— ¡Idiota, te estoy hablando! —Nash golpeó fuertemente mi cabeza con la palma de su mano.
— ¡Hey! —me quejé con una mueca de dolor.
—No fue para tanto.
—No, no, para nada —dije sarcásticamente.
— ¿A quién veías? —elevó la mirada inspeccionando cada lugar.
—No veía a nadie.
—Si claro y yo soy gay.
—Eso ya lo sabía —me miró mal pero después lanzó una carcajada.
—Vamos, ¿Por qué no me dices?
—No es importante, es solo una chica —dije restándole importancia.
— ¡Lo sabía! –Nash gritó llamando la atención de varias personas que pasaban por el pasillo. — ¿Esta buena? –esta vez yo le pegué un puñetazo en el hombro. —Solo decía.
—Es la nueva —Señalé con el mentón a la rubia de piernas largas.
—Se llama Lynn Goodrich y créeme, está afuera de tu alcance.
Lo miré soberbiamente. —Para mí nada está fuera del alcance Nash.
Rodó los ojos. —Vamos Cameron, deja de ser tan —me miró de arriba abajo. — Así.
— ¿Ah?
—Debe haber una chica —comenzó a buscar entre todas las chicas que estaba en el corredor.
— ¿Por qué dices que está afuera de mi alcance?
—Porque, que chico no se fijaría en ella.
— ¿Quién no se fijaría en quien? —llegó Shawn con su guitarra colgando en su hombro.
—En Lynn.
Nos miró confundidos. —La nueva —dijo en tono de pregunta, asentí inmediatamente. —Es linda, pero —comenzó a mirarla detenidamente lo cual me incomodó. —Creo que es de las –dudó un momento. —Engreídas –Nash rió por aquel comentario.
— ¿No se te hace nada atractiva? —pregunté con sorpresa.
—No es mi tipo —se acomodó mejor la guitarra.
— ¿Ya la viste bien?
Asintió con indiferencia. —Pero ya lo he dicho, no es mi tipo, ahora si me disculpas, iré a clases.
— ¿A ti te parece atractiva? –le pregunté inmediatamente a Nash.
—Sí, pero, diré lo mismo que dijo Shawn, no es mi tipo.
— ¿Aún sigues enamorado de Rachel? —al ver su rostro, entendí. — ¿Por qué no le hablas de una vez?
—No soy como tú Cameron, no se me es tan fácil hablar con una chica que me interesa.
—No es tan difícil —Palmeé su espalda.
—Cuando realmente te enamores, sabrás a lo que me refiero —contestó un poco molesto.
—Oh, Nash, no te molestes.
—Me irrita esa actitud tuya.
—Dejemos ese tema.
—Que tal ella —Nash señaló al otro lado del pasillo.
— ¿A quién? —intenté enfocar la mirada pero no lograba ver a quien señalaba.
—Ella —me tomó fuertemente poniéndome enfrente de él. —Sigue mi dedo —señaló.
— ¿Estoy viendo bien?
