Capítulo 39.

12.1K 647 23
                                    

NARRANDO LEDRA.

Sin pensármelo dos veces cuelgo, bajo las escaleras deprisa, mi madre me detiene y la miro desesperada.

— ¿Dónde vas a estas horas? —Pregunta ella.

— Necesito unos apuntes de Alícia, no tardo.

— ¿No te los puede dar mañana en clase?

— No, mañana es el examen.

Frunce el ceño, cojo las llaves y me marcho. Lo busco como una loca por todos los parques donde él podría estar vendiendo o bebiendo, si realmente está furioso necesita desahogarse o despejar su mente.

— Le has encontrado? —Pregunta Jesús deteniéndose a mi lado con el coche.

— No, aún no y me preocupa.

— A mi también, nadie sabe dónde está, he ido a los sitios donde vendemos esta mierda y tampoco saben nada de él.

— ¿Qué ha pasado para qué se pusiera así Jesús? —Pregunto triste.

— No soy el indicado para contarte nada y no tenemos tiempo para pensar en tonterías, debemos encontrarle.

— ¿Tan mal esta? ¡Joder Jesús, dime algo!

— Solo te digo que mi hermano es muy impulsivo, sería capaz de cualquier cosa.

Me pongo histérica, pongo las manos en mi cabeza y vuelvo a caminar para buscarle.

— Debemos pensar, tú lo conoces más que yo ¡Piensa!

— No sé joder, he buscado como loco por todos los sitios que se me han ocurrido.

— Por todos los sitios donde vendéis droga ¿No? Claro.

— No es momento para discusiones y si, he buscado por esos sitios porque siempre estamos allí.

De repente aquel lugar se me viene a la mente, subo al coche, Jesús me mira confuso y golpeo el volante para que reaccione.

— Arranca, se donde puede estar.

— No hay tiempo que perder.

Media hora después llegamos, menos mal que tengo buena memoria y sé cómo llegar, bajo del coche deprisa, busco por los alrededores, por aquel árbol que me enseñó pero no está.

— ¡Mierda! —Grito.

De repente veo a alguien sentado en la oscuridad, delante de un río, me acerco despacio y ahí está, en sus manos tiene la pistola, eso me aterriza.

— ¿Qué mierda haces con eso? —Le pregunta Jesús.

— Dani, mírame. —Suplico.

— Apestas a alcohol ¿Cómo has llegado hasta aquí sin moto?

— Llegando. —Dice frío.

— Dani —Me acerco.

— No te acerques Ledra, por favor.

— Escúchame, puedes contarme lo que te pase, te he buscado como una loca.

Ríe, quizás lo haga para no llorar.

— Pensáis qué me volaré los sesos con la pistola ¿No?

— Suéltala, por si acaso.

— He tenido una vida tan mierda que no sería tan mala idea ¿Sabes? Con solo apretar el gatillo ¡Boom! Todo se acaba.

— Por favor. —Le suplico apunto de llorar.

— Sería todo tan fácil. —Murmura.

— ¿Crees qué yo no he querido hacerlo mil veces? Esa es la solución fácil hermano, la difícil es seguir luchando. —Le dice Jesús al que también se le nota el miedo.

— Seguir viviendo así ¿No? En esta mierda, rodeado de drogas, armas y muertes.

— Déjame ayudarte a salir de esto.

Me arrodillo delante de él, le quito la pistola y pongo las manos en su rostro, él me mira con sus inmensos ojos marrones, se ve tan inocente así, tan frágil.

— Acepta de una vez que no voy a poder salir de esto nunca.

— Puedes y yo conseguiré que lo hagas, que lo hagáis los dos.

—Nadie sale de este mundo, solamente se puede salir muerto.

— ¡No! Eso no es cierto. —Frunzo el ceño.

— Estoy metido hasta el cuello Ledra.

Acaricia mi rostro, aparta el pelo de mi rostro mirándome de una manera demasiado dulce, no me importa su horrible olor a alcohol o sus ojos hinchados por causa de las lágrimas, le quiero como es, aunque todo esté en nuestra contra.

— No me importa, estaré contigo. —Aseguro.

Besa mi frente, salen lágrimas de sus ojos y niega con la cabeza.

— No vamos a estar juntos nunca, mi vida está demasiado rota para romper también la tuya. —Niego con la cabeza.

— Dani, no. —Sonríe entre lágrimas.

— Estudia, sácate una carrera, vive como mereces vivir, llena de cosas hermosas, tan hermosas como tú -Seca mis lágrimas con sus dedos- enamórate, hazlo de alguien que pueda darte el cielo y no te de problemas. Mi pequeña, quizás debas lavar tu boca con jabón antes pero —Muerde su labio— No mereces sufrir cada noche cuando no sepas nada de mi, con miedo de que me hayan matado o arrestado, tú no mereces esta vida de mierda, mi vida de mierda. Ambos sabíamos que esto era imposible, tal vez para un rato o quizás algo fugaz, me habría encantado enseñarte el mundo en mi moto pero tú mereces ver el mundo subida en un avión con alguien que no tenga que llevar una pistola para defenderse, te quiero, claro que te quiero mandona y porque te quiero, necesito que te mantengas lejos de mi para que puedas ser feliz. —Besa mi frente.

Nuestro amor es animal. Where stories live. Discover now