CAPÍTULO II

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¡Ring — ring! — Es el indicador de que la pesadilla aún continúa. Me baño, me alisto y caliento el sándwich que guardé la noche anterior, si fuera por mi yo nunca haría ni un arroz, me parece un poco tedioso tener que cocinar, no heredé la sazón de mi familia, así que solo me resigno a no dejarme morir de hambre. Voy saliendo del edificio un poco desganada y pensativa por todos los acontecimientos.

— Señorita, buenos días. — Valentino con su típica cara de sueño atrae mi atención de inmediato, pobre hombre.

— Buenos días Valentino, cuéntame en ¿qué te puedo servir?

— Señorita no se le olviden los recibos que tiene que pagar hoy. — Ya se me habían olvidado, tengo una memoria de pésima definitivamente.

Camino hacia Valentino para quedar frente a él, el pobre tiene unas pequeñas ojeras indicativo de que ha dormido poco por hacer su trabajo, veo que está buscando entre los papeles y saca dos sobres a mi nombre, la verdad no tengo ni la más mínima intención de querer pagar los recibos, me da pena decirle a Sara ya lo ha hecho mucho antes.

— Valentino, ¿te puedo pedir un favor? — Agudizo la mirada e intento sonar segura y sin pereza pero creo que fracaso cuando Valentino se carcajea de mí.

— ¿No quiere pagar los recibos verdad señorita? — Hago mi mejor expresión de inocencia.

Mostrando los dientes le digo. — ¿Me harías el favor? Te lo recompenso después.

Muy sonriente me da los papeles ya solo es buscar dinero de mi cartera y entregarle la suma que corresponde y un poco más aparte para él, en parte hago esto porque sé la situación por la que está pasando, el que me haga el favor de pagar los servicios de una u otra forma no le regalo el dinero sino que simplemente él se lo gana de manera beneficiosa, así puedo ayudarlo sin hacerlo sentir mal. Desde pequeña me han enseñado que si podía ayudar a alguien lo hiciera, si bien el dinero te ayuda a no pasar por muchos trabajos, la verdad era que el dinero es mejor usarlo para el beneficio de todos y no solo para el de unos pocos.

El trayecto a la universidad no es el más placentero, definitivamente no es que odie a la gente solo que si por mí fuera no habría tantas personas, yo estaría mucho más tranquila y llegaría sin dolores de cabeza a mis destinos. Mi tendencia a la soledad es más palpable de lo que me gustaría admitir, tal vez es un modo de refugiarme de todo un poco, estar alejado de todos no es algo malo después de todo, te da tiempo para enfocarte en otras cosas, suelen llamarlo a uno asocial, pero me da igual.

Falta una hora para encontrarme con Luciano. Normalmente los martes no tengo clases más sin embargo el profesor de astronomía ha tenido deseos de reponer un par de clases porque se le ocurrió la simple idea, así que no tengo más opción que asistir como niña buena. En la clase explican algo acerca de las constelaciones a pesar de que la astronomía es una de mis materias favoritas, no tengo ni la más mínima idea de lo que están hablando, mi mente viaja al momento en el que a Alex lo subían en la ambulancia, lo apabullado que estaba su rostro, lo ensangrentado que se encontraba al momento de llegar al hospital, fue un accidente muy fuerte, el choque tuvo un gran impacto.

— Señorita Jones, ¿qué es una constelación?

Siento un empujón pequeño en mi brazo izquierdo, intuyo que es Clare la que me ha golpeado de forma voluntaria y sacado de mi mundo, me giro para mirarla mal y me hace señas de que el profesor me ha hablado. ¡Joder! Sonriente veo al profesor que está observándome de manera impenetrable y con un atisbo de molestia, un pequeño escalofrío recorre por mi cuerpo, este hombre me da susto.

— Me puede repetir la pregunta profesor, por favor. — Mi sonrisa fingida no me ayuda mucho.

— Yo no repito lo que hablo. — Si uno muriera por como lo observan definitivamente ya no estaría viva.

ESTA VIDA Y LA OTRA.Where stories live. Discover now