Capítulo 23.

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NARRANDO DANIEL.

Anabel sigue besando mi cuello, cierro los ojos y muerdo mi labio, la aparto, ella frunce el ceño y suspira, me levanto, abrocho el botón de mi pantalón, me acerco al espejo y limpio las marcas de labial, paso los dedos por mi pelo y la miro.

— Hoy estás más distante que nunca ¿Estás bien? —Pregunta ella.

— Si —Respondo frío— Me voy antes que tu hermano me busque.

— Ambos sabemos que te importa una mierda si mi hermano nos descubre o no.

— Si, efectivamente me importa una mierda pero es mi colega y uno de mis mejores clientes. —Le digo.

— Siempre acabamos igual —Ríe.

— No esperes una charla de buenos amigos, ni una estúpida relación porque eso no ocurrirá nunca.

— Me quedó claro. —Muerde su labio.

— Nos vemos.

— Y espero que la próxima vez me hagas gemir como solo tú sabes. —Sonríe.

— Lo haré. —Sonrío— Adiós guapa.

Me marcho, bajo buscando a Jesús, él distrae a Raúl para que no me vea bajar, cojo una cerveza, me enciendo un cigarro y me siento con ellos.

— ¿Dónde estabas? —Pregunta Raúl.

— Haciendo unas llamadas.

— ¿A la hermosa niña fresa? —Lo miro y frunzo el ceño.

— No vuelvas a nombrarla. —Advierto.

— Vale, vale, yo digo lo que se dice por ahí.

— Me importa tres mierdas lo que digan por ahí.

— Vale.

— No vuelvas a llamarla así o te parto la boca ¿Estamos? —Asiente con la cabeza.

NARRANDO LEDRA.

Alícia se marcha después de cenar, yo me siento frente al espejo para desmaquillarme, pongo la mano en mi barbilla y suspiro, seguidamente inclino la cabeza para quitarme la coleta, me desvisto mientras camino hasta el armario, me pongo el pijama y me tumbo en la cama.

—  Maldito gilipollas, sal ya de mi cabeza. —Digo y suspiro.

Entran mis hermanos, se tumban en la cama, los miro con la ceja alzada y rio.

— ¿Qué queréis? —Les pregunto.

— Nos aburrimos y hemos dicho, vamos a joder a la bruja de nuestra hermana. —Responde Lorenzo.

— Pero seréis —Me rio y les doy con un cojín.

NARRANDO DANIEL.

Finalmente volvemos a casa, hoy no ha sido un día demasiado ajetreado, tenemos buenas y malas rachas, cuando llegamos nuestros padres biológicos ya están acostados, Jesús va a su habitación y cae en la cama, yo me quedo mirando algunas fotos de nosotros cuando nos adoptaron, hoy no me siento muy bien. Miro mis nudillos, pongo la mano en mi nuca y golpeo la cama, termino marchándome de nuevo, subo a la moto, lo hago sin casco, me recorro las calles en busca, esperando a que esté fuerte dolor que siento en el pecho desparezca. Termino parándome delante de su casa, miro a su ventana, tiene la luz de su habitación encendida, me apoyo en la moto y suspiro.

— Niñita mandona, asómate por favor. —Susurro.

NARRANDO LEDRA.

Hablo con mis hermanos durante un rato, ellos se terminan marchando, me levanto para apagar la luz, de repente veo a Daniel aparcado delante de mi casa, me asomo despacio sin que él me vea, salgo despacio de mi habitación con los zapatos en la mano, bajo las escaleras, cojos las llaves y salgo fuera, él baja con la moto y viene hacía mi.

— Da..—Agarra mi rostro.

Me besa, le sigo el beso despacio, nuestros labios se entrelazan convirtiéndose en uno, agarra mi cintura, yo paso los brazos por alrededor de su cuello, no se porque, pero lo necesitaba, necesitaba esto más que nada en el mundo y aunque me aterrorice, me asuste, me de pánico. . . Lo sigo besando como si la vida me fuera en ello.

Cuando dejamos de besarnos me abraza, coloca la cabeza en mi hombro y me rodea con sus brazos.

DANIEL: Lo siento -Murmura con la voz rota- pero lo necesitaba.

Nuestro amor es animal. Where stories live. Discover now