Capitulo 33: Algo Completamente Nuevo.

41 11 9
                                    

Adam


Juan y yo estábamos en la orilla del un lago que brillaba con intensidad. Danik había vuelto hacia las carpas porque había dicho que ya tenía frío, así que solo estábamos Juan y yo, en la orilla del lago sin nada de qué hablar. El silencio reinaba y solo se podían oír los sonidos de los animales nocturnos. Todo se sentía tan solitario a pesar de que yo sabía que no era del todo cierto. Parecía solitario, pero no estábamos completamente solos.

—¿Y si nos adentramos en el bosque? —Sugerí mirando a Juan a los ojos.

Pude ver un destello en sus ojos cuando me miró, como si todo este tiempo hubiera estado esperando que lo preguntara.

—Sí. —Se puso de pie y yo lo imité. —Vamos.

Dejamos las toallas ahí y él se encaminó por detrás de los árboles, el brillo del lago se volvía cada vez más tenue a medida que avanzábamos.

—Todo es tan hermoso. —Dijo él mientras explorábamos la naturaleza que teníamos frente a nuestros ojos.

—Lo sé, todo parece tener siglos de vida. —Di un traspié. —Es increíble cómo los elfos cuidan tanto de sus bosques, no se ve rada de contaminación. —Miré hacia el cielo, lleno de estrellas que parecían moverse con nosotros.

—Sí, tienes razón. Parece que los elfos cuidan aún más de lo que imaginaba. Tienen un respeto por la naturaleza impresionante.

—Nosotros también deberíamos tener ese respeto, la naturaleza nos da la vida. —Dije yo, tratando de quedarme a su lado.

Durante muchos minutos, ninguno de nosotros dijo una sola palabra, solo éramos Juan y yo caminando por el bosque. Todo estaba muy oscuro, y de vez en cuando se veían lucecitas parpadeando frente a nosotros. Todo era silencio y oscuridad. Ambos teníamos los poderes de la naturaleza, sabía que podíamos iluminarlo todo, pero por alguna razón no lo hacíamos.

Decidimos descansar en un lugar donde había muchas flores. Por la oscuridad, no podíamos ver exactamente su color, pero estaba seguro de que si fuera de día, sería un espectáculo de colores. Juan quiso descansar, pero yo sabía que era sinónimo de "estamos perdidos".

—No hace falta ocultarlo, sé que nos hemos perdido. —Dije yo y me senté sobre la hierba que no era muy alta.

—No quería sonar tan trágico. —Rió bajito y se sentó a mi lado, luego se acostó.

Juan no estaba siendo un cretino, no estaba siendo grosero, no estaba siendo nada de lo que realmente me había mostrado. ¿Duraría? Lo más probable era que no, debía ser ahora o nunca, debía aprovechar el momento y hacerlo. Me acerqué un poco a él.

—¿Puedo hacerte una pregunta? —Dije yo algo nervioso. No sabía qué esperar. No hubo respuesta, así que tomé eso como un sí. —¿Por qué eres así conmigo?

Supongo que se esperaba que preguntara eso. Tarde o temprano tendría que darme una explicación. Debe haber un motivo. No podía simplemente tratarme así por nada.

—No es algo tan fácil de explicar. —No lo podía ver, pero pude notar que se removía en su sitio. —No es algo que hayas hecho, por lo menos no conscientemente.

¿Qué podría yo haberle hecho?

—Me siento amenazado y celoso. —Continuó. —Creo que me dejé llevar por la primera impresión de las personas. Por tu poder y por todo lo que eres capaz de hacer, podrías hacerme daño o dañar a todos. Tenía miedo de ti, no te conocía realmente. Luego, después de todo, después de saber que no nos lastimarías, que eras puro y jamás dañarías a nadie, en la cabaña me salvaste, aunque tenías motivos para no hacerlo. En los entrenamientos, pensaba que yo te enseñaba, pero era al revés, tú me enseñabas y me hacías ver las cosas de otra forma con nuestras interminables discusiones. Luego me di cuenta de algo que no quería aceptar, algo que para mí estaba totalmente fuera de lugar: la gente podría empezar a dudar de mí, tendría que empezar a dar explicaciones y es ahí donde yo estaría muerto si hubiera pasado. Y hasta ahora, nadie, salvo Danik, lo sabe.

—¿Qué pasó? —Dije yo, dudando de que fuera a haber alguna respuesta por su parte, todo era muy personal.

La verdad era que me costaba mucho digerir que Juan pensara de mí así, que pensara que yo era puro, que pensara tantas cosas buenas como dice, sabiendo que su comportamiento demostraba lo contrario. Pero estaba ahí, mostrándose vulnerable ante mí, diciéndome lo que no le dijo nunca a nadie. No parecía estar jugando.

—La respuesta a eso es bastante obvia. Te vi de una forma diferente y, aunque no lo demostraba, siempre admiré la forma en la que te proponías y cumplías lo que te proponías. Llegaste tú y lo pusiste todo patas arriba. —Rió un poco. Se sentó y podía escuchar su respiración.

—Lo siento. —Dije yo, no tan seguro.

—No hay que disculparse por algo que no fue malo. Gracias a eso me enseñaste que yo era mucho más que magia, que también era humano y que podía sentir.

—Te refieres a Danik. —Sonó más como una pregunta que como una afirmación.

—En parte. —Eso me decepcionó un poco. Esperaba que esa respuesta fuera diferente. —Pero ese sentimiento estaba dormido porque nunca fui valiente para decirlo. No como ahora.

—¿Ahora?

—¿Recuerdas que dije que habías hecho algo, algo que posiblemente no te diste cuenta de que hiciste? —Preguntó. Sentía su cara centímetros de la mía, podía sentir su aliento chocar contra mi piel.

—Siento habernos hecho venir hasta aquí. —Dije yo intentando cambiar de tema. Me sentía un poco incómodo. —Si no hubiera sugerido venir, no estaríamos aquí sin rumbo, no estarías aquí.

—¿Y qué hay de ti? —Pude sentir que me miraba.

—¿De mí? —Pregunté algo confundido.

—También estás aquí, y estamos juntos. —Puso una mano sobre la mía, y mi corazón latía con mucha fuerza dentro de mi pecho, mi respiración se aceleró y el mundo se ralentizó.

—¿Qué fue lo que hice? —Dije yo.

De repente, sentí los labios de Juan sobre los míos, sus labios se movían sobre los míos, y yo por alguna razón los movía sobre los suyos. Parecían estar hechos para encajar. El beso era demasiado sincero, estaba abriendo mi corazón nuevamente con una persona, mostrándome como realmente era, débil y con un corazón destrozado pero dispuesto a recuperarse.

—Me enamoraste. —Susurró él unos minutos después de nuestro beso. Pude sentir que sonreía, yo también lo hacía. No me había dado cuenta de que él también lo había hecho, de que él también me había enamorado. Entre el amor y el odio hay solo un paso, ahora sé a lo que se refería aquel dicho.

Sin decir nada, ambos nos recostamos, y él puso mi cabeza sobre su pecho, luego rodeó mi cuerpo con su brazo. Me quedé dormido pensando en él, en cómo todo había cambiado en un solo día, en cómo no me di cuenta de lo que tenía frente a mí, en cómo no me di cuenta de que había creado algo completamente nuevo.

Un Amor En Común 1 [COMPLETA]✅Where stories live. Discover now