Capítulo 32

393K 29.3K 4.4K
                                    

🦋

🦋

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


D A N

Tess sale de mi agarre, envuelve su cuerpo desnudo con una sábana, y se sienta al estilo indio frente a mí. Imito sus movimientos, nuestras rodillas se tocan. Hemos compartido momentos llenos de intimidad, pero hay un brillo en sus ojos que no había visto antes, uno que me deja enmudecido y que nos encierra a los dos en una burbuja, nos aparta del mundo.

—Me equivoqué, debí contártelo. —Sus comisuras bajan, al igual que su cabeza—. Tenía miedo.

—¿De mí?

—No, nunca de ti, me daba miedo que juzgaras lo que yo misma juzgaba, que odiaras lo que odiaba, que no aceptaras lo que yo no podía aceptar. —Cuando sus ojos se nublan, me apresuro a tomar sus manos, nuestros dedos se entrecruzan, ella clava la mirada ahí, en su cara hay una tristeza que me desarma y me hace sentir miserable—. Un día regresé de la escuela, Lili tenía moretones en los brazos, empezó a sangrar por la nariz. Mi madre se asustó, así que la llevamos al hospital, le diagnosticaron leucemia mieloide aguda. Nuestro mundo se derrumbó, esa niña tan pequeña tan pequeña, esa niña que irradiaba felicidad. Lili y yo siempre fuimos inseparables, no podía creerlo. Teníamos que conseguir un buen hospital, pero todos eran muy caros y no teníamos dinero para solventar esos gastos. El hospital de Hartford tenía un sistema de pago por mensualidades, tratamos ahí. Busqué empleo para ayudar, pero no alcanzaba, hacia turnos dobles, dos empleos diferentes y seguía sin conseguir todo el dinero necesario. Nos endeudamos, necesitábamos pagar más de trescientos dólares si no queríamos que le negaran el tratamiento. No sabía qué hacer, un día pasé por ese club y vi un anuncio, estaban contratando bailarinas. Sabía un poco de baile porque había estudiado ballet mucho tiempo, pensé que sería fácil, así que entré. Hice una especie de audición...

Suelta un suspiro tembloroso, luego solloza y se limpia los ojos.

—Me sentí vulgar, fue horrible —continúa. Una lágrima baja y moja su mejilla—. Me arrepentí, iba a rechazar el puesto, pero luego me acordé de mi hermana, recordé que me necesitaba y que tenía que sufrir un poco por ella, un poco de lo mucho que ella iba a sufrir. Creí que tenía que sacrificarme y acepté. Es la decisión más difícil que he tenido que hacer en toda mi vida, pero la amaba, no quería perderla solo por ser egoísta. Me pidieron estudios de sangre y una de las bailarinas me entrenó por una semana. Mi primer pago cubrió la deuda.

Me mira y agacha la cabeza de nuevo.

—Al principio se lo escondí a mi madre; pero dos meses después, pasó un incidente. —Guarda silencio, creo que decide entre decirme o no, termina suspirando con resignación—. Un día llegué con moretones a casa, mamá se asustó porque pensó que era cáncer, así que tuve que contarle que eran por golpes.

—¿Golpes? No entiendo —pregunto, confundido.

—Un tipo quería pasar la noche conmigo, yo me resistí y me golpeó.

Gardenia © ✔️ (TG #1) [EN LIBRERÍAS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora