"Si las miradas matasen, Harry sería el mayor asesino en serie de la historia"
Nicholas Blake es un chico normal y bastante alegre, con una personalidad fuerte pero realmente bondadosa. Todo lo contrario a Harry; él es todo lo que nadie quiere enco...
Durante los primeros días de la semana no pude pegar ojo. Alonso me dijo que a las cuatro de la madrugada había aparecido en la puerta de casa sentado en la escalera, profundamente dormido. Yo le puse de excusa que me había ido con unos amigos a beber, y que se había salido un poco de control.
La falta de sueño provocó que me salieran unas oscuras ojeras bajo los ojos y la falta de atención en clase aumentara. Mis amigos preguntaron por lo que me pasaba, pero no les dije nada, ya que en mi mente se repetían una y otra vez las perturbadoras palabras del aquel extraño hombre.
"Si se te ocurre dar la mínima voz de alarma o le hablas a alguien de esto, te puedo asegurar que vas a arrepentirte"
Fueron ellas las que me obligaron a mentirle a todo el mundo, incluso a mí mismo, tratando de convencerme de que eso jamás había ocurrido y solo se trataba de un mal sueño.
- ¡Nicholas Blake!- levanté la cabeza del pupitre al instante, sobresaltado- ¡Si quieres dormir vete a tu casa! Esto entrará en el examen y es importante - Lo siento...- me excusé - Si lo sintieras de verdad no lo habrías vuelto a hacer, ya van tres veces esta semana, jovencito. ¡Al despacho del director!
Gruñí y bostecé antes de guardar los libros y levantarme para dirigirme a la puerta. Los del aula se me quedaron mirando a la vez que pasaba, era realmente molesto e incómodo. Incluso escuché un susurro de alguien que decía "Suerte".
Al de unos minutos llegué cabizbajo y con los ojos entrecerrados al pasillo en el que se encontraba el dichoso despacho. Me senté en una de las sillas de espera que había fuera y cerré los ojos.
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No pude evitar abrirlos cuando un asqueroso humo de tabaco entró en mis fosas nasales. Miré hacia el lado derecho, nadie, pero al mirar hacia el izquierdo me encontré con un maldito diablo fumando tranquilamente el cigarro, con las piernas abiertas y acomodado a su gusto en la silla.
- ¿Qué mierda haces fumando aquí, Harry?- protesté furioso, odio el olor a esas mierdas - ¿Se te ha olvidado cómo debes tratarme, descerebrado? - Apaga eso
Me miró de reojo aún con el ceño fruncido.
Después volvió a mirar al frente.
- ¿Y esas ojeras? Ya suponía que eras un adicto al móvil, pero lo tuyo sobrepasa los límites - Al menos yo no me meto esa mierda en el cuerpo - Lo que haga o deje de hacer no es asunto tuyo- respondió de forma hostil- Así que no te metas - Lo mismo te digo a ti- murmuré volviendo a cerrar los ojos y echando la cabeza hacia atrás para apoyarla en la pared
Pasaron unos minutos en completo silencio, pero aquello no duró mucho. Empecé a toser debido al asqueroso humo que inundaba el aire y me levanté de la silla.
