Capítulo 35.

13.5K 682 21
                                    

NARRANDO DANIEL.

Inclino la cabeza hacía arriba, soplo bastante agobiado, espero varios minutos para saber que está pasando pero no veo nada, acabo subiendo a la moto y marchándome.

Llego a mi casa, afortunadamente la policía ya se ha ido, ahora tengo que enfrentar a mis padres, Jesús viene a la misma vez que yo, lo miro y encogemos los hombros.

— Nos toca. —Dice él.

— Eso me temo.

Entramos, nuestros padres adoptivos recogen los destrozos que las balas han causado, cristales rotos, jarrones rotos, la puerta llena de agujeros, cuando entramos ambos cruzan los brazos y nos miran.

— Estaréis contentos. —Dice nuestra madre adoptiva muy enfadada.

— No, no lo estamos.

— ¿Creéis qué nosotros merecemos esto? —Pregunta nuestro padre adoptivo.

— No. —Respondo.

— Pues estamos pagando las consecuencias de vuestros actos.

— Un lo siento no arreglará nada pero lo siento.

— Yo también. —Añade Jesús.

— ¡Por supuesto qué no arreglará nada! Esto es todo culpa de vuestros malditos negocios. —Grita él.

— No, no tiene nada que ver con la droga, ha sido mi culpa.

— ¿Qué has hecho para qué quieran matarte? —Pregunta ella.

— Acostarme con la hermana del que ha hecho esto.

— Esto es un lío de faldas ¡Ahora sí qué me parece increíble!

— Jesús no tiene culpa, yo decidí acostarme con ella. —Digo defendiéndolo.

— ¡Esto es una locura!

Nuestro padre adoptivo nos mira furioso, acaba marchándose, nosotros ayudamos a recoger un poco.

— Ir a vuestra habitación. —Exige ella.

— Ya no somos pequeños para que nos ordenes.

— Será mejor que lo hagáis, no es buen momento para vuestras chulerías.

Entro en mi habitación, cierro la puerta de un fuerte portazo y me tumbo en la cama, esta vida cada vez es más mierda.

NARRANDO LEDRA.

Mi madre me obliga a sentarme, ella y mi padre se sientan delante de mi, presiento que me harán un interrogatorio.

— Antes de que mamá empiece a exagerar quiero decir que él no es malo.

— ¡Es un delincuente! —Grita.

— No lo ofendas más. —Exijo furiosa.

— Hija, ese chico no es bueno para ti. —Añade mi padre.

— No sabéis lo que es bueno para mi.

— Te hemos dado la mejor educación, llevado a los mejores colegios, no puedes salir con un chico así, tiene antecedentes hija, en cualquier momento puede ir a prisión ¿Y entonces qué?

— Solamente me ha traído a casa.

— Os he visto, os estabais besando.

— Si, un beso ¿Tan malo es? —Resoplo.

— Un beso no es malo hija, malo es quien te lo da.

— Dani no es malo, no intentéis dar la vuelta a las cosas, yo he estado subida en su moto porque he querido, el beso me lo ha dado porque he querido.

— No es bueno para ti cariño, sabes qué siempre respetaré tus decisiones pero esta no puedo aceptarla, eres mi niña y él ha tenido problemas con la policía.

Suspiro, les miro y asiento con la cabeza.

— Vale, queréis que no vuelva a verle ¿No? Pues no lo veré más. —Me levanto.

— Confiamos en ti hija, sabemos que eres buena niña y que no nos volverás a mentir. —Asegura ella.

— No lo haré ¿Puedo irme de una vez a mi habitación?

— No has cenado cariño.

— No tengo hambre.

Mis hermanos me miran, yo paso de ellos olímpicamente, subo a mi habitación y cierro de un portazo. Cojo mi móvil, llamo a Alícia y ella me responde al instante.

LLAMADA TELEFÓNICA.

— Me han descubierto con Dani. —No puedo dejar de reír.

— ¿Y te hace gracia? —Se ríe.

— Estoy feliz.

— ¿A qué se debe la felicidad?

— Esta enamorado de mi. —Digo emocionada.

— ¿¡Qué!? —Me rio.

— Y necesito un gran favor.

— El que quieras.

— Necesito su número —Ríe.

— ¿Y cómo quieres qué lo consiga? ¿Estás loca? —Pregunta.

— Las dos sabemos que eres capaz de eso y de más —Reímos.

— Tienes razón pero no te prometo nada.

— Te quiero. —sonrío.

— Y yo, pelota. —Me rio.

CUELGO.

Mi padre me sube algo de cenar, se sienta a mi lado y besa mi cabeza.

— Tú felicidad siempre será la mía, no lo olvides. —Me acaricia.

— Te quiero. —Lo abrazo.

— Y yo princesa, ahora cena y a dormir, que mañana tienes clase.

— Vale —Sonrío.

Se marcha, ceno y me acuesto, no puedo dejar de pensar en Daniel. Termino dejándome vencer por el sueño, al día siguiente me levanto temprano, peleo con mis hermanos por el baño, me ducho y bajo a desayunar.

De repente mi móvil suena, esta en mi habitación y voy a por él, es Alícia.

LLAMADA TELEFÓNICA.

— ¿Lo has conseguido? —Pregunto ansiosa.

— Ha conseguido algo mejor. —Dice Daniel.

Cierro la puerta deprisa y me siento en la cama.

— Estas loco.

— Quiero que metas ropa en tu mochila algo de ropa, que salgas como todos los días para ir al instituto sin levantar sospechas, esperes a que tu padre se marche, yo estaré esperándote detrás de tu instituto. —Río.

— ¿Sabes qué mi madre es abogada? Estás completamente loco.

— Por ti haría cualquier cosa, no me importan las consecuencias. —Muerdo mi labio.

Nuestro amor es animal. Where stories live. Discover now