Capítulo XVII

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—Necesito ayudarla —finalicé, Sierra pasó su mano por el cabello.

—Es un tema serio.

—Por eso te lo digo, necesito tu apoyo.

Mordisqueó su labio —No sé cómo ayudarte, jamás había, pasado por algo así.

—Sierra —rogué y ella negó.

—Lo siento Cam, lo único que te puedo decir es que hables con ella, un familiar, algún amigo o en casos más extremos sus papás, un psicólogo o algún maestro.

—Iré con su prima —mencioné y corrí hacia mi camioneta dejando a mi hermana sola.

Manejé lo más rápido posible a casa de Rachel, dejé mi vehículo afuera de su casa y troté hacia su puerta, toqué tres veces y abrió, Nash estaba sin camisa y con el pantalón desabrochado, su cabello estaba despeinado, lo miré divertido.

— ¿Qué haces buscando a mi novia?

Me adentré a la casa aventándolo un poco. —Necesito hablar con ella.

— ¿De qué? —cerró la puerta detrás de mí.

—Demi y por favor, cierra tu cremallera, no quiero ni imaginarme lo que estaban haciendo.

— ¿Quién es Nash?

Abrí mis ojos de par en par al ver el minivestido blanco escotado del pecho; Nash me dio un golpe en la cabeza, Rachel fue hacia mí dándome un beso en la mejilla, mi amigo la sujetó de la cintura atrayéndola, me concentré a lo que venía.

—Necesitamos hablar de Demi —solté a Rachel la cual se soltó de Nash.

— ¿Está todo bien?

Negué. —Es un tema muy delicado.

— ¿Qué has hecho Cameron? —me molestó la pregunta de mi amigo.

—Nada, esta vez no he hecho nada.

—Te daré su dirección —Rachel corrió hacia la sala.

—Mírame a mí —Nash se puso enfrente de mí.

—Es tu chica, además yo estoy enamorado de Demi.

Nash sonrió estúpidamente. —Enamorado, ¿ah?

—Cierra la boca —soltó una enorme carcajada.

—Ten chico enamorado —Rachel me dio un papelito con la dirección anotada.

Lo elevé —Gracias.

—Solo una cosa —Rachel sujetó mi hombro.

— ¿Cuál?

Me soltó. —No la lastimes.

—No lo haré.

—Tampoco dejes que ella te lastime —la miré sorprendido.

—Ella vale la pena.

Las indicaciones que Rachel me había escrito eran un poco confusas, así que tuve que preguntar más de un par de veces hasta que llegué a dar a su, ¡mansión! Miré embobado hacia aquel lugar lujoso, me acerqué a la reja y toqué el timbre con una cámara, la puerta se abrió y entré, quizá no era para mí pero qué más da.

Dejé la camioneta en un tipo estacionamiento, tropecé al bajar cayéndome fuertemente contra el duro cemento, gemí poniéndome de pie difícilmente, cerré la puerta de golpe y caminé hacia la casa, toqué con aquel pequeño timbre un par de veces, nadie abrió. Abrí la puerta cuidadosamente adentrándome, vaya casa, miré impresionado todo el mobiliario y la espaciosa casa.

—No, Thiago salió —Demi estaba en el piso de arriba. —Fue por ella, sí, papá, estoy sola.

Subí por las escaleras sigilosamente, las pisadas de Demi se escuchaban lejos de por donde yo estaba, me sobresalté a escuchar un grito de parte de ella, corrí hacia donde debía estar, se adentró en una habitación cerrándola de un portazo.

— ¡Váyanse a lo jodida mierda! —gritó desgarradoramente, me quedé sorprendido al escuchar aquellas palabras provenientes de aquella chica tan dulce.

Fui lentamente hacia aquella habitación y pegué mi oído en la puerta, escuché alguna que otra palabrota o lamentos, pero sobre todo, sollozos, ¿Qué estaría pasando? ¿Qué sucede con ella? Mordí mi labio evitando las ganas de llorar, me dolía verla o escucharla así.

— ¡Al carajo! —carraspeó soltando un sollozo, algo chocó con la puerta asustándome.

¿Se estaría haciendo daño? Abrí la puerta lentamente, no había rastros de ella, miré hacia el suelo, estaba una libreta, la tomé, era su diario, escuché ruidos provenientes de otra puerta que estaba en el cuarto, el baño debía ser, fui hacia este aventando delicadamente el diario a su cama.

Abrí la puerta rogando que estuviera decente o la situación no fuera incómoda, me quedé quieto al margen de la puerta, Demi se incorporó de golpe, su piel se volvió tan pálida como la nieve, sus ojos estaban abiertos de par en par al igual que su boca, esta vez no me contuve, me solté a llorar, delante de ella.

— ¡Qué mierda estabas haciendo! —grité, pude sentir que las venas de mi cuello estaban más que saltadas. — ¡Respóndeme! —exigí asustándola.

— ¡Qué haces tú en mi casa!

—Quise, venir a hablar contigo —exhalé aire y me limpié las lágrimas de golpe.

— ¿Por qué lloras? —su voz estaba entrecortada, las lágrimas no dejaban de brotar de mis ojos.

—No solo te lastimas tú, me lastimas, ¿Qué hacías —de tan solo recordarlo me daban más ganas de llorar. — Metiendo tus dedos a tu garganta?

—Tratando de llegar a la perfección —dijo con la mirada al frente.

Apreté mis puños fuertemente, rechine mis dientes y di un grito de frustración, ¿Perfección? Golpeé fuertemente la puerta del baño haciendo sangrar mis nudillos, Demi salió del baño rápidamente, me giré hacia ella llevando una mano a mi cabeza y otra a mi cadera.

— ¿Perfección? —pregunté con furia. —Es una maldita mentira —apreté los dientes. —Te estás matando —tomé aire tratando de relajarme. — ¡Es una estupidez! —escupí. —Eres perfecta como antes.

Ella negó. —No lo es Cameron y no lo fui, estoy cerca de serlo —ahora ella también lloraba, me percaté que sus curvas ya no estaban, sus piernas ahora eran tan delgadas, sus brazos tan frágiles, el collar de huesos se le notaba de manera exagerada, su piel estaba amarillenta y lucía, enferma.

— ¡Lo es! —grité a centímetros de su rostro.

—No es tu vida, así que no te metas.

—Me importas —pasé mis manos por mi rostro desesperadamente. —Pero no puedo perdonarte esto, necesitas ayuda.

Su rostro se llenó de pánico. —Jamás te lo perdonaría.

—Lo sé —respondí en un hilo de voz y me encaminé hacia la puerta. —Pero vale la pena.

Y salí de su habitación.

Primera Fase |Cameron Dallas|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora