Capítulo 36.

13.4K 687 13
                                    

NARRANDO LEDRA.

Cuelgo al oír a mi madre, no puedo evitar lucir una sonrisa gigantesca.

— Venga hija, que llegas tarde. —Me dice mi madre.

— Voy enseguida mamá.

Se marcha, meto ropa en mi mochila para cambiarme, no quiero llamar la atención con este espantoso uniforme. Como todos los días mi padre me lleva al instituto junto a mis hermanos, ellos me molestan durante todo el camino, son unos idiotas.

— Adiós cariño. —Mi padre besa mi frente.

— ¿A qué hora salís de trabajar hoy? —Pregunto.

— Pues yo saldré después de comer, tu madre no sé a qué hora saldrá.

— Vale, entonces comeré fuera con Alícia.

— Ten mucho cuidado —Besa mi cabeza—adiós chicos.

Salimos el coche, Alícia me espera, ella me guiña el ojo y nos detenemos para disimular.

— ¡Venga bruja! —Exclama mi hermano Lorenzo.

— Cállate y entra. —Ríe.

— Dios, creía que era Dani con coche —Me giro.

— Es Jesús, esta vendiendo. —Me aclara Alicia.

— Te espera donde te dijo —Sonrío— debes estar aquí a las cinco.

— Vale, estaré aquí, no quiero meterte en líos.

Le doy un abrazo, entro con Alícia, ambos disimulamos, voy a la parte de atrás y ahí está él, con sus típicas gafas de sol, luciendo una sonrisa maravillosa.

— ¿Vas a saltar? —Me pregunta luciendo su hermosa sonrisa.

— ¿Me coges? —Ríe.

— ¿Y si te dejo caer? —Alza la ceja.

— Gilipollas, confío en ti.

Subo para saltar la valla, él se pone debajo de mi, salto sin pensarlo dos veces y me coge, coloca sus manos por debajo de mi trasero.

— Las manos te las corto. —Advierto.

— Encima que te cojo. —Ríe.

— Ya puedes soltarme.

— No quiero. —Pongo mi nariz encima de la suya.

— Nos van a pillar y llamarán a mi madre. —Murmuro

— Me advirtió que si me acercaba ti llamaría a la policía —Empiezo a reír.

— ¿Y no te da miedo? —Pregunto.

— ¿La policía? Nunca me ha dado miedo.

— Suéltame, tengo que ponerme el casco.

Me deja en el suelo, abre el sillón de la moto y saca un casco, me sorprendo y me río.

— ¿Para mi?

— Especialmente para ti. —Humedece sus labios.

— Recién comprado por lo que veo —Ríe.

— Eres la única chica que ha subido tantas veces a mi moto y la única que la ha conducido.

— Debo sentirme especial ¿O sospechar?

— ¿Sospechar? —Arruga la frente.

— Si, sospechar que no he sido a la única que se lo has dicho.

— Puedes sospechar lo que quieras —Sonríe— No me importa.

Alzo la ceja, cojo el casco y me lo pongo, él se pone el suyo, subimos a la moto, lo agarro de la cintura y me mira desde el retrovisor.  Después de casi media hora llegamos a un parque, cruzo los brazos y me mira confundido.

—  ¿Qué? —Pregunta en medio de una carcajada.

— Sabes donde están muchos parques, este no será otro parque donde vendes esa mierda ¿No?

— Pues no, lista —Me rio— aquí venía yo para despejarme cuando tenía un día de mierda, ven.

Agarra mi mano, me lleva hasta un árbol donde hay muchas fechas grabadas, seguidamente me agarra por la espalda y me besa el hombro.

— ¿Y esto? —Toco el árbol.

— Las fechas de todos los días que estuve aquí.

— Has tenido una vida mala, entiendo que quisieras distraerte y despejarte haciendo esto.

— Tenía quince años cuando empecé a venir, después dejé de venir, ya sabes, empecé más fuerte con esta mierda y comprendí que mi rabia no se iría por grabar fechas en un estúpido árbol.

— Ese es tu problema —Le miro— dejas las cosas que te hacen bien para hacerlo todo mal.

— Esto no me hacía bien.

— Quizás no pero lo intentabas y lo dejaste —Suspira.

— Nunca he tenido un hombro en el que apoyarme. —Confiesa dolido.

— ¿Y Jesús?

— Jesús ya tenía suficiente con lo suyo para tener también lo mío, ambos sufríamos en silencio cada noche y aún seguimos haciéndolo.

— Me gusta que te sinceres conmigo.

— Me da vergüenza que sepas mi historia, que sepas todo lo malo que he hecho. —Acaricio su mejilla.

— Te he visto huir de la policía, no voy a pensar nada malo de ti.

— No sabes ni la mitad de mi historia Ledra, es todo horrible.

— Quiero que confíes en mi. —Murmuro.

— Confiar —Dice con ironía— no puedo confiar en nadie, nunca podré.

— ¿Por qué? —Pregunto.

— Porque la confianza da asco. —Responde.

— Dani —Acaricio su rostro.

— Cámbiate, se que no te gusta sentarte en el césped con esa faldita —Me rio.

— Vale pero no me sigas y no mires.

Resopla, le saco el dedo del medio y empieza a reír a carcajadas, me pongo detrás de una roca tapada por unos arbustos, cuando salgo el me mira de una manera diferente, de una manera dulce.

— ¿Por qué me miras así?

— Porque eres lo más hermoso que he visto en toda mi vida. —Dice con una vo demasiado ronca.

— Vas a hacer que me sonroje y quizás se lo digas a todos tus polvos.

— Anda, ven aquí. —Agarra mi cintura.

Me acerco, me sienta en sus piernas y me abraza, me aparta el pelo, besa mi hombro haciendo que cierre los ojos.

— Te quiero. —Murmura haciendo que mi piel se erice y mi corazón enloquezca.

Nuestro amor es animal. Where stories live. Discover now