Capítulo 17.

14.5K 739 12
                                    

NARRANDO LEDRA.

Hago una mueca con los labios, siento como me los acaricia con la yema de sus dedos, cierro los ojos, no entiendo porqué pero lo hago inconscientemente.

— Estoy tan jodido que no me gustaría joderte también a ti. —Confiesa en un murmuro.

— ¿Por qué estás así? —Pregunto en un susurro.

— No cuento mi vida. —Responde.

— Pero.. —Niega y se aparta.

Es la primera vez que él se aparta, siempre he sido yo, coge el casco y me lo ofrece.

— Te llevo, es tarde para una niña fresa. —Me sonríe.

— ¿Por qué te has detenido? —Pregunto seria.

— ¿Detenerme? ¿Yo? —Pregunta para evitar responderme.

— Si, según tú te debía un beso y cuando me lo vas a dar te apartas.

— ¿La niña mandona deseaba un beso? Oh dios, esto sí que es raro. —Se burla.

— No pero, ha sido extraño, no sé. —Digo mirándolo fijamente.

— Anda sube a la moto. —Me dice.

— Pesado y gilipollas. —Me río.

— Ya empieza —Ríe.

Me pongo el casco, él sube y subo detrás de él, nuevamente me niego a agarrarlo pero él coge mis muñecas y me obliga.

— Así estarás más segura. —Dice serio.

— ¿Vas a correr mucho? —Pregunto nerviosa.

— Lo suficiente para que te des cuenta de lo bonita que se ve la vida desde una moto. —Responde apasionado.

Arranca, acelera bastante, al principio me asusta pero después empieza a gustarme, pego mi cabeza a su espalda, él agarra mi mano despacio y eso me pone muy nerviosa.

— ¡No tengas miedo niña fresa! —Grita.

— ¡Vas muy rápido!  —Grita.

— ¡Conmigo no te pasará nada!

Sus palabras me hacen sentirme segura, no entiendo porqué me siento así con él, pero es una sensación que me gusta.

— Llévame a otro lugar, no quiero volver a casa. —Sonríe.

— Es tarde niña. —Me dice.

— Que aburrido eres. —Cruzo los brazos.

— Oh, no vuelvas a repetirlo. —Frunce el ceño.

Empiezo a reír, termina llevándome a otro parque pero no tan solitario, bajo de la moto, él se sienta en el césped y lo miro alzando la ceja, se ríe, vuelve a quitarse la chaqueta para ponerla en el césped.

— Oye. —Me siento en el césped.

— ¿Me has hecho poner mi cazadora para nada? —Pregunta.

— Exacto. —Se ríe.

Saca un cigarro, lo enciende y empieza a darle caladas, lo observo y él se encoge de hombros.

— ¿Qué? —Alza la ceja.

— Nada —Sonrío.

—  ¿Tampoco te has juntado con chicos fumadores?

— Claro que si ¿Piensas qué soy tonta?

— Eres una niña fresa —Dice riendo.

— Deja de llamarme así. —Lo empujo.

— ¿Has dejado tú de llamarme gilipollas? —Pregunta con esa maravillosa y sexy sonrisa en sus labios.

— Nunca dejaré de hacerlo. —Respondo.

— ¿Qué? —Se hace el ofendido.

— Oh pobre, lo he ofendido. —Me burlo.

— Te vas a enterar.

Empieza a hacerme cosquillas, pataleo, grito y rio, de repente consigo quedarme encima de él, descubro que también tiene cosquillas y se las hago, él ríe y yo también lo hago.

— Para, mandona, para —Me rio.

— Pídeme perdón. —Exijo.

— ¿Qué? Jamás.

— Pues no paro.

— Pues yo tampoco. —Me hace reír.

También me hace cosquillas, termino totalmente tumbada encima de él riendo a carcajadas.

—  Vaya Daniel —Dice un chico y paramos—¿Otra a la qué te estás tirando? —Pregunta.

Me quito de encima de Dani, él lo mira con el ceño fruncido bastante furioso.

— Fuera. —Le dice.

— Déjale.

—  Vale, no quiero interrumpir tu próximo polvo. —Dice el chico riendo.

— Yo a este lo mato. —Murmura Dani.

Lo agarro, él me mira muy enfadado.

— No voy a permitir que diga eso de ti. —Su ceño sigue fruncido.

— Vámonos —Miro mi reloj— tenías razón, es tarde.

Ambos nos levantamos, me pongo el casco y subimos a la moto, él arranca y durante todo el camino estamos callados. Cuando llegamos él agarra mi muñeca.

— Siento lo del imbécil ese. —Susurra.

— Al parecer eres muy conocido, tranquilo, es normal. —Digo encogiéndome de hombros.

— Hasta que nos volvamos a ver. —Sonrío.

— Adiós.

Suelta mi muñeca, camino hasta mi puerta pero me detengo, me giro y él está detrás de mi.

— Espero que no te arrepientas de la no cita que hemos tenido. —Me advierte.

— Bueno, casi nada. —Sonríe.

Agarra de nuevo mi muñeca, mi cuerpo por si solo se acerca al suyo, él sonríe, acaricia mi mejilla con su mano derecha y suspira. De repente me besa, lo hace sin más, le sigo el beso entrelazando nuestros labios, nos sumergimos en un beso lento y apasionado, suelta mi muñeca, mis brazos rodean su cuello, me mantengo de puntillas porque él es un poco más alto que yo, de repente siento como sus brazos me levantan los pies del suelo para que podamos besarnos sin complicaciones. Quizás este sea el mayor error de mi vida pero no me importa, en este jodido instante no me importa lo que está mal o lo que está bien.

Nuestro amor es animal. Where stories live. Discover now