Reincarnation

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Ese día quedó marcado para siempre en las vidas del mundo y en el corazón de Stephen Strange. El día que la tierra perdió a su mejor salvador, Iron Man estaba muerto. Tony Stark había cerrado sus ojos para siempre.

Después de eso Stephen recuerda haber adoptado un estado automático. Comía, dormía, derrotaba amenazas místicas, apoyaba de vez en cuando a los Vengadores en sus misiones, pero nunca permanecía más de una hora en el complejo. Su vida se volvió rutinaria y triste, siempre enmascarada por su rostro carente de emociones.

Su corazón había muerto junto con Stark. Junto al amor de su vida.

El tiempo pasó, años y años después un nuevo aprendiz igual de sabio e inteligente que él, estaba listo para desempeñarse como Hechicero Supremo; Stephen sabía que sus días estaban contados a pesar de haber vivido una larga vida, observando como los otros héroes morían en combate o producto de la vejez. Otros más se levantaban para continuar con el legado que todos esos personajes extraordinarios habían logrado.

Wong había muerto hace un año y sentía que lo poco que le anclaba a la tierra había desaparecido con él. A pesar de todo estaba conforme con dejar de respirar en determinado momento, por fin podría encontrarse a la persona que añoraba desde hace tanto tiempo. La Capa de Levitación estuvo a su lado en todo momento, lo abrigó buscando darle calor a su cuerpo helado. En parte le dolía dejarla sola, pero sabía que Cloak haría un buen trabajo por su cuenta, eso esperaba al menos.

La oscuridad abrió paso a una luz cálida y brillante. Rogó a los Vishantis y al universo que le permitieran reencontrarse con la persona de la que amaba con toda su alma. Esperaba que sus súplicas fueran escuchadas.

...

Repaso el texto en su libro entretanto continuaba mordiendo la manzana que había tomado como refrigerio. Biología no era verdaderamente difícil teniendo en cuenta su gran capacidad para captar información y su memoria fotográfica, ignoró los ruidos comunes de la cafetería incluyendo a Christine quien le miraba con aburrimiento sentada frente a él.

—¿Ni siquiera por tres minutos puedes fingir prestarme atención? —ella hizo un puchero mientras concentraba su mirada en las manos cicatrizadas del chico frente a ella —¿Te duelen?

—¿Que me duele? —Stephen alzó la vista el libro encontrándose con los ojos azules de su mejor amiga.

—Esas cicatrices, se ven demasiado... tu sabes...

—¿Feas? —Strange alargó sus manos mirando con desaprobación las marcas rosadas —a decir verdad, siempre me he preguntado porqué están ahí, es decir, las tengo desde que recuerdo, pero no. No me duelen, simplemente son antiestéticas, pero son parte de mí. —el pelinegro se encogió de hombros mientras regresaba su mirada a su importante libro.

—Quizás no son agradables a la vista, pero no interfieren con tu vida eso es lo que importa —Christine le regaló una sonrisa amplia desenvolviendo su sándwich para darle una mordida. El silencio se apoderó de ambos hasta que los gritos de las chicas y voces de otros estudiantes rompieron el tranquilo momento.

Stephen cerró su libro con fuerza mientras se giraba para observar con desaprobación el movimiento estudiantil, detestaba los imbéciles desconsiderados de sus compañeros que no tenían nada productivo por hacer irrumpieran su paz. Su protesta se quedó silenciada cuando observo a Tony Stark junto con todo su grupo de amigos tontos del equipo de fútbol americano. Stark no solo era un heredero millonario, genio y play boy empedernido, a eso se sumaba el amor imposible de Stephen Strange.

—Cierra la boca que comenzaras a babear el piso y eso será desagradable —Christine le hizo regresar a la tierra con su comentario mordaz. Tuvo la decencia de sonrojarse y dejarse caer sobre su libro mirando con los ojos de cachorro a Palmer —es tu culpa por estar enamorado de un imposible.

El Santuario del IronStrangeWhere stories live. Discover now