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El mar de mis sueños está cada vez más helado y los animales ya no son tan amistosos como antes. Poco a poco va perdiendo esa vibra fantástica. La visión de Marina es más clara, se ha librado de la pequeña y asfixiante burbuja que era mi casa.

Permanezco sentado en el suelo del mar, miro alrededor sin inmutarme. Este lugar ya no es tan hermoso, pero es real.

Estos últimos días me he sentido mal. Un regusto metálico está presente en mi boca casi siempre, uno a carne sanguinolenta y desconocida. Me invade una pesadez que me impide caminar en paz, y tengo constantes arcadas. Sé qué es lo que está pasando, pero me he negado a aceptarlo, a pesar de que le dije a Gloria que era de esperarse. La Marina frágil y doméstica que conocí se está diluyendo en la realidad del océano, y nunca volverá a ser la misma. Sé que es lo mejor para ella, sin embargo mi lado egoísta se niega a callarse de una vez por todas. En esos nueve meses humanicé a Marina, y ella me humanizó a mí. Es doloroso estar consciente del cambio, de cómo poco a poco es arrastrada a su estado natural, a ser una bestia plena y de emociones simples. Está purificándose y yo me deprimo, lloro por la pérdida de la sirena que estaba a mi disposición, sumisa y contaminada. Esa no era la Marina que estaba destinada a ser, era una que yo formé, que convertí en la mujer de mis sueños.

Sé que está sintiendo todo esto, que probablemente esté molesta al saber que me contradigo. Todo lo que le dije aquella madrugada en el muelle se está rompiendo, no vale nada.

Me toco los labios, la sangre humana me está escurriendo hasta la barbilla. Marina y Lirio están devorando a un mismo hombre. Mi amada no siente remordimiento, ahora es puro instinto. Lentamente me transmite ese placer salvaje. Acepto la carne, y un hormigueo recorre todo mi cuerpo.

«¿Qué pasará cuando te vuelva a ver?»

Me imagino en la orilla del mar, estoy en los brazos de Marina. Ella me devora entero y no pongo resistencia, de hecho me agrada que lo haga.

¿Quién te mató, Apolo? ¿Fue otra sirena? ¿O acaso te entregaste a tu amada?

Bien lo dijo Gloria: no hay forma de saberlo.

No hasta que la vuelva a ver.

Así persiste el océanoWhere stories live. Discover now