EPÍLOGO.

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¿Qué es la felicidad sin los momentos difíciles?

Los años pasan y ya me están cobrando factura. Hay momentos en que las parejas cometen pequeños errores, caen en la rutina, no hablan con el corazón sino con la rabia del momento, pero con él es un constante aprendizaje.

Soy una mujer que está en sus treinta y tantos con dos hijas, mis mayores tesoros y más enamorada que nunca, Alex es un hombre maravilloso, estudiado, educado, responsable, un padre dedicado a sus hijas, es un hombre magnífico. Han habido momentos en que nos hemos sumergimos en la rutina, se nos olvida el pequeño detalle de enamorarnos todos los días pero cuando caemos en cuenta de eso intentamos cambiar, él con su forma de ver la vida y su experiencia nos ha encaminado a una vida maravillosa.

Mis hijas han crecido tan rápido, Elena está en una etapa complicada, no nos ha sido fácil criarla, es terca, obstinada, inteligente y quiere que todo lo que se propone se le dé ya, tiene que aprender un par de cosas, pero sé que con la ayuda de Alex vamos a poder enseñarle más de la vida, todo tiene su momento, su tiempo y su lugar para ser.

Evelyn está hermosa, tiene el color de mis ojos, es noble, tierna y tiende a ser malcriada gracias a mi Sara favorita, a Dante, a Luciano y a mi querido John. Adora a su papá, cuando está con él no existe nadie más, a pesar de su edad es una niña muy inteligente. Clare la malcría cada vez que puede y bueno yo también.

Bebo vino mientras tomo mi baño nocturno diario, oír la hermosa voz de Joplin, prodigiosa voz, una hermosa mujer a pesar de su atormentado pensamiento.

— Mamá ¿puedo pasar? — Abro los ojos y volteo a mirar, mi preciosa niña, asomada en la puerta con su hermosa cabellera rubia y ojos cafés claros.

Verla tan hermosamente grande, con ese precioso vestido negro, parece un ángel, ha crecido tanto mi pequeña hobbit. Sus espléndidos ojos cafés me siguen enamorando como madre, verla tan sonriente, alegre y en parte inocente, me estruje el corazón.

— Dime mi niña bella. — Corre hacia la butaca de madera y la acerca a la bañera. — ¿De qué quieres hablar conmigo? — Intenta ocultar su nerviosismo pero se le olvida que soy su madre y la conozco.

Frota sus manos y enfoca su mirada en el vino que está en la mesita. — ¿Por qué siempre bebes vino? — Me regala una sonrisita y ya me imagino de lo que quiere hablar.

— Es una costumbre que tengo desde hace muchos años, hija. — Decido que es mejor no presionarla y dejar que ella conduzca la conversación.

— Recuerdo cuando te conocí, siempre bebías. — Aquella época. — ¿Te acuerdas que una vez te manché unas sábanas con jugo de mora? Ese día jugué a que era eso que tanto tomabas en tu copa pero sin querer lo regué, luego me dio tanto miedo que me hice la dormida hasta quedarme realmente dormida. — Recuerdo ese día bastante bien, chiquilla traviesa. — Mamá, ¿Cuando sea el momento podré irme del lado de ustedes a hacer mi vida igual que tú? — Y esa es la pregunta que quería hacerme en verdad.

Elena quiere vivir todo ya, pero tengo miedo de que se lleve ciertas decepciones, no quiero que sufra, ¿qué mamá quiere que su hija sufra? Ninguna creería yo pero no la podré atar a mí toda la vida, la tengo que dejar volar para que aprenda a vivir, que se equivoque si es necesario, nadie aprende en cabeza ajena.

— Todo a su debido tiempo Elena.

— Pero mamá, ya casi acabo mis estudios básicos y quiero conocer el mundo.

— Eres una niña aún, primero debes aprender a vivir aquí con nosotros y luego donde tú quieras. — Acaricio su mejilla. — Para correr hay que aprender a caminar primero.

— Siempre tienes algo sabio que decir.

— Los años no me llegan solos querida.

Ella me besa la frente y sale disparada del baño. Cuando salgo me percato de que Alex está en la cama, con una taza de café, con sus gafas y leyendo.

— ¿Otra vez te dijo lo de irse lejos verdad?

— Dentro de poco no la podremos detener, hay que dejarla volar.

— Es igual a ti.

— ¿Disculpa? — Me hago la ofendida.

— Es un ser libre igual a ti, no le gusta sentirse atada a nada, ni a nadie, lo aprendió de ti. Ven a la cama. — Dice mientras da palmadas a su lado. — Te amo. — Me da un beso.

— Te amo más mi amor, eres tan bello.

Y de pronto ellas dos se asoman y llegan a la cama, por lo visto hoy dormirán con nosotros, será una noche larga y esplendida con ellas, no dormiré bien pero las amo así que eso será lo de menos, Evelyn le encanta dormir con nosotros y Elena ya está grande pero una que otra noche nos hace compañía.

Observo a mi familia y comprendo que si es posible salir de las sombras, yo lo hice con ayuda claro está, el amor me sacó de las obscuridad, de las sombras, ahora soy feliz.

ESTA VIDA Y LA OTRA.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant