Capitulo 31: La Segunda Estrella.

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Adam

Mae govannen, ar melme elye réma coivië, hermana. Es solo un brujo despistado, no va a hacernos nada. —Dijo Toshira a su hermana.

La nueva mujer me miró, y sus ojos sin pupila se posaron sobre los míos antes de dirigirse a su hermana. Ambas rieron, una risa seductora que había resonado por todo el bosque momentos antes.

—¿Fueron ustedes? —Pregunté, mirando de una a la otra.

—Solo estábamos haciendo nuestro trabajo. Una vez supimos quiénes eran, volvimos al interior. —Explicó Toshira. —Son solo niños, aunque tengan magia, no son rivales para la magia élfica; les llevamos varios siglos de ventaja.

—Y el hombre que los trajo era solo un guardia del palacio. —Su expresión cambió. —Supongo que venían a talar algunos árboles.

—No es cierto. —Interrumpí. —Solo vinimos a acampar. Parece que la Autoridad Diamante necesita su propio espacio para...

—No nos importa saber nada de eso. Tenemos nuestras razones para odiarlos. —Dijo Toshira. —Pero la verdad es que nos interesa saber quién eres tú.

—Ehmm... Soy Adam. Adam Sugalite, y soy un brujo, aunque no sé bien qué tipo de brujo soy. —Dije, mirando a Toshira. —¿Cómo te llamas? —Pregunté a la hermana de Toshira.

—Yo soy Maleah. Y me gustaría que nos explicaras por qué no sabes exactamente qué tipo de brujo eres.

Estaba tomando demasiado tiempo, y aunque me encantaría seguir conversando, no quería preocupar a mis compañeros. La charla con las elfas no resultaba incómoda en absoluto, más bien lo contrario, pero no quería problemas con nadie, así que era mejor regresar.

—Me encantaría quedarme hablando, en serio, pero no quiero preocupar a mis compañeros. Lo mejor es que vuelva. —Les dije, retrocediendo algunos pasos.

—Está bien, Adam. Fue un placer conocerte. Vuelve a esta parte antes de irte; nos gustaría despedirnos. —Dijo Toshira. —Adiós. Lasta, i elenya lóte Amil elenya coivalë lóte lumbulë, brujo. Maleah te escoltará de vuelta con tus amigos.

Después de eso, Toshira hizo una pequeña reverencia y se adentró bajo la sombra de un árbol antes de desaparecer, como si se hubiera fusionado con la sombra.

—Vamos, joven brujo. Te llevaré de vuelta con tus amigos. —Dijo Maleah y comenzó a caminar en la dirección de la que yo había venido. Yo la seguí, tropezando con una rama mal ubicada.

Todo esto era tan... ancestral. Nunca antes había estado en un lugar como este, y aún era muy nuevo en el mundo de la magia. Jamás habría imaginado que existieran criaturas mágicas o lugares a los que los humanos normales no podían acceder debido a la magia. A veces, desearía no haberme enterado de nada, sin importar cuánto derecho tuviera a saberlo. Todo sería menos complicado ahora, y mis emociones y mi corazón no estarían tan alterados. Aunque a veces sentía un vacío dentro de mí que no podía llenar con nada, jamás imaginé que algo así sería lo que finalmente lo colmaría. Me sentía completo, y aunque a veces deseara no haber conocido el Mundo Oculto, la realidad era diferente. Tenía que aprender a vivir con ello, porque esto es lo que soy y siempre he sido. Nadie tiene el derecho de arrebatármelo, y jamás permitiré que alguien lo haga de nuevo.

***

Maleah me había llevado hasta unos árboles antes de llegar a las tiendas para dormir. Me había dicho que era muy afortunado por haberlas visto, ya que casi nadie tenía la oportunidad de ver a los elfos. No quería que Danik y Juan la vieran, así que me dejó unos cuantos árboles detrás. Me despedí de ella con un gesto de mano, y luego ella también desapareció entre las sombras. Caminé de regreso hacia las carpas y noté que Danik y Juan no estaban allí. Probablemente se habían ido en busca mía y ahora estaban perdidos en el bosque.

—Siempre tienes que estar molestando al pobre Adam. —Escuché la voz de Danik detrás de algunos árboles.

—De pobre no tiene nada. Además, quería darte un beso. ¿Acaso no puedo? —Se escuchaban un poco más cerca.

—Tú muy bien sabes con qué intención lo hiciste. En serio, Juan, deja de meterte con Adam. Si mi padre se da cuenta...

—Pero no se dará cuenta, así que tendrá que aguantarse un poco más.

La sangre me hirvió. ¿Cómo era posible que Juan fuera tan malo conmigo? Yo nunca le había hecho nada, y no iba a permitir que hiciera lo que quisiera conmigo. Si quería jugar, jugaríamos juntos.

—No soy tonta, Juan. —Sus voces sonaban como si ya estuvieran a mi lado. —Sé por qué lo haces. No puedes aceptar que Adam...

Cuando ambos estuvieron frente a mí, se callaron y me miraron detenidamente, como si estuvieran comprobando que no me faltaba ninguna extremidad o que no tenía heridas.

—¿Dónde te habías metido, Adam? —Preguntó Juan, su voz llena de veneno.

—No tengo por qué decírtelo, y mucho menos si me hablas de esa manera. —Le respondí, tratando de provocarlo, tal como él hacía siempre.

—Pero sí puedes decírmelo a mí. —Dijo Danik, sonriendo. Casi lo decía, pero valía la pena darle un poco de su propia medicina a Juan. Además, no pensaba aceptar esa manipulación.

—No tengo por qué decirle nada a nadie. Ustedes nunca me cuentan nada a mí, así que yo tampoco tengo por qué hacerlo. —Me giré y caminé hacia mi carpa. —Además, si usan un poco de lógica, se darán cuenta de que no pude haber ido a ningún otro lugar que no fuera el bosque. —Les dije, fingiendo fastidio en mi voz.

—Controla tu tono de voz, Adam. No soy tu amigo, así que no puedes hablarme como quieras. Aunque sigo siendo mayor que tú. —Juan habló con enojo en su voz. Sonreí, estaba funcionando.

—Parece que tu cerebro no ha madurado, porque eres tan inmaduro como un niño de cinco años. —Le dije, con fastidio auténtico en mi voz.

De repente, todo se volvió negro ante mis ojos, y vi a Juan lanzarme una piedra que me causó una herida en la frente. Luego, la imagen se volvió borrosa, y me encontré nuevamente frente a la carpa, dándoles la espalda a Danik y Juan.

—Juan... —Advirtió Danik.

—Eres un imbécil. —Dijo Juan.

Sabía que lo que había experimentado era una visión, algo similar a lo que ocurrió en la cabaña cuando la vi derrumbarse. Por instinto, saqué a Juan y Danik de allí. Aunque tal vez no habría estado mal dejar a Juan atrás; era como una patada en el trasero, pero peor.

—Te recomendaría que dejes esa piedra, Juan. Eres el imbécil si crees que no me daría cuenta. —Le advertí, sin ninguna fingida enojo, solo advertencia de que no dudaría en usar mis poderes en su contra.

—Adam... ¿Cómo...? —Danik no pudo terminar su frase. Me giré y me di cuenta de que Juan tenía una piedra más grande de la que vi en mi visión.

—¿Y si no la bajo, qué? —Juan levantó la mano con la piedra y una sonrisa malévola. Aunque sus ojos no reflejaban maldad, sino más bien pesar o tristeza.

—Has sentido mi rayo atravesando tu cuerpo, así que no querrás volver a sentirlo. —Amenacé, con ira en mis ojos.

—Adam, no eres nadie para amenazarme. Voy a hacer tu vida imposible, me aseguraré de que fracases. Incluso te borraré de la existencia si puedo. Eres una carga. —La mano de Juan con la piedra tomó distancia y la piedra voló en mi dirección.

Extendí la mano hacia la piedra, intentando agarrarla en el aire. Sentí cómo un lazo invisible se desprendía de mi mano y se unía a la piedra, haciéndola flotar a poca distancia antes de que impactara contra mí. Había hecho que la piedra flotara, lo que indicaba que tenía poderes de telequinesis. También dejaba claro que no era un simple brujo elemental.

Danik y Juan tenían los ojos y la boca abierta, hasta que finalmente Juan habló.

—Tú eres la Segunda Estrella. Eres un brujo supremo.

Todo tenía sentido ahora. ¿Cómo no lo vi venir antes?

Un Amor En Común 1 [COMPLETA]✅Where stories live. Discover now