CAPÍTULO XI

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La alarma suena haciendo eco en todo el lugar, con una mano intento apagarla pero la niña se remueve a lo que como acto de reflejo acaricio su cabellera para que siga durmiendo. Me quedo quieta para observar a la hermosa la hobbit, así debería ser mi despertar, junto a una hermosa niña diciéndome mamá, acariciarla todas las mañanas y llenarla de besos.

Con pereza me levanto, voy hasta el baño para arreglarme, busco un lo que me pondré hoy teniendo en cuenta que voy a un reunión de trabajo elijo un vestido azul almirante con manga tres cuartos. Ciertamente tengo una debilidad por los vestidos ajustados con tacones altos para disimular mi estatura ya que no soy la más alta que digamos. Elena aún sigue dormida, escucho ruidos en la parte baja así que decido ir a ver qué pasa.

- Buenos días mi niña. - Corro hacia Sara y la abrazo con toda mi fuerza.

- Buenos días mi Sara hermosa. ¿Tan temprano por aquí? - Toma mi rostro con sus dulces manos y me da un beso en cada mejilla.

- Las labores mi niña, ¿si cenaste anoche? - ¡Ups!

- Mmmm Claro nana, estaba muy rico. - Digo mientras busco una manzana.

- ¿Por qué no cenaste Adaline Jones Smith? - Indicativo de que está brava.

- Se me olvidó, además la pasta que dejaste se la di a la hobbit, anoche cuando llegué estaba llorando en la puerta, Andrew se emborrachó y asustó a la niña. - No encuentro una manzana así que tomo jugo de naranja. - Nana tengo reunión con John, la monstrito está arriba durmiendo te la encargo por favor. - Me termino el jugo y salgo del apartamento.

Saliendo del edificio me encuentro con Javier a quien saludo feliz. En el transcurso del camino, mis pensamientos viajan a lo que me dijo anoche la monstrito, estaba muy asustada, es una niña dulce y Andrew no le haría daño alguno se ve que la quiere, otro de los pensamientos que me acompañan es Alexander una cena con él, de solo pensarlo me hace sonreír bobaliconamente.

- Hola Grecia, estaré en la oficina mientras comienza la reunión. - Digo mientras paso de largo. Ya en la oficina lo primero que hago es servirme una copa de vino, dejo mis cosas en la silla y veo la ciudad desde los enormes ventanales, rascacielos y un caos completo son la perfecta pieza del rompecabezas. Escucho que alguien golpea. - Adelante. - Digo sin quitar mi vista de la ciudad.

- Hola nena. - Me giro lentamente para encararlo. - Puedo. - Dice señalando el mini bar que hay, a lo cual solo levanto una ceja y hago un ademan de aprobación, se sirve un whiskey. - Estas hermosa. - No me digas.

- Gracias. - Se entretiene viendo mis fotos. - Algunas vacaciones que tomé con mi familia. - Termino mi copa de vino de un solo sorbo.

- Nunca los había visto, tú no tenías fotos de ellos. - Una sonrisa amarga sale de mí. - ¿Por qué nunca dijiste nada de ellos?

- Con el tiempo aprendí que mi origen pesa más que mis actos, muchas veces recibo tratos por tener dinero y no realmente por quien soy. - Me siento en la silla. - Es solo cuestión de protección para mí y de paso para los que me rodean.

- ¿Algún día podremos hablar con el corazón abierto? - Su risa es increíble, a pesar de todo a él yo no le tengo resentimiento, es un buen hombre. - ¿Dónde están ellos?

- Es hora de la reunión. - Le digo sin responder a sus preguntas como tal.

Vamos en por el pasillo yo voy a unos pasos atrás leyendo unos documentos cuando siento unos brazos en mi cintura, con la torpeza característica en mí y con nerviosismo logro alzar la mirada y me topo con unos ojos azules como el mar, no logro decir nada, solo nos separan los documentos que tengo en la mano. Sin aviso previo él asalta mis labios es un beso dulce típico de él, lento cargado de miles de sentimientos, lleno de recuerdos y del pasado, su lengua pide que lo deje entrar a mi boca y así lo hago, estoy rendida ante él, a su tacto y a su olor.

ESTA VIDA Y LA OTRA.Where stories live. Discover now