Concubine

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Mordo sonrió cuando observó a su amado Stephen jugar con la pequeña Adeline, la preciosa niña de escasos tres años, cabellos color oro y enormes ojos azules que corría a toda prisa tratando de que su abuelo no la alcanzara. No pudo evitar que un suspiro saliera de sus labios, la vida había sido maravillosa con él, dándole un Alpha que lo amaba y una familia maravillosa.

...

El cumpleaños numero 50 de Stephen fue un gran acontecimiento dentro de la familia Strange. La casa del terrateniente estaba a rebosar de hijos y los pequeños nietos corrían por todos lados, junto con los familiares que habían venido de muy lejos para celebrar al doctor.

Karl Mordo dirigió a los empleados de la finca para que ordenaran las sillas, mesas y cristalería que se ocuparía para el gran evento. Necesitaba que todo estuviera perfecto para la gran celebración, desde el más fino tenedor de plata, hasta el hermoso pastel que habían realizado, del sabor favorito de su esposo.

...

Stephen dirigió unas palabras a la familia, se sentía pleno de celebrar su cumpleaños número 50 en compañía de sus seres queridos; cómo el refinado Alpha que era besó la mano de su compañero haciendo estallar los aplausos y vitoreo.

Cuando todo terminó, Mordo se encargó nuevamente de vigilar que cada uno de los utensilios utilizados volvieran a su lugar correspondiente. Soltó un suspiro notando la belleza de la noche, eso lo hizo recordar el importante obsequió que aún no le había entregado a su esposo.

Fue hasta la habitación donde su esposo se desvestía para tomar una larga bata transparente y colocársela encima, tomaría un merecido descanso del largo día que tuvo, Karl se acercó lentamente besando la piel nívea cubierta de pequeñas pecas, rodeo el pecho en un abrazo lento y soltó un suspiro.

—¿Ya me darás mi obsequio?

La forma tan grave y sensual de hablar de su esposo le hicieron suspirar, era cierto que su anterior cumpleaños había utilizado su cuerpo para satisfacer los deseos de cumpleaños de Stephen, pero desde hace un año la realidad le había golpeado. Sus calores habían cesado, su cuerpo ya no era apto para recibirlo y eso le dolió en el alma. Había cumplido para lo que era necesario, llenó a su Alpha de una familia grande y hermosa, pero no dejaba de sentirse inservible e inútil.

—Por supuesto querido.

Stephen se giró tomándolo entre sus brazos y robándole un beso apasionante, quizás su cuerpo ya no lubricaba lo suficiente para recibirlo y disfrutar, y aunque hubiese otras opciones para facilitar esa situación, el placer ya era nulo. Luchando por separarse sonrió suavemente, dejando al hombre canoso con una curiosidad palpable.

—Ven aquí.

Alargado su diestra llamó de las sombras a la delgada y pequeña figura que se acercó a pasos lentos. El olor a chocolate y fresas llenó el lugar; Karl notó el rostro confundido pero las pupilas dilatadas al ver la frágil forma omega vistiendo solo un transparente camisón.

—Su nombre es Tony

Dejó sus manos reposar sobre los delgados hombros, el chico estaba temblando, sin embargo, no podía ocultar el olor que comenzaba a ser más fuerte por la humedad que corría por sus piernas.

—Es mi obsequio para ti... No digas nada Stephen. Sólo disfruta de mi presente

Le dedicó una sonrisa feliz a su esposo, había elegido al chico entre tantos otros. Claro, una idea maravillosa por qué de esa manera no tenía celos de la preciosa criatura. Anthony E. Stark era un joven omega de 24 años cumplidos, hijo de una familia que cayó en desgracia después de que el apostador patriarca había perdido los bienes y los había dejado en la calle. El omega trabajaba en la plantación de la familia, ahí fue donde lo conoció.

Howard solo necesito dos pequeños costales de oro para vender a su primogénito y único hijo. Mordo lo recibió con los brazos abiertos cuidando de él, aunque no había mucho que enseñar ya que los modales del chico eran correctos y su inteligencia bastaba para que tomara decisiones audaces.

Aunado a todo eso, sabía que Stephen no sería capaz de buscarse a una persona que le satisficiera completamente, de buscar alguna amante por su fidelidad hacia él.

—Disfruta esta noche, disfruta tu cumpleaños, nos veremos más tarde.

Acerco al Omega hacía el Alpha, Stephen tomó la mano del niño dirigiéndole una mirada de embalsamiento. Karl no pudo evitar sonreír y dejar la habitación, no había dolor ni resignación, solo un sentimiento de que su esposo era retribuido por todo el amor y la felicidad que le había otorgado durante esos años.

...

Tony se convirtió en compañero de Stephen, dándole 3 hermosos cachorros que Mordo adoraba con el alma. El omega aparte de ser hermoso, era un ser amable, bondadoso que Stephen adoraba con su corazón, por ello permitió que el chico hiciera más grande a la familia. No había razón para odiarlo, no cuando Stephen era el Alpha más feliz sobre el planeta.  

El Santuario del IronStrangeWhere stories live. Discover now