CAPÍTULO XIII

224 18 1
                                    

Llevo unas ricas galletas que Sara ha preparado. — Papito hermoso, llego tu pequeño ciclón. — Digo mientras dejo las galletas y la leche en su escritorio.

Se quita las gafas que trae puestas. — Mi pequeña tormenta. — Me siento en unas de las sillas que hay enfrente a su escritorio. — ¿En el día de hoy que quiere la tormenta más hermosa del planeta? — ¿Enserio me tienen tan poca fe?

— Papá por favor permíteme este año para mí. — Digo mientras tomo una galleta y la mojo con la leche. — Confía en mí, nada malo haré.

— Mi tormenta, ya sabes que quiero que estudies y acabes pronto... te necesito conmigo, necesito que aprendas del negocio. — Dice mientras se sirve un whiskey. — Además ¿qué harás en ese año?

— Lo sé papá, pero sólo te pido un año... un año para descansar, quiero tiempo para mí, si tú quieres puede ser en Londres. — Me acerco a la ventana. — Podré conseguir un apartamento modesto y así en un año es sólo cuestión de buscar la universidad perfecta. — Siento sus manos en mis hombros. — Quiero practicar más la música y lo sabes.

— Pídeme el cielo y te lo daré, pídeme la perla más brillante y la tendrás. No hay nada que no haría por ti. — Da un suave beso en mi coronilla. — Ve a estudiar tu música... si eso te hace feliz. — Me giro para verlo. — Adaline Jones Smith sólo un año tendrás y luego cumplirás tu promesa. — Me indica con el dedo índice.

En mí se forma una sonrisa de oreja a oreja, lo abrazo con fuerza y lo lleno de muchos besos, siento como se carcajea y me hace tan feliz escucharlo así. Verlo tan sonriente, a pesar de sus pequeñas canas es hermoso, él es mi rey, me malcría hasta tal punto que mamá en ocasiones se pone brava pero él me protege.

Abro los ojos con pereza y lo primero que encuentro es a la perfección de ojos miel, barba y sonrisa despampanante observándome divertido. Me estiro por la pereza que tengo, me siento en la cama y recibo un cálido beso de su parte en mi frente.

— ¿Cuánto llevas ahí viéndome? — Digo mientras me dirijo al baño.

— El tiempo justo para verte sonreír mientras duermes. — Escucho que dice en voz más alta. — ¿Qué soñabas?

Le doy un beso en sus dulces labios y me siento junto al desayuno que ha traído hasta la cama. — Con mi padre. — Su rostro de extrañeza me hace entender que no comprende. — El día en que le pedí un año de descanso, quería ese año para dedicarme a perfeccionar más el piano y el violín... ese día el me dio su voto de confianza. — Digo mientras tomo jugo de naranja. — Si yo decía blanco así él lo viera negro decía que era blanco solo para darme gusto... ese era mi rey y yo su princesa.

— ¿Qué hiciste ese año? — Pregunta mientras come de la fruta que me trajo.

— En realidad me fui para Londres compré una casa pequeña, busqué un programa corto de música y viví así por un año... conocí a mucha gente allá. — Eso último lo digo en voz baja. — Fue un año estupendo, tenía hasta ahora diecisiete años... la vida era fácil, conseguí un trabajo muy bueno, daba clases a unos hijos de papi y mami me gustaba mi vida allá. — Sonrío sin ganas. — La vida era mágica.

— ¿Pasó algo que te marcó? — Pregunta sin rodeos.

— En trecientos sesenta y cinco días la vida puede cambiar para bien o para mal. En mi caso fue para aprender de mis errores y seguir adelante.

— Anoche mientras te besaba sentí una cicatriz y ahorita mientras te observaba dormir vi tú... tatuaje. — Dice algo apenado. — ¿Quién es Caroline? — ¡Mierda!

— Un pedacito de mi cielo. — Me pongo en el espejo de cuerpo entero que hay en la habitación para verme el tatuaje. — Esto me recuerda que la maldad y la locura de la gente no tiene límites y los inocentes en ocasiones pagan las consecuencias de aquellas injusticias de la vida.

ESTA VIDA Y LA OTRA.Where stories live. Discover now