Un Amor En Común 1 [COMPLETA]✅

Capítulo 19: Las Profundidades De Mi Mente

Adam

Me encontraba en una habitación oscura con una única ventana que dejaba pasar luz solo a un pequeño rincón donde se hallaba una hermosa cuna de madera blanca. La cuna era cuadrada, con un colchón cubierto por una sábana con retazos dorados en forma de diamante. En la parte inferior, había una cobija azul doblada con precisión, con la letra "A" bordada en ella. Todo parecía un poco borroso y oscilaba como una llama en una vela.

La cobija azul me pertenecía, lo sabía porque la tenía y aún la usaba cuando hacía mucho frío, sobre otra manta. Mis pensamientos se interrumpieron con el agudo llanto de un bebé. Dos personas aparecieron en la habitación: un hombre alto y corpulento, sin camisa, lo que hacía que sus músculos se marcaran claramente. Tenía cabello tan negro como la noche y piel pálida como la nieve. Sus labios eran rojos y carnosos, y vestía pantalones negros, y estaba descalzo. Sus uñas estaban largas. Cuando sus ojos se posaron en mí, sentí que mi corazón se detenía. Parecía escrutar lo más profundo de mi alma y pensamientos. Sus ojos tenían pupilas verticales y eran de color ámbar, pero no podía distinguir sus rasgos faciales con claridad, sin importar cuánto intentara. Luego, apareció una mujer delgada y hermosa, con cabello largo y negro como la noche. Dos grandes alas de plumas negras se extendían detrás de ella, moviéndose con suavidad mientras sostenía al pequeño y frágil bebé en sus brazos. El hombre y la mujer parecían estar conversando, pero no podía escuchar lo que decían.

En la cabecera de la cuna descansaba un collar con una piedra dorada que tenía la letra "B" tallada, similar a los collares de los brujos. La mujer colocó al bebé en la cuna, y de alguna manera extraña, sentí que tenía una conexión con él, como si hubiera algo en él que reconocía, aunque no sabía qué era. De pronto, la habitación se llenó de luz y todo desapareció: el hombre, la mujer, el bebé y la cuna.

Finalmente, volví a ver el rostro de Lucía, Nate y mi hermana, quienes me miraban fijamente.