Capitulo 28: Hora De Volver.

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Adam

Habían pasado dos días desde que vi a Juan y Danik besándose. Creía que teníamos algo, no sabía muy bien qué, pero era algo. Ella me gustaba, y yo creí que yo le gustaba a ella también. Al parecer, me había equivocado. Aún recordaba el día en que mis labios se posaron sobre su cuello, cuando mis oídos escucharon sus jadeos y su cuerpo pedía más. Aunque no llegamos a nada sexual, el momento fue genial porque estaba casi seguro de que los sentimientos eran mutuos. Pero no era así. Danik y Juan habían intentado hablar conmigo, pero lo único que habían conseguido de mi parte era una mirada fiera, mi dedo corazón y un "jódanse." Esperaba que en este nuevo mundo no ocurriera nada igual a lo de antes. Todo aquí era diferente, y así esperaba que fueran las cosas: diferentes, pero no habían sido así. Seguía teniendo el corazón roto por una chica. No era nada agradable tener el corazón roto por nadie.

—Adam, enserio necesitamos hablar. —Dijo Danik poniéndose al frente mío en la puerta que daba al patio.

Todos se habían ido del comedor; eran las primeras horas de la mañana y habíamos bajado al desayuno. Para mi fortuna, no se mostró la Autoridad Diamante, aunque tuve que verles la cara a algunos miembros del Concejo.

—No puedes juzgarnos por lo que viste. —Continuó Juan. —No es justo.

—En ningún momento les he dicho nada. Posiblemente se han dado cuenta del disgusto que tengo por mis actos, pero si tú mismo, —miré a Juan. —quieres hablar conmigo, es porque sabes exactamente lo que hicieron y el porqué de mi actitud. —Intenté poner la cara más seria y la voz más firme que pudiera en ese momento.

—Déjanos explicar por favor. —Suplicó Danik. —Claro que me gustas... —Puso su mano sobre la mía, y vi como Juan apartaba la mirada. Yo la quité al instante.

—Sinceramente me estoy hartando de este lugar. No me gusta estar aquí. Aunque no me están tratando mal ni nada por el estilo, no tengo por qué estar aquí. No sé lo que tu padre quiera o piense que tengo yo, y no me importa. Pero creo que si tiene que ver conmigo, tengo el derecho de decidir si quiero participar en lo que sea. La otra vez en la cabaña... Ustedes no han querido decirme lo que piensan que sucede conmigo. —Sentía como un pequeño calor que se iba expandiendo poco a poco, pero sabía exactamente qué era. No iba a dejar que mi magia se apoderara de mí. —Pero no importa, no necesito saber nada de lo que tengan por decirme.

—No era nuestra intención hacerte sentir de esa manera, Adam. —Para sorpresa de ambos, Juan fue el que habló. La luz del sol pasaba a través de los cristales en el techo y bañaba con su luz dorada la piel de Juan. En ese momento, me entraron ganas de tocar su piel. Tenía la impresión de que se convertiría en oro en cualquier momento. —Danik y yo hemos crecido juntos y la verdad es que hemos estado enamorados el uno del otro por mucho tiempo. Lo que viste ahí fue simplemente la expresión de sentimientos reprimidos.

—Sí, me lo imagino. Justo cuando empezaba a tener algo con ella, tienes que confesarte. —Rodé los ojos.

—Por favor, entiende que es un amor de hace tiempo. —Habló Danik. —No es algo nuevo como lo nuestro. No es nuestra culpa, no elegimos de quién enamorarnos.

—No los culpo, y claro que lo entiendo, pero si tú ya sentías algo por mí, me lo hubieras dicho en primer lugar. Tampoco hubieras dejado avanzar lo que pasó la otra noche...

—¿Qué pasó la otra noche? —Preguntó Juan, volviendo a la conversación. Yo lo miré.

—Nada que te importe. —Pasé por su lado. —No tengo nada en contra de nadie, pero obviamente estoy dolido por lo que pasó y no seré el mismo. No es la primera vez que alguien me rompe el corazón.

Seguí caminando y no escuché ningún reproche. Me perdí en el jardín del Palacio. Anoche le había enviado la carta a mi hermana, así que hoy sería mi encuentro con Lucia en el Río de Sangre. Estaba emocionado por ver a alguien familiar, poder contarle todo lo que me ha sucedido, hablar de una de las formas de volver a casa. No me importaban las consecuencias, y suponía que mis padres tampoco. Todos íbamos a hacer lo posible por contraatacar, aunque fuera lo único que hiciéramos. Ya me harté de estar aquí.

***

Era de noche, y el clima era algo frío. Me encontraba en la ventana de mi cuarto, contemplando el bosque. Eran las once y quince de la noche, faltaban solo quince minutos para que Lucía llegara al río, así que agarré una chaqueta del closet, me la puse y salí sigilosamente de la casa evitando ser visto por las personas reunidas en la casa.

Me adentré en el bosque, y pequeñas luciérnagas me acompañaban junto con el sonido de los búhos y grillos. Era muy oscuro, así que concentré el calor en mis ojos y la luz salió de ellos, iluminando el camino. Pasé algunos árboles cuando vi el letrero del río y una figura de espaldas con la espalda desnuda. Una simple línea de color plata la rodeaba; su cabello claro con puntas azules caía húmedo hacia un lado, y hacia la parte de sus pies tenía una hermosa cola brillante con escamas de color azul. La mujer cantaba una hermosa melodía que hablaba de la luna. Di un paso hacia adelante, y escuché cómo una rama se partía. De inmediato, la mujer dejó de cantar y giró, y vi cómo la línea gruesa plateada seguía por el frente hasta hacerse más grande como un brasier y tapaba sus pechos. Mis ojos dejaron de brillar.

—¡Adam! —Era la voz de Lucía.

Dios, su forma de sirena era muy hermosa, y su voz lo era aún más. Era tan agradable encontrarme con su ser, con su cara, con su voz.

—Soy yo. —Fue lo único que pude decir.

—¿Cómo estás? ¿Qué ha pasado? Por favor, cuéntamelo todo. —Pidió.

Empecé a relatar todo lo que había ocurrido sin saltarme ningún detalle, desde que llegué hasta aquí, de cómo había conocido al tal Juan, de cómo conocí a Danik, de lo que pasó en la cabaña y de lo que me enteré ayer de lo que tenía con Juan.

—Menudo rollo el que has tenido. —Dijo luego, pude notar en la oscuridad como movía su aleta.

—Lo sé, no sé por qué a todas partes donde voy, en todas partes donde hay gente que me importa... Salgo lastimado por ellos mismos. —Dije mirando hacia la luna. —Quiero volver a casa, Luci. —Era una de las primeras veces que la llamaba así. —Quiero volver a casa.

—Todos queremos que vuelvas también, Adam. Tu hermana ha hecho un plan, puede que te interese.

—Dime.

—Ha dicho que tienes que quedarte un tiempo más, averiguar los secretos del palacio, sus personas, todo lo que más puedas. Luego, manda una carta diciendo todo lo que descubriste, vendremos y puede que todo haya acabado entonces.

Sin duda, era un plan que merecía la pena considerar, pensarlo mejor, aunque yo sabía sin duda alguna cuál sería la respuesta.

—Sí, me parece bien. —Dije. —Puede incluso que llegue a ser cercano a ellos. Puedo hacer que confíen en mí y hacer que hablen. Si tenemos suerte, la Autoridad Diamante seguirá aquí, y acabaremos con ellos. No quedará nada. —Esbocé una sonrisa de solo pensar en eso.

—Das miedo, Adam. Espero tu carta, sé que este encuentro no fue lo que posiblemente esperabas, pero no hay tiempo, no puedo estar mucho tiempo aquí sin que los guardianes se den cuenta de que estoy aquí.

—¿A qué te refieres? —Pregunté curioso. Lucía ya se había metido al río y tapaba parte de su cuerpo.

—La zona está protegida, he sentido la magia la llegar.

—Entiendo... Dale un saludo a mamá y a papá de mi parte. —Dije sonriendo con desdén.

—Lo haré.

Dijo y se metió por completo en el río y se alejó a toda prisa arrojando un poco de agua con su aleta. Me levanté y volví al palacio a descansar para mi día especial que era mañana.

Un Amor En Común 1 [COMPLETA]✅Where stories live. Discover now