Capítulo 59.

11K 511 4
                                    

NARRANDO DANIEL.

Doy caladas al cigarro, miro mi reloj, él todo se me hecha encima, el tiempo pasa demasiado lento, la vida en general lo hace.

— Mamá quiere que vayamos a hablar con ella. —Me dice Jesús.

— No tengo madre, tampoco padre.

— Dani.

— Así es, no me pidas que vuelva a ir a verles, nunca más.

— Está bien.

— Debo prepararlo todo para mañana.

Asiente con la cabeza, se que desea que todo esté bien pero yo no puedo perdonar algo tan rastrero.

NARRANDO LEDRA.

Amanece, no he conseguido dormir nada en toda la noche, me levanto, me lavo la cara e intento salir sin que se me note la tristeza.

— Buenos días cariño, pensé que no madrugarías. —Dice mi abuela entrando por la puerta.

— La costumbre.

— Se que no estás bien cariño —La miro.

— Si lo estoy abuela.

— Te he oído llorar durante toda la noche.

— Por favor, dejar de preguntarme cómo estoy a cada segundo, he venido para olvidar, no para seguir recordando.

— A veces hablar es mejor que quedarse callada. —Suspiro.

— Siento un dolor muy fuerte —Digo entre lágrimas— no puedo detenerlo.

— ¿Quién te ha hecho daño? —Me pregunta desatando mis lágrimas.

— Un gilipollas —Digo agachando la cabeza— pero le quiero, no puedo dejar de quererle por mucho que pienso en lo que me ha hecho.

— Tu primer amor ¿Verdad?

— Si —Murmuro.

— Vales mucho mi niña —Acaricia mi rostro—quizás nunca olvides a tu primer amor pero volverás a querer.

Encojo los hombros, desayuno, me atrevo a ir al instituto, se que es absurdo irme de mi casa para olvidar y después ir al sitio donde más lo recuerdo pero no puedo dejar los estudios, están empezando los exámenes más importantes.

NARRANDO DANIEL.

Voy a casa de Ezequiel, él me mira satisfecho y yo lo miro con odio.

— Empecemos, no tengo todo el puto día para ti.

— Ahí tienes el vehículo, tienes dos horas para llegar a esta dirección —Me la da— allí te estará esperando la persona que va a comprarte todo, debes tener cuidado, hay muchos controles por el camino.

— Lo hago solamente para que cierres la puta boca pero a mi no vuelvas a mandarme. —Le advierto.

Cojo las llaves, meten la mercancía donde nadie pueda verla y arranco, no tengo miedo de que me detengan, más bien no me importa, ya no tengo nada por lo que tener cuidado.

LLAMADA TELEFÓNICA.

— ¿Cómo va todo? —Pregunta Jesús.

— Acabo de salir, no me controles. —Respondo atento a la carretera.

— Ten cuidado.

— Que si, plasta.

— Yo estoy vendiendo en la puerta del instituto de —Le detengo.

Nuestro amor es animal. Where stories live. Discover now