Un Amor En Común 1 [COMPLETA]✅

Prefacio.

Adam

Hay momentos en la vida de suma importancia que parecen definir nuestro futuro. La vida siempre da giros inesperados de ciento ochenta grados y cambia todo lo que uno creía... Y, a menudo, uno también cambia, como si la vida fuera un espejo roto que, aunque intentes arreglarlo, siempre muestra las grietas del pasado en tu reflejo.

Creía que estaba enamorado de ella, o al menos eso sentía, y haría lo que fuera para verla feliz. Sin embargo, ella nunca lo estaba. Nada le bastaba, y yo era solo el parche de un vacío que alguien más había dejado en su vida.

Todo lo que hacía estaba mal a sus ojos; cada acción mía era objeto de críticas implacables. A menudo, hice cosas que nunca me habría atrevido a hacer por cuenta propia, cediendo ante su necesidad de ser "feliz". Parecía odiar mi esfuerzo por verla contenta. Fui víctima de sus gritos e insultos en más de una ocasión, y me sentía miserable. A pesar del daño ya hecho y mi corazón roto, no sé cómo encontré la fuerza que creí no tener para poner fin a esa relación.Era un chico inseguro, lleno de vacíos y de un corazón puro. Por eso soporté mucho más de lo que debí, sin darme cuenta.

Todo empeoraba para mí. Las personas rara vez comprenden el daño que pueden infligir a alguien.

Cada vez que me amenazaba con dejarme, pasaba horas llorando y suplicando que no lo hiciera. Creía que había algo que podía hacer para cambiarla. Me quedé, pensando que podía ayudarla, pero fue un gran error intentar lidiar con sus problemas. Finalmente, esos problemas se convirtieron en los míos. No debes quedarte para "arreglar" a alguien. No hay que seguir insistiendo en algo que no funciona. Las personas también pueden ser una adicción. No vuelvas a donde duele; hay amor en tu corazón. Cuando has intentado todo, solo puedes apartarte y dejar la historia en el pasado, recoger los pedazos rotos y permitir que las heridas sanen.

Creo que nunca antes me había sentido tan aliviado al dejar un lugar, hasta que mi padre anunció una mudanza inesperada a Los Ángeles. A pesar de la tristeza que conlleva dejar atrás la vida que conoces, para mí fue un alivio. Era mi oportunidad para alejarme de lo que solían ser mis amigos y de ella, para recuperarme y empezar de nuevo.

Mi antigua casa en Coventry era el lugar donde crecí y, por supuesto, lo extrañaría. Pero ya no volvería a ver a mi antigua novia ni a esos supuestos amigos que, en lugar de ayudarme cuando más los necesitaba, se desentendieron y me dejaron solo.

Mis maletas estaban listas, y yo miraba la luna en la oscuridad de mi cuarto. El viento agitaba mi cabello, y sentí un cosquilleo en el estómago. La luna estaba en el cielo, plateada y resplandeciente, pero esta vez tenía algo diferente.