Capítulo 1

8.8K 537 23
                                    

El placer

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


El placer.

Existían en el mundo personas con el concepto bien defenido. Algunas incluso sabrían-había de suponerse- cómo definir el placer sin nisiquiera dar como ejemplo un suceso de sus vidas. Una vida que al fin y al cabo, era espectante y misteriosa para cada una de las personas ocultas en nuestro interior.

El placer podía manifestarse de múltiples formas. Podía ser una caricia, un beso, un roce o simplemente una mirada la cual activaba tus sentidos, despertando tu lado erótico.

En realidad todos contabamos con ese lado oscuro y misterioso, ahí muy en lo profundo de nuestro ser, esperando ser encontrado por la persona correcta o al menos, aquella que supiera cómo hacernos despertar o llegar a la cima del éxtasis.

Mi vida se basaba en la cocina del Monroe, un restaurante con aire vintage-gótico con vistas a los hermosos jardines de Florencia, Italia.

A mis 22 años había sido reconocida como una de las chef mas jóvenes con talento astrál, según habían citado algunas de las revistas locales e internacionales de repostería y arte culinario. Y no solo porque tenía una mano muy buena en la cocina Italiana, sino porque tambien me desenvolvía en la Española y Americana.

Debido a todo ese trabajo y mi muy ocupada agenda-la cual no era más que pasar las tardes en mi casa perfeccionando algunas recetas-no tenía o había tenido mucha suerte con mis ligues. Claro, eso suponiendo si alguna vez se podría considerar, el haber tenido uno.

La última vez que había estado con un chico había sido hace cinco meses. Lo interesante radicaba en aclarar que ese estado , no había pasado más allá de una agarrada de tetas y algún que otro beso con lengua en la parte trasera de un Ford.

Todo aquello había sucedido en la primera cita, mientras tratábamos de ver la temporada dos de Agentes de S.H.I.E.L.D en su portátil.

¿ Acaso era la única mujer que le parecía extremandamente absurdo la existencia de personas que, sabiendo que solo se citan con una persona para manosearse y besuquearse en la parte de atrás de un auto, tomaban como excusa ir a ver una serie?

Y aunque el momento no duró mucho más de lo que habíamos planeado, esto debido a que un coche al parecer nos había pillado y por consecuente minutos después había empezado a tocar la vocina. Era de admitirlo, había sido un momento un tanto chistoso y ¿por qué no decir la verdad? Excitante.

A pesar de las decepciones amorosas y el poco tiempo que tenía para mis cosas, no me quejaba para nada, quizas no del todo, teniendo en cuenta los beneficios que adquiría. Tal vez me quejaba solo un poco.

—Susan, te llama la Señora Monroe—que tu jefa te mandara a llamar en plena hora de trabajo y justo un viernes, donde todos sabíamos el restaurant estaba a reventar, no era algo común. Mas bien era extraño.

—Nuñez, toma el control—asigno al primer su-chef—. Sin errores.

Este asiente y me dirijo a mi destino. La cocina era un lugar donde las cosas debían ser realizadas de forma precisa y exactas. Cualquier error sería inaceptable.

Había aprendido esas cosas en la escuela de cocina.

La puerta de el despacho de la Sra Monroe tenía en la parte superior una frase que me encantaba: "La perfección nos hace menos humanos y las imperfecciones mas humanos".

No conocía a la Sra Monroe de amante de las poesias y yo mucho menos. Pero debía admitir que aquella diminuta par de oraciones habían captado mi atención.

Toco la puerta antes de entrar para luego sentarme en uno de los sillones de aquella habitación reducida, que sin dudas con solo verla te quitaba el aliento. En verdad era majestuosa.

Las paredes eran de madera 100% recolectada de los bosques más allá de la ciudad, hacia la parte sur. Los muebles, sillones y estantes estaban forrados por un material fino y aterciopelado. Hago mis calculos rápidamente y no me es dificil obtener los resultados, aquella habitación—descpacho— valía millones.

—Te preguntarás el por qué de tu presencia aquí—la Sra Monroe—o Katerina como prefería que la llamaran—era una mujer de unos cincuenta y seis años.

Su piel era muy clara—incluso más blanca que la propia luna—y tenía pecas que cubrían todo su rostro. Sus ojos eran de un verde muy claro, como las hojas de los arboles, muy verdes y muy hermosas, pelo corto rubio y adornado con a penas unas cuantas canas.

—Pues, no puedo mentir. Aunque se que no hice nada indebido, estoy intrigada por la razón de este llamado.

—Pequeña, sabes que conmigo puedes hablar como si fuera tu amiga o incluso tu madre. Debo decir que tu carácter , a pesar de ser imponente y fuerte, también tiene su lado dócil—apoya sus manos en los posa manos de el sillón donde se encontraba sentada—la razón es que vendrá un famosísimo critico al Monroe y necesito que en su estadía lo guies por el restaurant. Además como la chef principal que eres, tendrás que preparar el primer día un platillo del menú y así todos los días, en adelante o al memos hasta su estadía. Quiero que se familiarice un poco.

—Entiendo pero ¿por qué no se encarga usted misma de enseñarle al Monroe?—carraspeo—. Si no es mucha molestia lo que diré acontinuación, tengo mucho trabajo esta semana, además que no tenemos muchos puestos en la cocina que digamos.

El trabajo se había duplicado em doble este último mes, lo que significaba mas trabajo para mí.

—A eso mismo quería llegar, no podré hacerlo yo porque estaré de viaje esos días por asuntos de salud. Por los cocineros no te preocupes, se que eres muy capaz—me sonríe—. Mi niña estoy vieja , tu a penas eres joven y mira como te entregas al trabajo ¿acaso no piensas enamorarte y vivir tu vida?

—Pero si la estoy viviendo—me río pero la risa no sale con la suficiente fuerza y verdad como para convencerla—Mi vida me encanta y no necesitó de un hombre para nada.

—Bueno, no quiero que te sientas presionada ni nada. Pero permiteme discrepar. Te hice llamar solo para que sepas de mi viaje. Puedes regresar a la cocina pequeña—Katerina me acompaña hasta la puerta y antes de salir, esta se acerca a mí y me da un fuerte abrazo—Pronto serás feliz mia bella. Ya lo verás.

Desconcertada y confundida había regresado a la cocina segundos después ,donde luego de unos minutos de estar en el ambiente laboral, mi cuerpo y mi mente habían logrado calmarse . Volviendo a la normalidad, al menos por ahora.

La cocina era mi pasión desde pequeña, me encantaba cocinar con mi vida. Era de buen joven escuchar consejos de nuestros mayores. Pero ¿cuanta veracidad llegarían a tener sus palabras?

Aquí comienza la versión actualizada y corregida de pruébame

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Aquí comienza la versión actualizada y corregida de pruébame.

¡Espero les guste!

💦💦💦

Pruébame#1✔️ #PGP2024Where stories live. Discover now