CAPÍTULO XXIII

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Estoy en el mismo lugar de mi anterior sueño, en el lago y las montañas. Escucho el sonido del viento golpear los árboles que adornan el lugar. Ya no me siento tranquila más bien tengo angustia y ya no hay cielo azul sino gris. Tengo un vestido negro, de pronto halan mi vestido, dirijo la vista hacia donde siento unas manitas y es de nuevo la pequeña niña, ya no sonríe, está triste, es como si algo malo le pasara, es como si le hubiesen quitado algo, su alegría tal vez.

Me pongo a su altura, ella lleva sus manos a mi rostro y me indica que haga silencio, pone su manita en mi boca y con la cabeza me dice que no. Por instinto llevo mis manos a su cabello y lo acaricio, ella me da una rosa de color negra y se va corriendo, dejándome sola y vacía pero con mucha angustia, de pronto escucho un grito de parte de la niña y luego siento algo mojado en mi estómago es sangre, estoy cubierta de sangre.

No sé lo que está pasando, tengo miedo, es algo desagradable la sensación que me invade. La lluvia se hace presente en este lugar que ahora es tan miserable, llevo mis manos hasta donde siento la sangre, ya no logro ver a la niña así que decido correr hacia donde ella se ha ido, corro y corro pero no avanzo.

- ¡Adaline, despierta! - Siento la mano de Alex en mi brazo izquierdo.

Por un momento me siento desorientada, todo era tan real en mi pesadilla, pero al ver el perfecto rostro de este hombre tan hermoso logro calmar mis nervios por un momento. Al parecer está asustado y me ve como si estuviera loca, de inmediato llevo mis manos al estómago, en un momento siento las manos de él con las mías, este hombre sin proponérselo me da la tranquilidad que tanto deseo y necesito. Él es mi otra mitad.

- ¿Me abrazas por favor? - No aguanto más y es lo primero que le digo. - Fue horrible, tenía sangre en mi estómago y ella estaba triste. - Lo último lo digo de forma casi inaudible.

Comienza a darme besos en el hombro. - Estoy contigo amore mio. - Un beso en el cuello. - ¿Quién es ella? - Entrelazo nuestras manos.

- Un ángel, una hermosa niña, pero ya no estaba feliz sino triste - Doy la vuelta y acomodo mi rostro en su pecho. - Fue horrible. - Todo aquel sentimiento de angustia se ve reflejado en un par de lágrimas que se escapan de mis ojos.

Siento que algo molesta mi ojo izquierdo, cuando abro los ojos hay una hermosa niña rubia y de ojos castaños, con una sonrisa de oreja a oreja. Me acomodo mejor en la cama y Alex está con una hermosa sonrisa y un bandeja que parece ser un rico desayuno, ahora que lo pienso nunca le he preparado algo a él, siempre que se queda conmigo es él el que termina cocinando, no es mi culpa que él se despierte más temprano que yo.

- ¡Mira Ada, te hicimos el desayuno! - Esta parte es a la que podría llamar felicidad.

- ¡Gracias monstrito! - Le contesto con la misma alegría de ella y le planto un enorme beso en su frente.

Todos desayunamos en la cama, sé que él lo ha hecho para levantarme el ánimo por mi pesadilla y se lo agradezco infinitamente, Elena ha manchado las sabanas con jugo cosa rara en ella y Alex no me ha dejado regañarla. Se ven tan lindos los dos en la cama, jugando y comiendo, no me siento tan sola después de todo, es como si ellos llenaran un vacío con el que he vivido tanto tiempo.

- Prométeme que estarás en contacto conmigo todos los días y lo mantendrás a kilómetros de ti. - Dice Alex mientras me da muchos besos en el cuello. - Me harás mucha falta. - Sé que en el fondo la idea no le gusta para nada pero no me lo dirá.

A Sara le he dejado instrucciones de que descanse el tiempo que yo estoy fuera, pero me la conozco y sé que vendrá a hacer algo por acá. Igualmente la casa queda totalmente limpia, la hobbit y Alex me ha ayudado con eso, sin embargo decido dejarle una nota a Sara por si viene.

ESTA VIDA Y LA OTRA.Onde histórias criam vida. Descubra agora