Capítulo 22

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La mañana la habíamos pasado encerrados en la habitación

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La mañana la habíamos pasado encerrados en la habitación. El tiempo seguía igual y en la televisión decían que pasaría para el día de mañana. Nicholas se había mostrado muy atento conmigo, trayendome el desayuno y haciéndome muchas caricias.

Mi malestar debido al periodo hacía que me sintiera en verdad pésimo.  De vez en cuando sentía como algunos calambres se colaban en todo mi cuerpo, haciendome sentir dolor. Otra cosa eran las manchas, me caracterizaba por ser una chica que manchaba mucho los primeros días de su mestruación, tanto que parecía un río andante.

Me había puesto unos pijamas de colores bien sueltos y que no me apretaran la cintura. No tenia ni ganas de moverme de la cama.  Por otro lado estaba Nicholas, que con sus ánimos y buenos tratos, siempre me sacaba una sonrisa.

—¿Quieres algo?—nos encontrábamos juntos en la cama, abrazados. Mientras mirábamos la serie CSI.

—No, todo está perfecto—sonrío. Me quedo viendo a Nicholas. Su barba estaba creciendo—. ¿Me dejas cortarte la barba?

No se le veía nada mal, pero estaba creciendo más de lo habitual.

La tarea en el baño comenzó minutos después.  Me tomó unos minutos preparar la hojilla y el agua tibia, además de buscar las toallas y la crema para afeitar. Nicholas se había había quitado toda la ropa, quedando solo en boxers. Sus músculos estaban muy bien definidos.

Aquel hombre me encantaba.

—No te muevas—digo mientras tomo crema para afeitar de menta y se la esparzo por su barba. Luego meto la hojilla en agua caliente para empezar a depilar, con cuidado de no cortarlo.

Nicholas posa sus manos en mis caderas y no aparta la mirada de mis manos, mientras se queda quieto. Sus ojos tenían un brillo especial y en verdad encantador, el color marrón resaltaba en aquella mirada.

—Estás hermosa.

No pude evitar ruborizarme. Solo tenía puesto encima una de mis muy infantiles pijamas, de niñita. Los tampones nunca habían sido mi mejor elección. Pero hasta ahora lo eran, al menos en el momento.

—Listo—sonrío ante mi obra de arte.

Nicholas me atrae hacia él y me propina un beso, el cual se torna un poco caluroso. Me aparto de él y éste soba mi vientre, el cual se encuentra un poco hinchado.

—Te amo—me dice.

Aquellas palabras hicieron que un remolino de mariposas explotára en mi interior. Esas palabras que eran antes desconocidas para mí, ahora eran como pétalos de rosas esparcidos por el césped. Muy vitales y muy hermosos.

Debía admitirlo muchas veces, Nicholas había aparecido en mi vida para un bien mayor. Apartando el sexo y de nuestro muy poco conocido comienzo, me había demostrado que era una gran persona y a la cual valía la pena amar.

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