Capitulo 8: Confesiones Inauditas.

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Adam

Estaba caminando por el bosque que se encontraba cerca del colegio. Lo había visto una vez y me pareció un buen lugar para estar y despejar mi mente. Escuché suaves risitas, miré a todos lados confundido, intentando hallar al responsable de esos sonidos, pero no tuve éxito. Mientras pensaba en todo, miraba a la nada. Siempre me gustaba hacerme preguntas que no tenían respuesta para intentar encontrarle una, mientras caminaba en silencio por el bosque. Yo era una de esas personas que cuestionaba todo lo que me pasaba.

De pronto, me tropecé con... ¿una piedra? Emití un gemido de dolor más fuerte de lo que hubiera querido al caer sobre la superficie rocosa del bosque.

—¡Demonios! —Dije en voz alta, y me pareció escuchar algo detrás de los árboles. ¿Había alguien más conmigo? Esperaba que no, no me gustaba la idea de que alguien más me hubiera visto caer de una manera tan patética.

—¡Hey! ¿Te has hecho daño? —Preguntó amablemente un chico de ojos azules. Levanté la mirada y me sentí aún más ridículo al ver que Julian me tendía la mano. —¿Estás bien?

***

—Eh... Sí, sí, estoy bien, gracias. —Respondí aceptando la mano y poniéndome en pie. Dije con una voz más severa de la que pretendía, así que para no sonar grosero, agregué en un tono más amigable:

—Muchas gracias, estoy bien. No... no sabía que también te gustaba estar en lugares solitarios.

—En realidad... —Comentó Julian. —Solo me gustan los lugares así cuando tengo mucho en qué pensar y me gustaría despejar mi mente. Además, es bueno venir a explorar, por si alguna vez venimos a acampar.

—Claro. —Respondí yo amigablemente. —Yo también vengo a estos lugares para despejarme y tranquilizarme. Estos días no la he tenido fácil.

Ambos soltamos una suave risita nerviosa e incómoda.

—¿Sabes?, eres el chico más popular de la escuela ahora, todos hablan de ti a cada rato. —Comentó Julian y me miró a los ojos.

—¿En serio? —Me sorprendí un poco, posiblemente Julian se había confundido. Eso no podía ser cierto, no tenía ningún sentido. —Tal vez de la que hablas es Aline Sugalite. —Me pareció bastante lógico que él entendiera que ella era mi hermana, por el apellido, obviamente.

—Oh... De hecho, solo he escuchado hablar de ti. -Se detuvo un momento y entrecerró los ojos dudosos. —Aline. Oh... Sí, claro, la chica hermosa de la que me habló Paul. La verdad es que está muy buena.

Claro, como no se me ocurrió que Paul y Julian eran amigos y sin duda hablaban de chicas y tal vez también de chicos, pues ambos se habían interesado de una forma extraña en mí. Aparentemente, Julian no parecía saber que Aline fuera mi hermana, de lo contrario se habría abstenido de hacer el comentario.

—Es mi hermana. —Le dije sin ninguna intención en particular, de hecho, estaba acostumbrado a que hablaran así de ella.

—Por la... Por Dios. Lo siento, Adam, no debí haberme expresado de esa forma. —Julian tenía la cara bastante roja e intentaba evitar el contacto visual conmigo, lo cual me pareció tierno en cierto sentido.

Sonreí y sentí un poco de calor, así que me levanté la camisa ventilándome con ella, dejando ver un tatuaje en mi costilla. El tatuaje del corazón negro.

—¿Qué hacías por acá? —Dije para romper el incómodo momento, aunque no se sentía nada incómodo, Julian sí lo estaba.

—¿Quieres caminar? Podemos conversar mientras andamos. —Preguntó Julian apenado. Comenzamos a caminar, él intentaba ser amable, y yo lo apreciaba. —¿No eres muy hablador, cierto, Adam? —Soltó una risita tonta. —Es una lástima, eres muy agradable... a mi parecer.

—No es eso, en realidad me gusta hablar, solo que apenas te conozco y pues... Ya sabes. Además, no me he podido concentrar últimamente, han pasado cosas... Raras.

Lo miré, le intenté sonreír, pero me salió fue una mueca.

—Pues lamento ser quien te diga... —Apoyó de forma fraternal el brazo en mi espalda y me dio un par de palmadas. —Que ahora te considero mi amigo y tendrás que soportarme a diario. —Me sonrió abiertamente.

Sentí esas palabras atravesarme el pecho, se sintieron cargadas de un sentimiento distinto a la amistad, y no sé la razón, pero tenía ese ligero presentimiento de que Julian no quería solamente una amistad... Me ruboricé un poco bastante. No estaba acostumbrado a esos afectos desde hace mucho y menos si un chico lo hacía, no quería arruinar el momento, porque realmente no se sentía para nada incómodo, sin embargo, mi mente me decía que debía ir despacio porque los sentimientos que había desarrollado eran muy nuevos y debía ir lento. Tal vez debía escuchar a mi mente.

—Está bien.... N-no es tan malo tener amigos — Volteé a ver a otro lado para ocultar mi rubor.

—Te ves muy interesante con todo eso de las artes marciales, aunque bueno, en realidad yo no hago ningún deporte, solamente me la paso todos los días haciendo ejercicio, ya sabes, hago varios tipos de abdominales, pesas, trabajo de brazos, además, necesito hacerlo porque estoy en una mana —Se detuvo un momento y me miró con los ojos abiertos, como si hubiera dicho algo que no debía, aunque realmente no entendí lo que dijo. —... Más que todo eso, es algo que me gusta hacer. No por nada, es porque me gusta mantenerme en forma.

Julian dejó de hablar de repente y no sabía por qué, no me había dado cuenta, pero había disfrutado oírlo hablar. Cuando detallé su mirada, olvidé por un segundo todos mis pensamientos y me concentré en esos ojos que me miraban fijamente. Julian me miraba de una forma extraña a la que no estaba acostumbrado. Yo le atraía, eso era obvio, Julian era demasiado evidente, en cambio yo, yo no sabía cómo sentirme al respecto. Por otra parte, yo lo había estado observando también y me di cuenta de que era apuesto, aunque no es algo que yo ya no supiera, acababa de conocerlo y era precisamente eso, un hombre. Al darme cuenta de lo que pensaba, desvié mi mirada y rogué porque Julian no notara nada extraño en mí. Julian frunció el ceño sin despegar sus ojos de los míos, tal vez se dio cuenta del repentino cambio de humor en mí.

—Oye... ¿Estás bien? Puedo dejarte solo si lo deseas —Dijo empezando a girarse. —No quiero ser un fastidio...

—Oh, no, no, quédate, bueno... Si quieres, si no, no puedo obligarte.

Le sonreí amablemente, y me pasé una mano por mi rostro tratando de secar el sudor que empezó a surgir por mi frente debido a los nervios.

—¿Sabes de qué acabo de darme cuenta? De que tienes la misma edad que mi hermanita, bueno, no es ninguna bebé, pero es que aún la veo como cuando corría por allí con ocho o nueve años antes de venir acá, jugando a ser la mejor animadora del mundo. Yo tengo dieciocho años, pero aparentemente soy muy inmaduro según Lucía. —Sonrió. —Bueno, ¿si hago algo increíblemente infantil sería probable que siguiéramos siendo amigos?

Me preguntó aparentemente divertido por algo. Solté una risita divertida y lo miré sonriente.

—Al parecer me atraen los chicos mayores. — Abrí los ojos y me tapé la boca. Al darme cuenta de que había dicho algo que no había comprobado y que posiblemente no fuera cierto.

Había dicho que sentía atracción por un chico. Para mí, no era nada bueno porque no sabía si era eso realmente y lo dudaba. No creía que eso fuera cierto, pero en ese momento mi mente me traicionó e hizo que mis pensamientos fueran expresados verbalmente.

Un Amor En Común 1 [COMPLETA]✅Where stories live. Discover now