

— Lo soy, pero no imbécil, me arriesgaría a acabar muerto o en prisón.

— Aceptarás.

— No estes tan seguro, tú serás quien se arriesgue o busca a otro pardillo.

— No me has entendido, aceptarás.

— No me hagas reír.

— Primero pensé en amenazarte con tus padres —Frunzo el ceño— pero me han hecho saber de alguien por la que darías tu vida si es necesario ¿Te viene alguien a la mente? —Ríe— Joder tío, es preciosa.

Nuestro amor es animal. Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum