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Las hojas de los árboles y arbustos se removieron a su alrededor con la oleada de aire frío que parecía augurar alguna amenaza. Tan cegado como le tenía el hambre, saltó sobre la primera figura que sus oscurecidos y a la vez brillantes ojos advirtieron, lanzándole al suelo bajo su peso, escuchando la expresión de sorpresa de la otra persona que la acompañaba.

—¡Hyung!

Taehyung forcejeó con el chico, quien, a diferencia de su anterior víctima, se removía con constancia para liberarse. Oh, pero que intentara defenderse, que luchara por su vida, que creyera que tenía alguna posibilidad de salvación, también le hacía regocijarse de placer. Le gustaba sentirse desafiado, que su presa se negara a morir casi le hacía querer reír a carcajadas.

Sin embargo, y para su desdichada impresión, su poderío no se extendió por mucho más. El sujeto debajo suyo invirtió las posiciones con agilidad, pasando a apresar las muñecas del pelivioleta con fuerza contra el césped, reteniéndole mientras ganaba tiempo para que su compañero actuara.

—¡Jimin, rápido! —instó, el desesperado vampiro solo luchaba y se retorcía, como una bestia insaciable, actuando por instinto de autoprotección y no por conciencia. Su contrincante le igualaba en fuerza, pero sus movimientos impacientes y torpes no le hacían el rival más competente.

El de cabellos anaranjados se apresuró en alcanzar la botella metálica que llevaba colgando del cinturón y la destapó a toda prisa, antes de arrojarse sobre los que forcejeaban con tanta porfía. Con Yoongi sujetándole con fuerza, se encargó de hacerle beber a Taehyung el líquido contenido, aunque fue solo cuestión de que el menor sintiera ese sabor en la boca para que detuviera todos sus movimientos y pasara a sostener la botella por su propia cuenta, aferrándose a ella con necesidad.

La sangre deslizándose por su garganta le hizo creer que regresaba a la vida, despertando cada partícula de su ser a medida que danzaba recorriendo su organismo. Bebió hasta la última gota y solo entonces volvió a sentirse él, intentando regular su respiración mientras su pecho todavía subía y bajaba con pesadez.

—Estabas al borde, ¿eh? —ironizó el de cabellos color menta, levantándose y liberándole por fin—. Bueno, aguantaste mucho para ser un novato.

—¿Te sientes mejor? —preguntó el restante, recuperando la botella y dedicando una mala mirada a su compañero. Taehyung levantó la vista entonces y sus ojos se toparon con los del que parecía menos agresivo de entre aquellos dos desconocidos cuando él le miró de vuelta. Apenas y notó que sus orbes verdes se abrían levemente en sorpresa.

—Tú... —musitó, perplejo, reconociendo el llamativo tono que lucía su cabellera—. ¡Fuiste tú! ¡Tú me hiciste esto! —exclamó fuera de sí, poniéndose de pie para acercarse con una mirada asesina, pero él se refugió tras la espalda del otro muchacho, quien quedó como intermediario de ambos.

—Tendrás que calmarte —dijo Yoongi, absteniéndose de alzar la voz.

—¡Y una mierda! —saltó, sin creerse que tan siquiera estuviera atreviéndose a exigirle algo como eso. Estaba furioso, mucho, y no dudó en hacérselo saber a ese que le había destrozado la vida sin titubear—. ¡Me arruinaste, todo esto es tu culpa! ¡¿Por qué no me das la cara ahora, maldita sea?! ¡Ya que no te lo pensaste a la hora de atacarme cuando no podía defenderme! ¡Dame la cara ahora que sí puedo hacerlo!

—Hyung —murmuró Jimin, el mayor observó de soslayo su significativa mirada.

—Ya, ya lo sé —dijo, antes de volver a Taehyung con una expresión que al mencionado le resultó indescifrable, sus iris poseían un sorprendente y muy profundo color negro, el menor de los tres consideró que podía haber un abismo ahí dentro—. Escucha, tienes que tranquilizarte, si estamos aquí es porque queremos ayudarte.

A media noche •⊰Taekook⊱•Where stories live. Discover now