CAPÍTILO VI

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Me siento cansada, sin ánimos, mi noche no fue la mejor, la pereza me invade y no quiero ni levantarme pero debo hacerlo, tengo un intento de vida la cual es normal aparentemente, observo el reloj que está en la mesita de noche y son las 4:00 a.m recuerdo que tengo la cita con John. Me levanto y voy directo al baño en donde lo que encuentro no es nada agradable, mis ojos hinchados por el llanto, detesto eso cuando me sucede. Tengo tiempo suficiente para intentar quitar la hinchazón, corro a mojar un paño y luego me cubro los ojos mientras me recuesto en la cama nuevamente.

Con una blusa color vino con encaje, cruzada con un lazo, una falda crema, zapatos puntiagudos altos del mismo color que la falda, una cartera no muy grande color crema, pendientes con tonos vino y un brazalete a juego con estos. Ojos menos hinchados, una coleta alta con algo de volumen, intento que resalte el flequillo, el resto del cabello termina en unas ondas marcadas y voluminosas, he hecho mucho esfuerzo la verdad todo sea por ver a John, él merece que verme decente.

Mientras intento arreglar el cuarto observo el cofre lila que hay encima de la cama, lo llevo a su lugar, cierro la caja fuerte y corro nuevamente la pintura. Ya que estoy en el estudio busco la carpeta que tengo que llevar y la memoria donde está la información para presentar el análisis a John, quiero que todo salga bien.

Subo en el ascensor hasta el último piso del edificio donde queda la oficina de presidencia y una pequeña sala de juntas, tengo los nervios de punta, me veo en el espejo del ascensor y creo que estoy bien, el maquillaje ha hecho un buen trabajo ocultando el llanto que tuve anoche. Las puertas se abren y observo a la señorita peli negra de tez morena, esbelta y con el típico uniforme de falda tipo lápiz negra, blusa blanca, con un rodete perfectamente bien definido y sus labios pintados con un rojo intenso, muy sexy la niña.

— Buenos días señorita Grecia. — Ok, sus ojos son hermosos color verdes, su sonrisa es despampanante.

— Buenos días señora Jones. El señor Brown la está esperando en la oficina de él. — Hasta hace dos segundos me agradaba. ¿Señora, es enserio?

— Muchas gracias Grecia, pero no soy señora tú y yo tenemos la misma edad, solo Adaline por favor. — Sus mejillas se ruborizan y me sonríe apenada, mientras yo me voy alejando de ella para ir directamente con John.

Golpeo por decencia, al escuchar su voz, abro y ahí está él, un hombre de ojos color miel, alto, con barba y con su traje perfectamente impecable, este hombre me enamora cada vez que lo veo.

— Mi Ada preciosa. ¿Cómo estas princesa? — Sus abrazos me hacen sentir protegida, adoro cuando él lo hace.

— De maravilla John. ¿Cómo estás tú? — Dejar su abrazo va en contra de lo que yo quiero pero debo hacerlo.

— Ada no seas mentirosa, tus zafiros te delatan. — Él siempre tiene razón.

— Los recuerdos del pasado John, en ocasiones se asoman al presente causando un sinfín de confusión sentimental. Pero eso no importa, traje la información que me pediste. — Sin más doy por terminado el tema.

— No importa que tan grave sean las cosas del pasado, siempre hay una solución para todo, hay que dejar fluir las cosas, no te ahogues en el pasado, sigue en tu presente si estás aquí es por algo. Además recuerda que cuentas conmigo. — Me acerco y lo abrazo tan fuerte como puedo.

Estamos los dos abrazados y llega sin avisar Grecia, me pongo recta y creo que la pobre muchacha no sabe qué hacer, noto el evidente nerviosismo de John y mi mente comienza a divagar y sacar conclusiones pintorescas sobre ellos dos. Ella es una morena increíble y él un hombre viudo desde hace diez años, pues mi madrina murió por un paro cardíaco y él hasta el momento siempre ha mantenido su luto, la ha respetado ya es hora de que él vuelva a vivir.

ESTA VIDA Y LA OTRA.Where stories live. Discover now