Capítulo 3

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El resto de la mañana se había basado en atender un poco la barra y preguntarle a Roberto si el crítico había llegado

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El resto de la mañana se había basado en atender un poco la barra y preguntarle a Roberto si el crítico había llegado.

Me había quedado prácticamente plantada respecto a todo lo que tenía preparado. Y tenía que esperar aun más.

Tambien estaba un poco molesta, había dejado de lado horas fuera de la cocina para concentrarme en esto, para solo quedar plantada y sentada en una silla del restaurant, esperando las sombras de tan dichoso hombre enmascarado.

Como estaba muy cansada, decido tomarme un receso mínimo mientras llegaba el turno de la tarde.

Vendrá en la tarde.

Saber aquello era algo que de alguna forma hacia que mi cuerpo sintiera una sensación extraña. Ese hombre me había puesto nerviosa y ansiosa. No sentía placer ni nada parecido—cuerda de pervertidos— sino algo diferente: atracción y miedo.

La atracción era algo común en el ser humano pero ¿exactamente a que le tenía miedo?, no había hecho nada malo, solo había cumplido con mi trabajo sirviéndole copas a un cliente con una billetera al parecer grande y nada pobre.

¿A quién se le ocurría dar 100$ por un shot de martini?

Pues parecía que a él no le importaba malgastar su dinero. Tampoco era que me había hecho desearlo sexualmente, no para nada. No podía decir tales cosas, era absurdo.

Quizás a todos nos ha tocado vivir un momento en nuestras vidas en que sentimos una serie de sentimientos un tanto revueltos, entonces no sabemos si estamos confundidos, nerviosos, ansiosos o emocionados, hasta asustados.

Ya saben, por ejemplo el más sencillo y el que le pasa—porque te debe o debió pasar-a todos en general—a menos que seas un santo de devoción—. Andas en una fiesta o algo,en el colegio o instituto y recibes un mensaje de tu madre diciéndote que deben hablar.

¡Ah caray!

Si de solo pensarlo me cago en la madre. Pero el hecho es que podemos sentir muchas cosas respecto a un acto o suceso que nos pase o que nos involucre. Sea cual sea el momento de los hechos.

Los recuerdos tambien nos transmitian emociones que a la larga representaban cosas en nosotros. Y por eso la palabra recuerdos , porque eran fragmentos de sucesos que habían marcado nuestras vidas.

El sentir sentimientos no era malo, para nada.

Aun así no tenía porque sentir miedo—o eso me decía a mí misma—, sólo tenía que ir en la tarde al Monroe , esperar al crítico y si no llegaba ese día, me pondría a trabajar en las barras, normalmente como lo había hecho todos estos últimos años—en algunas ocasiones—, sin complicaciones.

Le dejo dicho a Roberto mi regreso a las 2:00 pm—hora en el que empieza el turno de la tarde—y me voy a mi casa.

En el camino a esta, la cual consistía en una pequeña casa de dos plantas que comparto con mi madre desde siempre, decido comprarme unos croassants. Uno de mermelada de fresa y otro de chocolate con azúcar glass, este ultimo para mi mamá.

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