Capítulo 9

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Me sentía sumamente avergonzada conmigo misma

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Me sentía sumamente avergonzada conmigo misma. Me había dejado llevar por mis pasiones desenfrenadas. Me había dejado llevar por el cegado deseo sexual, el que tanto anhelaba.

Luego de que dicho Nichola saliera por la puerta de la cocina dejandome parcialmente como una prostituta recién cogida, había decidido rotundamente que tendría una venganza. 

Aquello no podía quedarse así. Tenía que hacerle pagar con la misma moneda.

La provocación siempre había sido uno de mis dotes escondidos. La utilizaba algunas veces, solo en ocasiones donde la presencia de esta era necesaria y, aunque no lo utilizaba mucho, era una carta bajo la manga que tenía bien guardada.

Nadie podía sospechar de ello, solo yo y más nadie era partícipe de tales comportamientos. Tampoco era un pecado, mucho menos un delito. Más bien lo veía como una manera de salir de ciertos problemas.

Otra carta más.

Los cocineros habíab llegado media hora después de lo ocurrido en la cocina. Habían entrado luego de tocar la puerta y yo haberles dado el visto bueno, habían entrado al almacen y se habían llevado consigo lo requerido para la otra cocina principal.

Debía admitir que aún para ese entonces, me encontraba algo acalorada y ¿por qué no decirlo? Tenía un poco de apetito sexual.

Me desconocía en aquellos momentos. No había tenido sexo jamás en mi vida, por lo menos no del todo. De solo recordar el oral que me había practicado Nicholas horas antes, hacía que mis ojos se cerraran tratando de recordar.

Horas después las ordenes habían empezado a llenar las fichas, lo que había iniciado un contraste de olores por toda la cocina, los cuales comenzaban a nacer.

Amaba la cocina por esta y mil cosas más. No solo era el lugar donde debaja plasmada todas mis emociones, sino tambien el lugar donde obtenía una especie de conexión y aprendizajes infinitos.

Desde la mas exquisita carne de cordero asada con salsa BBQ , hasta el más simple pero, no por ello menos delicioso , pescado en bloque de sal.

Aquel consistia en un pescado fresco, al cual se le colocaba por todos lados—tapandolo por completo— montones de sal. Esto sólo para darle una corteza. Dicho pescado era llevado al horno, donde pasaría cuatro horas de cocción.

Mis principios culinarios habían comenzado en una de las ciudades más maravillosas de un país al que había conocido del todo, llegando hasta el punto de  considerarlo una auténtica belleza.

Venezuela, un país petroléro con demandas en la producción agrícola, siendo este uno de los grandes productores de café, obvio, luego de Colombia. Sus costas, playas y demás eran el lugar ideal el cual visitar en vacaciones.

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